Cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana, verdaderos espacios de libertad, verdaderos centros de humanidad
(José M. Vidal).- Encuentro del Papa con las familias en la catedral de Santiago de Cuba. Ante ellos, en su penúltimo acto en la isla, antes de la ceremonia oficial de despedida en el aeropuerto, el Papa dió las gracias a Cuba y dijo haberse sentido «en casa». Y, por supuesto, hizo un canto a la familia, que nos salva de «la fragmentación y de la masificación».
Le recibe el obispo de Santiago de Cuba, Dionisio García: «En 2017 esta diócesis cumplirá los quinietnos años de ser erigida».
«San Antonio María Claret fue uno de mis antecesores en esta sede»
«Quinientos años de presencia permanente del Evangelio en esta tierra»
«La familia cubana es alegre y luchadora, quiere permanecer unida, ha transmitido la fe a los hijos y a los nietos»
«Ha sido la referencia del Evangelio y de la Iglesia»
«La familia es la institución más valorada por los cubanos»
«Hay una fuerte caída de la natalidad. Nuestro país envejece, comprometiendo así su futuro»
«Santiago de Cuba tiene una identidad propia»
«Ore por nuestra ciudad y la bendiga»
Después del obispo, una familia, con sus hijos, le da la bienvenida.
El Papa les abraza, les regala un rosario y los bendice, mientras dice sonriendo: «Vamos a darla un aplauso a nuestro hermano. Feliz cumpleaños a nuestros hermano, que cumple hoy 36 años»
Tras el aplauso, el Papa lee una oración sobre la familia.
«Transforma nuestra familias en pequeñas iglesias domésticas»
«Devuelve a nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia»
«Que cada familia sea habitación acogedora de bondad y de paz para niños y ancianos»
«Para quien está enfermo y sólo, para quien es pobre y necesitado»
Tras la oración del Papa, la lectura del pasaje del Evangelio de Juan de las bodas de Caná de Galilea.
Algunas frases de la alocución del Papa
«Estamos en familia y, cuando uno está en familia, se siente en casa»
«Gracias a las familias cubanas por hacerme sentir todos estos días en familia, en casa»
«Este encuentro viene a ser como la frutilla de la torta»
«Gracias por el calor que brota de gente que sabe recibir, acoger y hacer sentir en casa»
«Gracias a todos los cubanos»
«Gracias a monseñor Dionisio García»
«En Caná, Jesús está con Marúa, su madre, y con algunos discípulos»
«Las bodas son momentos especiales en la vida de muchos»
«Da alegría al alma ver a los hijos crecer y que puedna formar su hogar»
«Valió la pena todo por lo que se ha luchado»
«Acompañar a los hijos y sostenerlos es un gran desafío para los padres»
«La alegría de los jóvenes esposos con todo un futuro que comienza»
«Todo tiene sabor a casa nueva, a esperanza»
«En las bodas, hay memoria y esperanza»
«Jesús comienza su vida en el seno de un hogar»
«A Jesús le gusta meterse en la familia»
«Se manifiesta también en las comidas y en las cenas»
«Va a casa de sus amigos, pero sin ser selectivo. No le importa si hay publicanos y pecadores»
«Quédense en la casa que los reciba»
«Recuerdo en mi diócesis anterior que muchas familias me comentaban que el único momento que tenían para estar juntos era normalmente en las cenas»
«No hay que tener miedo a las peleas entre marido y mujer»
«Tengo más miedo a los matrimonios que me dicen que nunca tuvieron una discusión. Raro, raro»
«Jesús elige estos momentos para mostrarnos el amor de Dios y entrar en nuestras casas»
«Es en casa, donde aprendemos la fraternidad, la solidaridad»
«Aprendemos en casa a recibir y a agradecer la vida como una bendición»
«En casa experimentamos el perdón»
«Es curioso. En casa no hay lugar para las caretas. Somos lo que somos».
«Iglesias domésticas. En el calor del hogar, la fe empapa cada rincón»
«En muchas culturas, hoy en día, van desapareciendo estos espacios y estos momentos familiares»
«Todo lleva a separarse y a aislarse. Escasean los momentos en común»
«NO se sabe esperar, no se sabe pedir permiso ni perdón, ni dar gracias»
«Hace poco, una persona que trabaja conmigo me contaba que su esposa e hijos se habían ido de vacaciones y se había quedado solo. EL primer día la casa estaba toda en silencio y en paz. Estaba feliz. Al tercer día, cuando le pregunto cómo está: quiero que vengan ya de vuelta todos. Sentía que no podía vivir sin su esposa y sus hijos»
«Sin familia, sin calor de hogar, la vida se vuelve vacía»
«Faltan las redes que nos sostienen en la adversidad y nos alimentan en la cotidianeidad»
«La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentacióm y la masificación»
«La familia es escuela de humanidad, que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros»
«Los egoísmos quedan chiquitos en familia»
«Sin familia, personalidades centradas en si mmísmas: yo,mi,me, conmigo y para mí»
«A pesar de tantas dificultades, no nos olvidemos de que las familias no son un problema, sino una oportunidad, que tenemos que cuidar, proteger y acompañar»
«Es una manera de decir que la familia es una bendición»
«Se discute mucho hoy sobre el futuro del mundo que queremos dejar a nuestros hijos»
«Una respuesta se encuentra en mirarlos a ustedes: dejemos un mundo con familia. Es la mejor herencia»
«Es cierto que no existe la familia perfecta. Pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana»
«El amor siempre se compromete con las personas que ama»
«Cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana, verdaderos espacios de libertad, verdaderos centros de humanidad»
«Me viene una imagen. Cuando en las uadiencias de los miércoles, paso a saludar a la gente…tantas mujeres me muestran la panza y me dicen: Padre, me lo bendice»·
«Les voy a proponer algo a todas las mujeres que están emabarazadas de esperanza, porque un hijo es una esperanza, que en este momento se toquen la panza. Y yo a cada una de ellas, a cada chico o chica qaue está ahí adentro esperando, le doy la bendición».
«Y deseo que benga sanito, que crezca bien y que lo pueda criar con amor»
«Acaricien al hijo que están esperando»
«La eucaristía es la cena de la familia de Jesús»
«Jesús es el pan de vida de nuestra familia»
«En unos días participaré en el encuentro mundial de la familia y en el Sínodo de los obispos que tiene como tema la familia»
«Recen, para que sepamos entre todos ayudarmos a cuidar la familia»
La liturgia termina con un bello himno a Santiago, patrón de la ciudad, y con el Papa rezando ante su imagen.
Sale el Papa por el pasillo central de la catedral y, en las escalinatas, bendice a la ciudad.
«Les saludo y les agradezco la calurosa acogida, que me hace sentir como en casa»
«Una palabra de esperanza»
«Mirando hacia atrás, memoria de aquellos que nos fueron trayendo a la vida. Memoria especieal de los abuelos. No descuidemos a los abuelos. Los abuelos son nuestra memoria viva»
«Mirando hacia adelante, los niños y los jóvenes, que son la fuerza de un pueblo»
«U pueblo que cuida a sus abuelos, a los niños y a los jóvenes tiene el triunfo asegurado»
«Que Dios los bendiga. Adiós y gracias»
Discurso completo del Papa
Estamos en familia. Y cuando uno está en familia se siente en casa. Gracias familias a ustedes familias cubanas, gracias cubanos por hacerme sentir todos estos días en familia, por hacerme sentir en casa. Gracias por todo esto. Este encuentro con ustedes viene a ser como «la frutilla de la torta». Terminar mi visita viviendo este encuentro en familia es un motivo para dar gracias a Dios por el «calor» que brota de gente que sabe recibir, que sabe acoger, que sabe hacer sentir en casa. Gracias a todos los cubanos.
Agradezco a Mons. Dionisio García, Arzobispo de Santiago, el saludo que me ha dirigido en nombre de todos y al matrimonio que ha tenido la valentía de compartir con todos nosotros sus anhelos y esfuerzos por vivir el hogar como una «iglesia doméstica».
El Evangelio de Juan nos presenta como primer acontecimiento público de Jesús las Bodas de Caná, en la fiesta de una familia. Ahí está con María su madre y algunos de sus discípulos compartiendo la fiesta familiar.
Las bodas son momentos especiales en la vida de muchos. Para los «más veteranos», padres, abuelos, es una oportunidad para recoger el fruto de la siembra. Da alegría al alma ver a los hijos crecer y que puedan formar su hogar. Es la oportunidad de ver, por un instante, que todo por lo que se ha luchado valió la pena. Acompañar a los hijos, sostenerlos, estimularlos para que puedan animarse a construir sus vidas, a formar sus familias, es un gran desafío para todos los padres. A su vez, la alegría de los jóvenes esposos. Todo un futuro que comienza, todo tiene «sabor» a casa nueva, a esperanza. En las bodas, siempre se une el pasado que heredamos y el futuro que nos espera. Hay memoria y esperanza. Siempre se abre la oportunidad para agradecer todo lo que nos permitió llegar hasta el hoy con el mismo amor que hemos recibido.
Y Jesús comienza su vida pública precisamente en una boda. Se introduce en esa historia de siembras y cosechas, de sueños y búsquedas, de esfuerzos y compromisos, de arduos trabajos que araron la tierra para que ésta dé su fruto. Jesús comienza su vida en el interior de una familia, en el seno de un hogar. Y es en el seno de nuestros hogares donde continuamente Él se sigue introduciendo, Él sigue siendo parte. Le gusta meterse en la familia.
Es interesante observar cómo Jesús se manifiesta también en las comidas, en las cenas. Comer con diferentes personas, visitar diferentes casas fue un lugar privilegiado por Jesús para dar a conocer el proyecto de Dios. Él va a la casa de sus amigos -Marta y María-, pero no es selectivo, no le importa si hay publicanos o pecadores, como Zaqueo. Va a la casa de Zaqueo. No sólo Él actuaba así, sino cuando envió a sus discípulos a anunciar la buena noticia del Reino de Dios, les dijo: «Quédense en la casa que los reciba, coman y beban de los que ellos tengan» (Lc 10,7). Bodas, visitas a los hogares, cenas, algo de «especial» tendrán estos momentos en la vida de las personas para que Jesús elija manifestarse allí.
Recuerdo en mi diócesis anterior que muchas familias me comentaban que el único momento que tenían para estar juntos era normalmente en la cena, a la noche, cuando se volvía de trabajar, donde los más chicos terminaban la tarea de la escuela. Era un momento especial de vida familiar. Se comentaba el día, lo que cada uno había hecho, se ordenaba el hogar, se acomodaba la ropa, se organizaban tareas fundamentales para los demás días, los chicos se peleaban, pero era el momento. Son momentos en los que uno llega también cansado y alguna que otra discusión, alguna que otra «pelea» aparece, pero no hay que tenerla miedo. Yo tengo miedo a los matrimonios que nunca tuvieron una discusión, raro, es raro. . Jesús elije estos momentos para mostrarnos el amor de Dios, Jesús elije estos espacios para entrar en nuestras casas y ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo y actuando en nuestras cosas cotidianas. Es en casa donde aprendemos la fraternidad, la solidaridad, donde aprendemos a no ser avasalladores. Es en casa donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante. Es en casa donde experimentamos el perdón, y estamos continuamente invitados a perdonar, a dejarnos transformar. Que curioso, en casa no hay lugar para las «caretas», somos lo que somos y de una u otra manera estamos invitados a buscar lo mejor para los demás.
Por eso la comunidad cristiana llama a las familias con el nombre de iglesias domésticas, porque en el calor del hogar es donde la fe empapa cada rincón, ilumina cada espacio, construye comunidad. Porque en momentos así es como las personas iban aprendiendo a descubrir el amor concreto y el amor operante de Dios.
En muchas culturas hoy en día van despareciendo estos espacios, van desapareciendo estos momentos familiares, poco a poco todo lleva a separarse, aislarse; escasean momentos en común, para estar juntos, para estar en familia. Entonces no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso ni perdón, no se sabe dar gracias, porque la casa va quedando vacía, no de gente, sino vacía de relaciones, vacía de contactos, vacía de encuentros, de padres, hijos abuelos, nietros, hermanos. Hace poco, una persona que trabaja conmigo me contaba que su esposa e hijos se habían ido de vacaciones y él se había quedado solo, porque le tocaba trabajar esos días. El primer día, la casa estaba toda en silencio, «en paz», nada estaba desordenado. Al tercer día, cuando le pregunto cómo estaba, me dice: quiero que vengan ya todos de vuelta. Sentía que no podía vivir sin su esposa y sus hijos, y eso es lindo, eso es lindo.
Sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación (la división) y la masificación. En ambos casos, las personas se transforman en individuos aislados fáciles de manipular y de gobernar. Y entonces encontramos en el mundo sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas son consecuencia de la ruptura de los lazos familiares, cuando se pierden las relaciones que nos constituyen como personas, que nos enseñan a ser personas. Uno se olvida de como se dice mamá, papa… se van como olvidando esas relaciones que son el fundamento del nombre que tenemos.
La familia es escuela de humanidad, que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. Cuando vivimos bien en familia, los egoísmo quedan chiquitos, existen porque todos tenemos algo de egoísta, pero sino se crean esas familias que podemos llamar así «yo me mí, que no saben de discusiones, de solidaridad…»
A pesar de tantas dificultades como aquejan hoy a nuestras familias, no nos olvidemos de algo, por favor: las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger, acompañar. Es una manera de decir que son una bendición. Cuando vos comenzar a vivir la vida como un problema te estancás, porque estás muy centrado en ti mismo.
Mucho se discute sobre el futuro, sobre qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos. Creo que una de las posibles respuestas se encuentra en mirarlos a ustedes: dejemos un mundo con familias, es la mejor herencia, dejemos un mundo con familias. Es cierto, no existe la familia perfecta, no existen esposos perfectos, padres perfectos ni hijos perfectos, ni suegra perfecta, pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama, el amor siempre se compromete con las personas que ama. Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos centros de humanidad.
Y aquí me viene una imagen cuando en las audiencias de los miércoles paso a saludar a la gente, tantas, tantas mujeres me muestran la panza y me dicen «¿Padre me lo bendice?», le voy a proponer algo, a todas aquellas mujeres que están embarazadas de esperanza que en este momento se toquen la panza, o las que están escuchando por radio o por televisión, y yo a cada una de ellas y a cada niño le doy la bendición, y deseo que venga sanito, que crezca bien, que lo pueda criar bien, que lo acaricien».
No quiero terminar sin hacer mención a la Eucaristía. Se habrán dado cuenta que Jesús quiere utilizar como espacio de su memorial, una cena. Elige como espacio de su presencia entre nosotros un momento concreto en la vida familiar. Un momento vivido y entendible por todos, la cena.
Y la Eucaristía es la cena de la familia de Jesús, que a lo largo y ancho de la tierra se reúne para escuchar su Palabra y alimentarse con su Cuerpo. Jesús es el Pan de Vida de nuestras familias, Él quiere estar siempre presente alimentándonos con su amor, sosteniéndonos con su fe, ayudándonos a caminar con su esperanza, para que en todas las circunstancias podamos experimentar que es el verdadero Pan del cielo.
En unos días participaré junto a familias del mundo en el Encuentro Mundial de las Familias y en menos de un mes en el Sínodo de Obispos, que tiene como tema la Familia. Los invito a rezar, les pido por favor que recen por estas dos instancias, para que sepamos entre todos ayudarnos a cuidar la familia, para que sepamos seguir descubriendo al Emmanuel, es decir al Dios que vive en medio de su Pueblo haciendo de cada familia y de todas las familias su hogar. Cuento con la oración de ustedes.