"El Gobierno actual nos permite adelantarnos y asumir nuevos retos"

Javier Villaverde, del FEPP: «Hay que reconocer que Correa ha cambiado las normas de juego en el país»

"Se han vivido unos años duros en la Iglesia, en los que la fe ha perdido sentido para la gente"

Javier Villaverde, del FEPP: "Hay que reconocer que Correa ha cambiado las normas de juego en el país"

Me da vergüenza la situación de España

(José Manuel Vidal).- Javier Villaverde, un español que lleva más de treinta años en Quito, es el director de proyectos de un grupo social especial, que se llama Fondo Ecuatoriano Populorium Progressio. Lleva años combatiendo la pobreza sin paternalismo, formando profesionalmente a las familias, defendiendo siempre la tierra en manos de los campesinos. También nos cuenta que, gracias a Correa, ahora la gente que tiene más, paga más, y, gracias a Francisco, también en Ecuador los creyentes rechazan a los obispos-príncipes.

Queremos conocerte. ¿Quién eres, qué haces aquí?

Llevo aquí casi desde el comienzo del año 81, treinta y cinco años, veinticinco de los cuales he trabajado en el FEPP, como sigo haciendo. Es una institución dedicada al desarrollo de los sectores rurales y urbanos marginales en todo el país. Fue creada en el año 70, por iniciativa de un obispo de la Iglesia Católica, Monseñor Cándido Rada, que, cuando salió publicada la encíclica de Pablo VI sobre el progreso de los pueblos, se sintió llamado a crear un fondo que apoyase a la gente sin paternalismo, para ayudar a superar la pobreza. Él había estado antes encargado de Cáritas por parte de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, pero sintió que lo que hacía Cáritas no era suficiente, porque en aquella época había unas prácticas muy paternalistas y poca confianza en la gente a la que se ayudaba a salir de la pobreza.

¿Es una especie de Cáritas, pero a lo bestia?

Bueno, como les pasa a los niños, nació en pequeñito, sin oficina y con tres personas para toda la organización. Nació como un fondo pequeño que tenía la primera misión de dar crédito a la gente. Pequeños apoyos de crédito para que la gente pudiera hacer sus propias iniciativas, y salir.

¿El modelo de los microcréditos, en una época en que ni se hablaba de ellos…?

Exacto. Pablo VI había escrito en su encíclica que había que crear un fondo de desarrollo mundial, evitando los gastos en armas. Monseñor Rada creyó que era una iniciativa que merecía la pena, y la implantó en Ecuador.

Pero Monseñor Rada era un obispo chileno.

Estaba en Ecuador pero tenía raíces españolas (su padre era Navarro y su madre guipuzcoana). Emigraron a Chile, Rada se hizo allí salesiano y luego llegó a ser obispo aquí. Fue el primer obispo en una de las comunidades más pobres del país.

Y tuvo la intuición del FEPP. Primero chiquitito pero, ¿cómo es ahora el FEPP?

El FEPP es laico, lo que, a mi modo de ver, fue otra intuición inmejorable de Rada. Llevado por seglares. Las encíclicas sociales de Juan XXIII o Pablo VI decían que la misión de cambiar el mundo era de los laicos.

¿La titularidad del FEPP no corresponde a la Iglesia Católica?

El FEPP es avalado por la Iglesia Católica -nuestro presidente es siempre un obispo-, pero todo lo demás está dirigido por laicos. Todo el personal sigue siendo laico y, aunque ha habido momentos en que la Conferencia Episcopal ha querido mandar, la dirección siempre ha sido laica.

¿Algo parecido a lo que es Manos Unidas en España, para entendernos?

Parecido. Lo que pasa es que hubo un momento en que en España la Conferencia Episcopal metió mano a Manos Unidas. Aquí no han podido.

Laico y, además, ecuménico.

Sí, porque atiende tanto a católicos como a protestantes o a gente agnóstica o atea. Este ha sido siempre un principio, como el de la no-violencia, el de la búsqueda del desarrollo posible, etc. con los años, se ha convertido en un grupo social, que está trabajando con miles de familias en todo el país (calculamos unas seiscientas mil personas), a través de los distintos apartados que tiene la institución.

¿Cuántos embajadores tenéis?

No te sabría decir la cifra exacta, alrededor de los quinientos…

¿Cómo os gestionáis?

Nos alimentamos de varias maneras: tenemos, como cualquier ONG, recursos de proyectos. España, de hecho, ha sido durante años el principal financiador del FEPP. Cooperación al Desarrollo. Todos los años, por ejemplo, tenemos proyectos del gobierno vasco, que nos financia por tradición desde que se inició la cooperación. Cataluña, Valencia, Andalucía… también han cooperado con nosotros.

¿Se ha terminado con la crisis?

Se ha reducido muchísimo. Pero también tenemos cooperación de otros países: Alemania, Holanda, EEUU… También del propio Estado, porque los servicios que hace el FEPP muchas veces el Estado no los puede hacer, pero sí contribuir a financiarlos. Adicionalmente, tenemos el reto de las empresas sociales, que se autofinancian con su trabajo. Hay una empresa, por ejemplo, de construcciones que construye casas en los sectores populares. Pero estas casas tienen un costo social -obviamente estas empresas no tienen ánimo de lucro- que permite que la gente que construye las casas -ingenieros, albañiles- viva de la construcción aunque la empresa no genere más beneficios.

Antes me has enseñado el organigrama: existe todo un conglomerado de empresas. Explícanos cuáles son las más importantes y qué es lo que tienen en marcha.

El FEPP nació como un fondo y luego fue diversificado. Estas empresas hacen diversas cosas. Del pequeño fondo de crédito a las labores de capacitación, asesoramiento, economía, producción… Hemos crecido. Como gestores del ahorro y crédito, nos dimos cuenta de que ciertamente necesitábamos pasar a un estadio superior, y entonces se creó una cooperativa que se llamó Codesarrollo, para el desarrollo de los pueblos. De esta gran cooperativa, otras ONGs ecuatorianas son socias; los otros socios son cooperativas de ahorro y crédito. El año pasado, por circunstancias legales, el gobierno nos obligó a convertirnos en banco.

¿Gestionáis un banco?

Un banco pequeño. Un banco de las cooperativas, los sectores populares… creado y organizado para servir a esa gente. Lo que era nuestro fondo de crédito, pasó a eso. Y lo que había sido la tradicional capacitación de la Fundación, también ha cambiado: vimos que no eran suficientes los mismos temas, sino que ahora hay que ofrecer una formación que le permita a la gente acceder a un empleo. Aquí, como en España, muchos de los problemas que tienen los jóvenes es precisamente que no tienen acceso a un empleo.

Entonces se creó la Fundación Educativa Monseñor Cándido Rada, que se encarga de dar cursos de Formación Profesional -albañilería, panadería, conservación de los recursos naturales (producción agropecuaria sostenible)…-, de tal manera que, dependiendo el año, estamos llegando a los dos mil jóvenes que acceden a una FP por año. Al terminar el período de formación, según nuestros estudios el 50% ya ha accedido a un empleo.

O sea que salen bien preparados para entrar en el mercado laboral.

Tenemos una empresa de Comercio Justo que tiene relación con los grupos organizados, ayudándoles a insertarse en el mercado nacional e internacional.

¿Qué productos de Comercio Justo?

Hay productos primarios como el maíz, productos transformados como las harinas, las mermeladas, los quesos. Uno de los quesos más famosos que hay en Ecuador, por ejemplo, es un consorcio de cooperativas de queserías rurales del país. En su día, lo ayudó a crear el FEPP con cooperación suiza y con los salesianos. Ahora tiene total autonomía (su propio directorio, independiente del FEPP), ventas por todo el país y renombre. De vez en cuando nos consultan, porque aprecian nuestro asesoramiento, pero no tenemos ninguna injerencia. Toman sus propias decisiones. Es su logro y su suerte.

Tenemos también otra empresa, de legalización y de acceso a la tierra, porque aquí en los años 90 se produjo una lucha de nuevo muy fuerte por la tierra. Hubo varios muertos, en distintos lugares del país, entre indígenas y hacendados. Entonces, el FEPP ayudó con fondos de crédito a dividir la tierra, para evitar que hubiera más derramamientos de sangre. Los propietarios pasaron a ser los indígenas, pudiendo pagar a los hacendados.

¿El problema se ha terminado con esa medida?

No, porque en la época neoliberal ha habido otra vez una liberalización del precio de la tierra. Estábamos esperando a que se publicara una nueva Ley de Tierras en el país, porque se estaba favoreciendo de nuevo la acumulación de tierras en pocas manos. Ya no en las de los hacendados tradicionales, sino en las de empresas multinacionales. Una lástima.

Nosotros hemos defendido siempre que la tierra quede en manos de los campesinos. Hay que buscar que la gente que vive en el sector rural tenga unas condiciones de vida dignas, que no sean inferiores a las de los sectores urbanos. Y que puedan acceder a todo los servicios: formación, transporte… No quedarse sólo en el sector primario de la agricultura, que ya sabemos lo que da de sí, sino pasar a los sectores secundario y terciario de la economía.

¿Qué más cosas hay?

Intentamos hacer respetar las tierras ancestrales de los indígenas, frente a compañías petroleras. Es una tarea que hacemos con mucha fuerza. En el Amazonas y en la tierra de los negros, que son comunidades que habrían sido marginadas. Les proveemos de maquinaria adecuada y fertilizantes que no son contaminantes ni nocivos para la salud humana. Aun así, tenemos problemas, no es el grupo social de las maravillas. Incluso entre nosotros, las sinergias internas no funcionan bien del todo a veces. Pero continuamos la labor.

Con objetivos muy concretos, entre los que no se encuentra la intención de obtener beneficios.

Lo que pretendemos es que la gente supere la pobreza. Hemos logrado medirlo con lo que llamamos los sistemas generales de producción agropecuaria, que son unos sistemas que buscan la conexión real entre el trabajo familiar con una diversificación de cultivos y un adecuado manejo del medio ambiente. La medición ha dicho que hemos duplicado los ingresos de las familias. También estamos midiendo un poco qué incidencia tiene nuestro banco, obteniendo los registros de que el 80% del capital está en manos de los sectores populares.

Es una labor impresionante. ¿Qué reconocimiento público tenéis?

El FEPP siempre se ha definido no como apolítico, porque siempre hemos tenido una línea política de lucha contra la pobreza y de búsqueda de justicia, de equidad entre sexos, etc, pero sí por no participar nunca en luchas partidistas. Pero tenemos reconocimiento del gobierno nacional, de las Naciones Unidas -un premio por el trabajo ambiental-, otro de economía social en Euskadi, otro del ministerio del ambiente en Italia… distintas cosas. Nos basta. Es un reconocimiento que no buscamos. Más bien, quizá no sea tan bueno que nos lo reconozcan demasiado…

Sois ya una fundación consolidada, de 45 años.

Claro. Lleva sirviendo al país desde 1970.

Me han dicho que aquí sois más importantes que Cáritas.

Desde luego, llegamos a más gente… Me gustaría que Cáritas fuera más grande que el FEPP, porque lo que se necesita en los sectores son dos o tres FEPP… Hay muchas cosas que mejorar. No nos sentimos importantes: hacemos una función, nos hemos equivocado bastante también, a lo largo de los años, y tenemos muchos retos todavía por delante. Teniendo un gobierno que por fin recupera lo que hemos estado reclamando durante años -su rol en la sociedad y en la economía del país…- combatimos la situación: las diferencias están disminuyendo.

Ya no tenéis que hacer labor de suplencia. ¿O sí?

En algunas cosas sí, pero pensando ya en esos nuevo retos. Podemos permitirnos ir más allá. Quizás nos falta creatividad y debemos asumir el reto de ser innovadores… de no estancarnos en los logros que ya hemos alcanzado.

¿El salto adelante del país se le debe a Correa?

Sí. En toda medida. Ha cambiado las políticas públicas. No es ser correísta o no serlo: es reconocer que Correa ha cambiado las normas de juego en el país. Un gobierno democrático fundamentalmente tiene tres armas: antes de Correa, el 70% del dinero se iba al pago de la deuda externa y en estos momentos ese 70% de las inversiones del Estado va a salud y a educación. A mejorar la vida de la gente. El cambio en infraestructuras también ha sido brutal. La segunda arma es el sistema impositivo. En España, ahora está Montoro haciendo de las suyas, diciendo que van a bajar los impuestos. En Ecuador, en cambio, un alto porcentaje del presupuesto nacional es de impuestos directos, progresivos: la gente que más tiene, más paga. A lo mejor no siempre es absolutamente justo, pero el cambio fue total.

¿Estás viendo que los emigrantes que se habían ido a España están regresando ahora a Ecuador? ¿Están viniendo, incluso, los jóvenes españoles a buscar trabajo aquí?

Eso es evidente. Mi hija, por ejemplo, está terminando ahora la Ingeniería en Geografía y Medioambiente en la Politécnica de aquí. Pues ya tiene dos profesoras españolas. Recién llegadas. Muy preparadas, pero pidiendo trabajo… Ella me dice que algunos profesores sienten celos de ellas, que están muy formadas. Antes, la gente que estábamos aquí estábamos en ONGs, relacionados con la Iglesia y con el mundo de la solidaridad, etc: no había otro tipo de españoles.

¿Te da pena la situación de España?

Me da vergüenza. Me cabrea porque siento que lo que se pasó aquí a finales de los 80 y en los años 90 es lo mismo que están haciendo ahora en España.

No aprendimos en cabeza ajena.

Yo sé que la Unión Europea pone las condiciones y todo esto, Bruselas, la Merkel… pero la crisis no viene sólo de fuera. Realmente, tendría que bastar ver lo que ha hecho aquí el cambio en las políticas públicas para aprender: éramos el Tercer Mundo y ahora el país está desahogado. Ecuador también está enfrentando una crisis por los precios. Pero esta crisis hubiera sido mortal si no se hubieran hecho las políticas de Correa. ¡Qué hubiera sido de este país con la crisis mundial a partir del año 2005 si no hubiera aparecido Correa! Ecuador está creciendo, aunque le afecta, obviamente, el bajo precio del petróleo. Pero todos sabemos que eso también está manipulado por los mercados.

¿Volverá a subir?

Me imagino, porque existe un pacto entre Arabia Saudita y los Estados Unidos. Está relacionado, también, con la situación de lo que ahora se ha visto que está pasando en Yemen.

¿Cómo ves la llegada de Francisco a Roma?

Ha sido un cambio y es una esperanza.

Por lo que tú conoces, ¿se está subiendo la jerarquía a ese carro de Francisco?

Creo que alguna parte de la jerarquía sí, pero no todavía la mayoría. No sé si no están entendiendo lo que está diciendo el Papa Francisco o si no quieren entenderlo. A lo mejor están esperando a que pase…

Y en el pueblo, ¿cómo está reaccionando la gente sencilla?

Realmente, adora al papa. Por ese lado sí veo esperanza.

¿Cierto horizonte abierto?

En general, creo que sí. A pesar de todo lo que podamos decir, al final la gente sigue confiando en que el Espíritu Santo está ahí. En la Iglesia, ha tocado vivir unos años duros. Para mí el principal pecado ha sido que la Iglesia ha perdido sentido para la gente. Las personas que tenemos una cierta formación podemos darnos cuenta de que la Iglesia es una cosa y la fe otra, pero lo que dice no se qué obispo acaba actuando en detrimento de lo que dice el Evangelio… Lo que más me apena de eso es que en Ecuador la Iglesia, que sí había estado comprometida con la gente, se alejó de ella, perdiendo significado para ella.

¿El camino, entonces, es volver a ese modelo eclesial?

No sé por qué nunca se puede volver atrás… Porque en este caso sería el modo de recuperar la cercanía de la Iglesia, de hacerla más viva. Tiene que comprometerse mucho más con la realidad social.

La insistencia del papa de montar el «hospital de campaña» va en esa línea…

Absolutamente. Estamos hartos de obispos-príncipes. Aquí no los habíamos tenido, y durante estos últimos años aparecieron algunos…

Por eso en este momento imagino que os sentís más respaladados: también la tendencia de la Iglesia vuelve a lo que vosotros demandáis.

Nuestra base es la Doctrina Social de la Iglesia, no sólo la Populorum Progresio, encíclica madre de nuestras constantes reflexiones. Estamos ahora reiniciando un curso sobre Doctrina Social de la Iglesia para todo el personal del FEPP y he estado preparándolo con lecturas. Con todo lo que está pasando ahora con la yihad islámica y los otros fundamentalismos, uno se da cuenta de que hay encíclicas absolutamente actuales. La de Juan XXIII que se publicó en el 63 le estaba diciendo a Kennedy lo que tendría que repetir ahora a Obama… Valía para Kruchev y vale para el jeque de Arabia Saudí…

Para terminar, ¿cómo ves el futuro del FEPP?

Con cierta esperanza. Está consolidado: tendrá problemas pero seguirá acompañando a la gente cuando venga una generación joven y no estemos los que lo hemos estado llevando. Ya hay mucha gente joven dentro del FEPP. Lo que intentamos es transmitir esta mística del compromiso, más que reducirlo a un trabajo. Un compromiso que es de fe y político-social y que creo que sigue siendo válido. Hemos tenido propuestas de irnos a otros sitios con sueldos mucho más altos y las hemos rechazado. Y ahora que ya estamos rondando los sesenta años, menos queremos movernos. Sentimos que fundamentalmente es un compromiso: un servicio al país mucho más que un trabajo.

Otros titulares:

-El obispo que fundó el FEPP sintió, tras leer una encíclica de Pablo VI, que Cáritas no era suficiente

-Nos nutrimos de la cooperación internacional y el apoyo del Estado

-Aquí, como en España, muchos de los problemas que tienen los jóvenes es no tener acceso a un empleo

-A través de las redes de Comercio Justo ayudamos a insertar productos en el mercado

-Contra las disputas por la tenencia de la tierra, ayudamos con fondos de crédito a pagar un precio justo

-Hay que buscar que la gente que vive en el sector rural tenga unas condiciones de vida dignas, que no sean inferiores a las de los sectores urbanos

-Intentamos hacer respetar las tierras ancestrales de los indígenas frente a compañías petroleras

-Hemos conseguido duplicar los ingresos de muchas familias

-Antes sólo estábamos los de las ONGs, pero ahora encuentras en Ecuador muchísimos profesionales españoles que han venido buscando trabajo

-Nuestra inspiración es la Doctrina Social de la Iglesia en general

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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