En dos años el Papa ha hecho que se vuelva a respetar a la Iglesia y hasta R. Castro se está planteando volver al catolicismo
Bajo fuertes medidas de seguridad, la ciudad de Washington se prepara para la visita del Papa Francisco, que ha llegado a la capital estadounidense procedente de Cuba. Los estadounidenses se preparan para tres días de calles cortadas, metros y autobuses llenos, aglomeraciones, fuertes controles de seguridad y líneas de telefonía móvil saturadas con motivo de la visita del pontífice.
La visita del Pontífice está considerada por el Departamento de Seguridad Nacional «un evento nacional de seguridad especial». Aunque no hay amenazas creíbles contra Francisco, las autoridades estadounidenses han reforzado las medidas de seguridad para evitar atentados terroristas o ataques de «lobos solitarios».
Expertos comparan el impacto que tendrá la visita del Papa en la vida diaria de la ciudad a la ceremonia de toma de posesión de los presidentes estadounidenses. Pero el radio en el que se moverá Jorge Bergoglio es mayor que en una toma de posesión, por lo que varios barrios de la ciudad se verán afectados por las restricciones.
Por eso, las autoridades de la ciudad aconsejan no utilizar el auto estos días y viajar en transporte público. Aunque el Gobierno federal abrirá sus puertas, han aconsejado a sus trabajadores que trabajen desde casa. Y varias escuelas cerrarán sus puertas.
Coincidiendo con la visita del Papa, el Servicio Secreto de Estados Unidos (USSS, por sus siglas en inglés) ha lanzado una nueva web y una aplicación para teléfonos móviles gratuita en la que los estadounidenses podrán recibir alertas de seguridad e información de interés. Francotiradores vigilarán desde las azoteas de los edificios el recorrido del Pontífice para evitar atentados.
Con la excepción del recorrido que el Papa hará en «papamóvil» por la Elipse, el parque situado al sur de la Casa Blanca, para la mayoría de eventos en Washington se necesita tener un boleto.
Además de las armas y bebidas alcohólicas, está prohibido llevar neveras portátiles, mochilas, bicicletas y palos de «selfies», entre otros objetos. También está prohibido el uso de drones durante la visita del Papa.
Los líderes en el Congreso enviaron un memorándum dando instrucciones a los congresistas y senadores para que se comporten durante la visita del Papa y no traten de darle un apretón de manos, de tocarlo o hacerse «selfies» con el Pontífice.
En algunas tiendas y puestos callejeros venden recuerdos de la visita de Francisco, desde camisetas hasta muñecos del pontífice, pasando por libros de oraciones y rosarios.
El Papa también ha servido de inspiración a los dueños del restaurante «Rumors», en el centro de Washington, que vende el sándwich «Holy Land» (Tierra Santa). Lleva filete de pollo con chimichurri, queso provolone y salsa vinagreta, entre otros ingredientes.
El Papa Francisco visitará Estados Unidos del 22 al 27 de septiembre, procedente de Cuba. Entre los actos previstos en su programa destacan sus discursos ante el Congreso de Estados Unidos y la Asamblea General de Naciones Unidas, una misa multitudinarioa en el Madison Square Garden de Nueva York y su participación en la clausura del Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.
En cuanto a sus fieles, lejos de alarmarse por sus condenas al consumismo y la codicia y por su actitud más tolerante hacia los gays y el aborto, que tanto inquietan a los conservadores de Estados Unidos, el clero hispano del país se identifica plenamente con la prédica de Francisco, el «papa villero» que habla español y defiende a los pobres.
«Los reverendos hispanos que yo conozco están muy a favor de esta apertura del papa. Lo ven como un renacer de la Iglesia, como recuperar un prestigio que había perdido», dijo el sacerdote argentino Carlos Mullins, quien lleva 40 años en Nueva York sirviendo a la comunidad hispana. «Unos años atrás la Iglesia católica estaba muy desprestigiada por los casos de pedofilia. El papa en dos años ha logrado que se vuelva a respetar a la Iglesia, a no ver únicamente lo negativo. Hasta Raúl Castro ha dicho que el papa ‘está logrando que yo vuelva a ser católico»’.
Los sacerdotes de origen latinoamericano aseguran que el papa, que el 22 de septiembre inició una visita a Estados Unidos, es un hombre comprensivo, que habla claro y ni juzga ni condena a nadie; quiere estar en contacto directo con la gente y no contradice la doctrina de la iglesia ni la está cambiando.
Para el obispo Daniel Flores de Brownsville, Texas, presidente del Comité para la Diversidad Cultural en la iglesia de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), Francisco ha dado «una respuesta muy cristiana» a temas de actualidad debido a su preocupación por el ser humano y las personas que sufren. El pontífice desea escuchar al pueblo y darle una respuesta «humana», señaló. Además, habla con espontaneidad.
«Es un nuevo modo de hablar. Afecta el modo de recibir el mensaje«, opinó Flores. «El Evangelio es el Evangelio y el papa lo anuncia con mucha fuerza».
Francisco sorprendió a muchos en el 2013 con su famosa frase «¿y quién soy yo para juzgar?» cuando se le preguntó sobre curas gays. A pesar de que se opone al matrimonio homosexual, el papa ha animado a la Iglesia a ser menos crítica y más misericordiosa con los homosexuales. Sus comentarios han sido considerados mucho menos sentenciosos que los de su predecesor Benedicto XVI, quien firmó un documento en el 2005 diciendo que los hombres con claras tendencias homosexuales no deberían ser sacerdotes.
Por otro lado, el pontífice anunció recientemente que permitirá que sacerdotes comunes absuelvan a las mujeres que se arrepientan en confesión por haber abortado durante el llamado Año de la Misericordia.
Francisco ha sido criticado por políticos republicanos e instituciones como el Instituto Acton, organización conservadora de Missouri que estudia la religión, debido a sus denuncias de sistemas económicos que «idolatran» el dinero por encima de las personas y a sus afirmaciones de que la economía mata y excluye. Representantes del centro han dicho que, por el contrario, la globalización ayudará a los países más pobres.
Francisco también ha pedido que las mujeres jueguen papeles más importantes en el manejo de la iglesia.
Aproximadamente un 3% de los sacerdotes en Estados Unidos se describen como hispanos, según datos del Center for Applied Research in the Apostolate, un centro de investigación afiliado a la Universidad de Georgetown. Un total de 4.544 parroquias en el país – es decir un 26% del total – sirven de forma específica a comunidades católicas hispanas, asegura el centro. Para los jóvenes hispanos que estudian en el seminario eclesiástico de San José, en Yonkers, a las afueras de Nueva York, la visita de Francisco tendrá un impacto que se sentirá por años.
«Ahora se nota el reflejo de la visita del papa Benedicto aquí (hace siete años)», expresó Osvaldo Hernández, un seminarista dominicano de 28 años. «Veremos como el papa Francisco lleva a los jóvenes su mensaje de servir«.
Otros seminaristas como el boliviano Saúl Llacsa, de 29 años; el puertorriqueño José Arroyo, de 31; el mexicano Erialdo Ramírez, de 26 y el salvadoreño Daniel Rivera, de 32, servirán en las Vísperas de la Catedral de San Patricio o en la misa del estadio Madison Square Garden cuando el pontífice hable en ambos lugares.
Ramírez destacó como el primer papa latinoamericano «está conectado culturalmente con nosotros«. Pero la devoción por Francisco parece rebasar los lazos culturales.
«Es un papa genuino que habla desde el corazón. Siempre está apegado a la gente, es un papa de pueblo«, opinó Vargas. Rivera señaló que, además, Francisco no contradice las enseñanzas de la iglesia y no actúa de forma imprudente.
«Su mensaje está meditado y orado», señaló. «Es su personalidad la que es distinta«. Ramírez comentó que, sin embargo, existe el peligro de que se banalice la figura del papa y que entonces no se le recuerde.
Francisco dará sólo cuatro de sus 18 discursos en Estados Unidos en inglés, mientras que hablará en español en la gran mayoría de sus homilías, saludos y otras declaraciones. Además del idioma, otro elemento en común que el papa tiene con el clero hispano es que éste sirve a comunidades de bajos recursos, al igual que el papa hizo en Argentina, donde sirvió en villas miseria, como se denomina a los barrios marginales.
La inmigración es uno de los temas que el clero hispano espera sea prioritario para Francisco, sobre todo ahora que el país vive un agitado debate sobre el tema tras las polémicas declaraciones del aspirante republicano a la presidencia Donald Trump en contra de inmigrantes sin autorización.
Luis Saldaña, un reverendo mexicano y director espiritual del seminario, dijo que también espera oír al pontífice hablar sobre el tema migratorio debido a la crisis de refugiados que vive Europa.
«Creo que él será muy directo a la hora de hablar sobre la necesidad de ayudar a los inmigrantes», señaló. Que reduzca divisiones es algo que los hispanos católicos en Estados Unidos quieren oír del pontífice. «Espero que el papa dé el mensaje de que todos estamos aquí y que Dios no hace diferencias, que todos somos lo mismo, que todos somos humanos», dijo Pepe Valdés, uno de los integrantes de la Asociación Católica de Líderes Hispanos que verán al papa en Filadelfia durante el Encuentro Mundial de Familias.
Por su lado, después de un peregrinaje de cien millas, cien mujeres llegaron hoy a Washington al grito de «¡sí se puede!» y con decenas de pancartas de colores, en las que pidieron al papa Francisco que «toque el corazón» de EE.UU. y tienda su mano a los millones de inmigrantes indocumentados del país.
«Este peregrinaje es como el que hacemos todos los inmigrantes indocumentados para llegar a EEUU. Es un camino de pérdida y esperanza», relató a Efe la mexicana Juana Flores, una de las peregrinas que arribó a la iglesia católica de Plymouth, en Washington, en coincidencia con la llegada del papa Francisco.
La recepción de las mujeres ante dicho templo se convirtió en una fiesta con abrazos, besos, gritos de alegría y cánticos religiosos, que se mezclaron con algunos himnos de los trabajadores del campo, como «De colores», y estandartes de tela de color azul celeste en donde brillaban frases del papa Francisco.
«A la globalización de la migración hay que responder con la globalización de la caridad y la cooperación», rezaba uno de los estandartes, que se hacía eco de un mensaje escrito por el papa en 2014 con ocasión de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que se celebra en enero.
Para mujeres como Juana Flores, la primera visita a EEUU del primer pontífice latinoamericano representa una oportunidad para pedir solidaridad, respeto e igualdad al país en el que eligieron vivir y adonde llegaron con duras caminatas a través del desierto o arriesgando su vida a nado por el Río Grande.
«Fui a ratos caminando y a ratos corriendo. Un ‘coyote’ (traficante de personas) me trajo a mí por la frontera de EEUU con Tijuana (México) y otro ‘coyote’ llevó a mis hijos. Fue bien duro, recuerdo que en ese momento tenía miedo de perder a mis niños», revive Flores, que ahora vive en San Francisco (California).
«Durante estas cien millas he pensado en ese camino que hice para llegar a EEUU. Lo relaciono mucho. Es un peregrinaje de pérdida, perdí mi tierra, mi familia, mis raíces…Pero también es un peregrinaje de esperanza por un futuro mejor», añadió Flores, que fue monja de clausura durante diez años en Oaxaca (México).
La vida de las mujeres ha estado plagada de desafíos y algunas de ellas fueron deportadas antes de poder participar en la protesta, que comenzó el 15 de septiembre frente a la prisión del condado de York (Pensilvania), donde los organizadores de la marcha aseguran que hay encerrados varios inmigrantes a la espera de ser deportados.
Para hacer presentes a los que no pudieron acudir, un grupo de peregrinas portó durante toda la marcha una pancarta con el lema «No más deportaciones» y en la que algunas inmigrantes deportadas como «Mirna» escribieron: «Presidente Obama, pido a Dios que nos ayude a reunirnos con nuestros familiares».
Con un deseo similar, Esperanza Domínguez, mexicana que vive en Denver (Colorado) decidió ponerse las botas y emprender la marcha. «Por solidaridad con mi gente, por amor a mi familia, porque al igual que toda esta gente también soy inmigrante y Dios me ha encomendado la misión de traer amor y unidad para que el papa pueda ver el sufrimiento de los inmigrantes y sea la voz que necesitamos para tocar el corazón de EEUU», dijo a Efe Domínguez.
La mujer, que sufre cáncer de huesos, asistirá mañana junto a otras nueve compañeras del grupo a una ceremonia que se celebrará en el jardín de la Casa Blanca, adonde tienen previsto acudir 15.000 personas y en donde el presidente Barack Obama tiene previsto saludar al santo padre.
Después del multitudinario recibimiento, las mujeres recorrieron algunas calles de Washington con sus pancartas y cánticos para llegar, pasadas las cuatro de la tarde (ET), a la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, una de las iglesias más grandes de Estados Unidos.
Las cien mujeres tienen previsto celebrar una vigilia esta noche en la plaza de McPherson, a pocos metros de la Casa Blanca, recuperar fuerzas, curarse las ampollas del camino y rezar juntas para que el papa Francisco escuche sus ruegos y alce su voz en defensa de los indocumentados.
La llegada del pontífice a Washington ha generado gran expectación entre la comunidad inmigrante, que espera que el papa se ponga de su lado con un mensaje de reconciliación en un momento en el que el debate migratorio está a flor de piel ante la cercanía de las elecciones presidenciales de 2016.
(RD/Agencias)