Los políticos se recuerdan de los pobres cada cuatro o cinco años para conquistar sus votos
(Sergio Gualberti, arzobispo de Santa Cruz).- Queridos hermanos y hermanas: El texto evangélico de hoy, al igual que los domingos anteriores, se enmarca en un clima de controversia entre sectores de poder religioso y político y Jesús. Esta vez es un maestro de la ley del grupo de los fariseos que, al enterarse del fracaso de los saduceos, busca poner a prueba a Jesús, preguntándole sobre el mandamiento más importante de la ley de Moisés.
Jesús, responde con las mismas palabras de la ley: «Amarás al señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu». Esta afirmación indica que, para tener acceso al Reino de Dios, no es suficiente la profesión de fe, sino que ésta debe traducirse en un amor que involucra a todo nuestro ser, todas nuestras facultades.
Pero el amor a Dios tiene que manifestarse en el amor a los hermanos: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Sin el amor al prójimo no hay amor a Dios, como nos dice el apóstol San Juan: «El que dice – amo a Dios – y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve». El amor a Dios y a los hermanos, no se reduce a sentimiento, emoción, pasión, sino que es entrega, donación y servicio a favor de Dios y los hermanos, manifestados en obras concretas.
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