Le mataron por hablar con denuedo contra el apoyo militar USA al Gobierno salvadoreño y por pedir a los soldados que desobedecieran las órdenes de matar a personas inocentes
(Estefanía Aguirre Wachter – Hermanos Maristas).- Amigos de un arzobispo asesinado a balazos mientras celebraba misa subrayan que su beatificación «colma de alegría a cuantos le conocieron». Óscar Romero será beatificado el 23 de mayo, exactamente 35 años después de su asesinato en la capital de El Salvador.
Su beatificación tendrá lugar en San Salvador, en una misa al aire libre en la Plaza del Divino Salvador del Mundo. El Papa Francisco firmó un decreto reconociéndolo como mártir el 3 de febrero.
«La beatificación nos llena de alegría y esperanza a los Maristas que nos mantuvimos tan cercanos a él», afirmó el hermano marista José Antonio López. «Damos por ello gracias al señor… Es el primer santo de El Salvador».
«Espero que su beatificación no se politice y que no se paralice porque eso sería grave para la Iglesia», añadió en una entrevista con la oficina de prensa de la Casa general en Roma.
El Arzobispo Óscar Romero fue asesinado el 20 de marzo de 1980 cuando estaba celebrando misa en la pequeña capilla de un hospital de cáncer donde residía.
Habló en nombre de los pobres y los reprimidos por el gobierno de El Salvador habiendo sido testigo de numerosas violaciones de los derechos humanos.
«Pronto se hizo famoso en el país y en el mundo por la elocuencia de sus discursos y sermones que intentaban frenar, de alguna manera, la violencia de la guerra que se vivía en el país», dijo el hermano López. «Sus homilías tuvieron gran difusión debido a la profundidad de su contenido».
Le mataron por hablar con denuedo contra el apoyo militar de Estados Unidos al Gobierno salvadoreño y por pedir a los soldados que desobedecieran las órdenes de matar a personas inocentes.
«Todos los medios de prensa eran sumamente conservadores, y le atacaban directamente», afirmó el hermano Santiago Otero, un marista español, enseñante en El Salvador en los años 80. El hermano Otero reveló que Romero tenía muy buena relación con los Hermanos, sobre todo en la ciudad de San Miguel. Monseñor Romero tuvo especial cariño por algunos Hermanos, como el Hermano Gregorio Izquierdo, Mariano Blanco, Santiago Cisneros, Moisés Cisneros, Armando Márquez y algunos más», hizo observar.
También reveló el hermano Otero que algunas de esas relaciones no eran tan buenas cuando se le nombró arzobispo porque los maristas eran conservadores. Pero cree que «los jóvenes, y los nacidos en El Salvador, sí están felices de que se beatifique a Monseñor Romero».
El hermano López era amigo de Óscar Romero y le conocía bien.
«Conocí a Monseñor Romero y fuimos muy amigos«, dijo. «Lo conocí cuando este servidor trabajaba en San Miguel y él era párroco de la catedral…» «Muchas veces lo invité a dar conferencias a los hermanos y a los alumnos cuando era arzobispo y le visité en algunas ocasiones», añade.
El hermano cuenta cómo una de esas visitas fue para darle el pésame por la muerte del Padre Rutilio Grande añadiendo que «ahí tuvimos una larga conversación». «Después de su muerte publicaron su diario y en dos distintas páginas, en marzo y octubre, me nombra como uno de sus amigos» dice el hermano López.
Aclaró que Romero nunca fue capellán de algún centro marista, pero en algunas ocasiones se le invitaba para la celebración de acontecimientos religiosos históricamente importantes.
Pero no todos eran amigos de Romero, y de acuerdo con un hermano de Guatemala, «eran años difíciles para la Iglesia centroamericana». «En Nicaragua estaba teniendo éxito la revolución sandinista y comenzaban a sentirse temores, sospechas y desviaciones del gobierno», dijo el hermano Marcelino Ganzaraín.
«Recuerdo que fue en El Salvador donde sentí la fractura eclesial» confesó a la oficina de prensa de la Casa general. El hermano comunicó que los encuentros estaban organizados con un cardenal, obispos, ministros religiosos y gubernamentales de El Salvador y Nicaragua para poder «tener una visión lo más amplia y objetiva posible de las diferentes realidades» en América Central.
«Lo más doloroso fue escuchar la opinión que varios obispos expresaron sobre Romero» observó el hermano Ganzaraín. «Lo acusaban de ambicioso, de traidor y de no ser imparcial.»
Otro marista de El Salvador, hermano Juan Carlos Bolaños Viscarra, también manifestó su gratitud por el anuncio de la beatificación de Romero, subrayando que «los maristas podemos vivir esta beatificación con una sincera y profunda alegría».
«Es una invitación a revitalizar nuestra misión, educando para la paz, la reconciliación, la justicia y los derechos humanos, haciéndonos más presentes en las realidades de pobreza y sufrimiento de El Salvador«, afirmó.