Apostar por esta forma de ser Iglesia, durante muchos años, tuvo sus riesgos. Y hoy vemos cómo el propio Papa defiende la necesidad de "caminar juntos" y que "nadie puede ser elevado por encima de los demás"
(Luis Miguel Modino, misionero. Corresponsal de RD en Brasil).- Una vez, estando de vacaciones en España, una mujer me dijo «usted debe estar enseñando muchas cosas a aquella gente». Mi respuesta fue «estoy aprendiendo más de lo que enseño». Escribo esto hoy, día del DOMUND, y lo hago después de leer el Discurso del Papa Francisco con motivo del 50 aniversario del Sínodo de los Obispos.
Lo que el Obispo de Roma dijo ayer no es una novedad para mí, pero sí que es la constatación de que los sueños pueden hacerse realidad y que creer en cambios no es una utopía.
Escuchar del Papa que «todo Bautizado, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización y sería inadecuado pensar a un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados en el cual el resto del Pueblo fiel sería solamente receptivo de sus acciones». El sensus fidei impide separar rígidamente entre Ecclesia docens ed Ecclesia dicens, ya que también la Grey posee un «instinto» propio para discernir los nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia», me lleva a constatar que aquello que siempre digo y que ayer decía para los animadores de las comunidades en un encuentro de formación no es una herejía, que todos podemos ser instrumento de Dios en la vida del otro, que la misión depende de todos los que formamos parte de la Iglesia, que no es sólo cosa de curas, como muchos todavía piensan.
Ese instinto para discernir los nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia, del que Francisco habla, me lleva a pensar en tantos hombres y mujeres con los que conviví en estos años de misión, gente del campo, muchos analfabetos o semi-analfabetos, pero con una Sabiduría que muchos de los que estudiamos largos tratados de teología nunca llegamos a vislumbrar. Gente que es misionero, que no tiene miedo de salir de casa ni del templo para ir al encuentro de ese Dios que se hace presente en la vida de la gente. ¡Cuánto me enseñaron y continúan enseñándome!
Francisco reconoce que «como dice San Juan Crisóstomo, «Iglesia y Sínodo son sinónimos» – porque la Iglesia no es otra cosa que el «caminar juntos» de la Grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de a Cristo Señor – entendemos también que en su interior nadie puede ser «elevado» por encima de los demás. Al contrario, en la Iglesia es necesario que alguno «se abaje» para ponerse al servicio de los hermanos a lo largo del camino».
Todavía recuerdo lo dicen que las Directrices para la Acción Evangelizadora de la diócesis de Ruy Barbosa, en la que camino desde que llegué a Brasil en 2006, «queremos construir una Iglesia donde todos, obispo, padres, religiosos y religiosas, laicos y laicas sean protagonistas». Apostar por esta forma de ser Iglesia, durante muchos años, tuvo sus riesgos. Y hoy vemos cómo el propio Papa defiende la necesidad de «caminar juntos» y que «nadie puede ser elevado por encima de los demás». En una Iglesia en la que el clero se auto-eleva y es elevado por la mayoría, las palabras del Papa nos traen el aire fresco del Evangelio, la denuncia profética de una realidad que ya estaba presente en el grupo de los Doce, como bien nos recuerda el texto evangélico leído en las celebraciones de este domingo.
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