Dios nunca deja de oír el clamor de su pueblo oprimido por un sistema cruel que explota al huérfano y a la viuda
(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en Brasil).- Después de días de intensos debates ha sido clausurado este viernes, 17 de julio, el IV Congreso Nacional de la CPT (Comisión Pastoral de la Tierra, por sus siglas en portugués), que durante esta semana ha tenido lugar en Porto Velho, capital del estado de Rondonia, que forma parte de la Amazonia brasileña.
Han sido momentos de «memoria subversiva del Evangelio», como contempla la carta final, con la que se ha encerrado este encuentro, en el que se celebraban los 40 años de fundación de la Pastoral. Momento de escucha, debate y búsqueda de consensos y desafíos, que permitan responder al grito por justicia del mundo y los hombres y mujeres de hoy.
La CPT fue creada en plena dictadura militar, tiempo de oscuridad, de conflicto, de violencia contra los pequeños. Desde entonces han sido años de rebeldía y fidelidad al Dios de los pobres, a la tierra de Dios y a los pobres de la tierra. El paso de los años ha cambiado las circunstancias, pero la dictadura continúa, camuflada en discursos de desarrollo y progreso, pero que sólo traen consigo violencia, constatada por el hecho de que por tercer año consecutivo, Brasil encabece el ranking mundial de asesinatos de líderes sociales y ambientales.
La situación es tan preocupante que el avance feroz del capitalismo ha colocado en riesgo el destino de la humanidad. Todo con el aval de un Estado vendido a los intereses de las élites del capital, como fue constatado en los muchos testimonios y experiencias que fueron compartidos a lo largo de estos días.
Es tiempo de Rebeldía, de radicalizar la lucha, de volver a las raíces del amor por la tierra y por los pueblos de la tierra, sabiendo que, ante tanta violencia y destrucción, es justo rebelarse, todavía más sabiendo que aquellos que deberían cuidar de la gente se han convertido en cómplices de los opresores. Rebeldía que nace de una realidad de opresión que interpela la conciencia para poder generar esperanza, que ayude a construir nuevas personas y nuevas relaciones con los otros y con la naturaleza.
Por eso, la Carta convoca a todos los que son explotados en este inmenso país, a todas las instituciones, incluidas las diferentes iglesias, a una urgente movilización rebelde y unitaria que lleve a defender el planeta Tierra, nuestra casa común, sus aguas y su biodiversidad.
Los participantes del Congreso reafirman, junto con el Papa Francisco, la necesidad de un cambio, que partiendo de cada uno y de la realidad más próxima, haga posible un cambio estructural que abarque al mundo entero y construya una Tierra Sin Males y del Bien Vivir.
Desde aquí han sido asumidas algunas perspectivas de acción para los próximos años:
– Una reforma agraria que reconozca los territorios de los pueblos indígenas y de las comunidades tradicionales y un justo reparto de la tierra concentrada.
– La formación de los campesinos, campesinas y de los agentes de la CPT, destacando a las comunidades tradicionales, la juventud, las relaciones de género y la agroecología.
– La implicación en todos los procesos de lucha por la educación en y del campo.
– El servicio en la organización, articulación y movilización de los pueblos indígenas, de la comunidades de descendientes de esclavos, pescadores artesanales y mujeres campesinas.
– La intensificación del trabajo en la base.
– La sustentabilidad pastoral, política y económica de la CPT.
Es tiempo de rebeldía profética, de hacer realidad los anhelos de Dios, que nunca deja de oír el clamor de su pueblo oprimido por un sistema cruel que explota al huérfano y a la viuda, ante el descaso de una sociedad que mira para el otro lado y de muchos que diciendo creer en Él, nunca le reconocen en aquel que sufre.