Chile y Noruega son acompañantes del proceso de paz y el secretario general de la ONU también participa en la negociación
El papa Francisco declaró este domingo en La Habana, sede de las negociaciones de paz para Colombia, que no puede haber «otro fracaso» en el camino de la paz y la reconciliación en ese país, que vive un conflicto armado interno desde hace medio siglo.
«Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación», dijo el papa argentino al dirigir su pensamiento «a la querida tierra de Colombia», en la lectura del Angelus tras la misa campal en la Plaza de la Revolución de La Habana.
«En este momento me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida tierra de Colombia, consciente de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz», añadió Francisco en alusión a las negociaciones entre el gobierno de ese país y la guerrilla comunista de las FARC en Cuba.
Las negociaciones de paz de La Habana, iniciadas en noviembre de 2012, buscan poner fin a un conflicto armado que ha dejado en medio siglo 220.000 muertos y seis millones de desplazados, según cifras oficiales.
El gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han desarrollado negociaciones de paz anteriormente, la última vez a fines de los años 90 y comienzos de los 2000, pero terminaron en fracaso y se reanudaron las hostilidades.
El comandante Pastor Alape, uno de los negociadores de la guerrilla en La Habana y quien seguía las actividades del papa en la televisión cubana, dijo que el llamado de Francisco fortalece la decisión de las FARC de alcanzar la paz.
«Este llamamiento que hace el papa fortalece esa decisión (de lograr la paz) en cuanto al conjunto de las FARC y estamos seguros de que en el país muchos sectores están viendo con más esperanza la construcción de la paz», declaró Alape a la AFP.
«Mantenemos el optimismo, el proceso ha logrado mucho más apoyos y no será un nuevo fracaso, será un éxito del pueblo colombiano», agregó el jefe guerrillero.
El papa manifestó «que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso en esta bella Isla, para una definitiva reconciliación».
«Y así la larga noche de dolor y de violencia, con la voluntad de todos los colombianos, se pueda transformar en un día sin ocaso de concordia, justicia, fraternidad y amor en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional e internacional, para que la paz sea duradera», añadió.
Hasta ahora las partes han consensuado tres de los seis puntos de la agenda y actualmente debaten sobre reparación de las víctimas, que incluye el tema de justicia, mientras una ‘subcomisión’ conjunta prepara paralelamente planes para un cese al fuego definitivo.
Desde julio rige en Colombia una tregua unilateral de las FARC y el presidente Santos ordenó suspender los bombardeos a posiciones rebeldes, lo que ha permitido un desescalamiento del prolongado conflicto, el último en América.
Cuba y Noruega son países «garantes» del proceso de paz, mientras que Chile y Venezuela son «acompañantes».
Además, Estados Unidos, el secretario general de la ONU y la presidencia de UNASUR, ejercida por Uruguay, designaron emisarios que se han reunido con ambas delegaciones negociadoras en La Habana.
Llamamiento del Papa por la paz en Colombia completo:
Agradezco al Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, sus amables palabras, así como a mis hermanos Obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos. Saludo también al Señor Presidente y a todas las autoridades presentes.
Hemos oído en el evangelio cómo los discípulos tenían miedo de preguntar a Jesús cuando les habla de su pasión y muerte. Les asustaba y no podían comprender la idea de ver a Jesús sufriendo en la Cruz. También nosotros tenemos la tentación de huir de las cruces propias y de las cruces de los demás, de alejarnos del que sufre. Al concluir la santa Misa, en la que Jesús se nos ha entregado de nuevo con su cuerpo y su sangre, dirijamos ahora nuestros ojos a la Virgen, Nuestra Madre. Y le pedimos que nos enseñe a estar junto a la cruz del hermano que sufre. Que aprendamos a ver a Jesús en cada hombre postrado en el camino de la vida; en cada hermano que tiene hambre o sed, que está desnudo o en la cárcel o enfermo. Junto a la Madre, en la Cruz, podemos comprender quién es verdaderamente «el más importante», y qué significa estar junto al Señor y participar de su gloria.
Aprendamos de María a tener el corazón despierto y atento a las necesidades de los demás. Como nos enseñó en las Bodas de Caná, seamos solícitos en los pequeños de detalles de la vida, y no cejemos en la oración los unos por los otros, para que a nadie falte el vino del amor nuevo, de la alegría que Jesús nos trae.
En este momento me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida tierra de Colombia, «consciente de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz». Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso en esta bella Isla, para una definitiva reconciliación. Y así la larga noche de dolor y de violencia, con la voluntad de todos los colombianos, se pueda transformar en un día sin ocaso de concordia, justicia, fraternidad y amor en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional e internacional, para que la paz sea duradera. Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación.
Les pido ahora que se unan conmigo en la plegaria a María, para poner todas nuestras preocupaciones y aspiraciones cerca del Corazón de Cristo. Y de modo especial, le pedimos por los que han perdido la esperanza, y no encuentran motivos para seguir luchando; por los que sufren la injusticia, el abandono y la soledad; pedimos por los ancianos, los enfermos, los niños y los jóvenes, por todas las familias en dificultad, para que María les enjugue sus lágrimas, les consuele con su amor de Madre, les devuelva la esperanza y la alegría. Madre santa, te encomiendo a estos hijos tuyos de Cuba: ¡No los abandones nunca!
(RD/Agencias)