Es notable este llamado de la Iglesia para acabar con esta vergüenza de políticas destructoras e ineficaces y apelar a la solidaridad en defensa de los migrantes señalados como los no iguales a nosotros
(Archidiócesis de México).- La visita del Papa Francisco tocará diversas realidades que laceran la vida de nuestro país, problemáticas que requieren de atención urgente por las miles de vidas comprometidas en su seguridad e integridad.
La cuestión de la migración está presente en el ánimo del Papa Francisco; sus predicaciones, de forma constante, están dedicadas a hacer conciencia y atender las urgencias de quienes deben dejar su tierra debido al futuro incierto, la injusta distribución de la riqueza, el crecimiento de la pobreza, el desempleo o el hambre de regiones paupérrimas.
De acuerdo con el Programa Especial de Migración 2014-2018 publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de abril de 2014, los ideales de la política migratoria tienen por objeto superior el «bienestar del migrante, a través del ejercicio efectivo de su identidad, del disfrute de sus derechos sociales, económicos y culturales»; sin embargo, México es el lugar donde los migrantes sufren, padecen, mueren. El territorio nacional se convierte en campo de sangre abonado por intereses mezquinos e inhumanos al explotar estas situaciones de vulnerabilidad de hombres, mujeres y niños provocando la indignación y señalando las políticas oficiales de hipócritas, falaces e ineficaces. Contra la supuesta modernización de los programas migratorios levantados sobre discursos adornados y aderezados en el populismo y palabras vacuas, los migrantes son objetivo de los negocios del crimen organizado en colusión con las autoridades como mercenarios de muerte.
En 2014, los delitos cometidos contra migrantes fueron a la alza. La tasa de secuestros repuntó cerca del 800%; en 2013, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, cerca de 11 mil personas fueron privadas de la libertad sufriendo vejaciones contra su integridad y seguridad. Un informe de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de ese año señaló la existencia de múltiples casos de secuestro contra migrantes obligados a trabajos forzados, desapariciones forzadas y víctimas de violencia y explotación sexual de organizaciones protegidas por fuerzas policiales y agentes del Instituto Nacional de Migración involucrados en la comisión de delitos y vulneración de los derechos humanos. Ese mismo informe no duda en afirmar que la situación de los migrantes representa «una de las principales tragedias humanitarias y de violaciones masivas a los derechos humanos en la región».
La magnitud de esta crisis ya no debería ser un asunto dejado a la incompetencia de entidades políticas y policiales. El Papa Francisco apela a la conciencia de todos para no ver a los migrantes como extraños y pone en entredicho estas buenas intenciones que sólo en el papel son alabadas y en la realidad representan el fracaso de los objetivos oficiales para mejorar las condiciones de miles en tránsito por el país. México debería sostener una política fuerte, decisiva y valiente contra los dictados de otras potencias que han maltratado a los migrantes. Y esa será una de las denuncias del Papa Francisco en su próxima visita a lugares que se han convertido en tumbas de personas que buscan bienestar y prosperidad. Es notable este llamado de la Iglesia para acabar con esta vergüenza de políticas destructoras e ineficaces y apelar a la solidaridad en defensa de los migrantes señalados como los no iguales a nosotros.