Nuestra iglesia requiere cambios profundos de timón con la audacia y creatividad a la que el Papa Francisco impulsa
(Antonio Bentué, en RyL).- Estimados amigos y amigas: este artículo es tan sólo una forma de desahogarme. Y lo hago con Ustedes porque sé que deben estar sufriendo como dentro de un «zapato chino». Tal como estamos sufriendo todos los católicos, y ahora especialmente los profesores y estudiantes de la UC, sobre todo de la Facultad…
Nuestra Iglesia institucional está a mal traer. Estaba mejor durante el tiempo de la dictadura de Pinochet! Entonces era un faro para las mayorías sufrientes y razonables. Ahora ese faro parece que se estuviera apagando en Chile. Acabo de leer en la página de Radio Cooperativa que ya la gente en Chile ha perdido la confianza en los dirigentes (obispos!) de nuestra iglesia en un casi 74%! (Hay casi un ochenta por ciento que disiente con el nombramiento del obispo Barros en Osorno! Pero él sigue).
Y al tiempo en que se produce el desastre del norte, con el tremendo aluvión tan mortífero, llueve también sobre mojado en la iglesia chilena. Primero el escándalo referente a los curas más queridos de las comunidades cristianas (Mariano Puga, Felipe Berríos, Pepe Aldunate), luego explota la bomba del nombramiento del obispo de Osorno, que es una segunda explosión derivada de cuando hace años se nombraron obispos al margen de la opinión de la gente católica mayoritaria: La herida de cinco obispos discípulos de Karadima, los más jóvenes! salidos de El Bosque del mismo P. Karadima; herida que comenzó a supurar cuando explotó el escándalo, hace dos años, salpicando retroactivamente a sus antiguos discípulos, ahora obispos, y no tanto porque puedan ser ellos responsables de las aberraciones sexuales del Padre, sino por la vinculación de su nombramiento a aquella institución de poder (EL Bosque), que, precisamente por eso, hace dos años tuvo que ser intervenido por la misma Iglesia institucional.
Y ahora explotan las consecuencias de aquellos nombramientos, que marcan también las posturas de «mediocridad» en los obispos de nuestra conferencia episcopal, tal como lo percibe la gente y se hace patente en las encuestas. Aunque son todos los obispos «buena gente» y «piadosa», ¡pero no basta!.
Es por eso que me duele la Iglesia institucional en Chile. Y creo que nos estamos farreando un momento especialmente notable como es la presencia del Papa Francisco. Cómo puede ser que, con ese papa tan querido en todas partes, la institución episcopal chilena esté tan desvalorizada.
¿Es que los creyentes son malos y desagradecidos? ¿O es que no hemos aprendido lo que significa que la Iglesia, antes que nada, es Pueblo de Dios, mayoritariamente laico, participante activo del triple ministerio: sacerdotal por el bautismo, real según el Reino de servicio propio de Jesús, y profético, ¡con voz! Y no sólo con «oreja» para «oír» al pastor, con riesgo de que sea conducción «pastoril» y no realmente pastoral?. Los pastores están obligados también a «escuchar la voz del pueblo de Dios que clama por otro tipo de conducción, que tome en cuenta realmente y en la práctica de su conducción la conciencia cristiana de ese Pueblo de Dios, mayoritariamente laico!!:
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