La falta de saneamiento básico está unida a una mala calidad del agua, que por otro lado es desperdiciada en una cantidad que supera el 60% en el país
(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en Brasil).- Con el inicio de la Cuaresma en este Miércoles de Ceniza, en la Iglesia de Brasil comienza la Campaña de la Fraternidad, que desde 1964 acompaña la reflexión de inúmeros grupos a lo largo y ancho del país durante este tiempo que ahora comienza. Este año la campaña es ecuménica, participando de ella las Iglesias que forman parte del CONIC (Consejo Nacional de las Iglesias Cristianas de Brasil, por sus siglas en portugués).
El tema de reflexión es «Casa Común, nuestra responsabilidad», teniendo como lema el versículo del profeta Amós, «¡Que fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como arroyo perenne!» (Am. 5,24). A partir de aquí se pretende reflexionar sobre el saneamiento básico, un derecho de todas las personas y que puede ayudar a garantizar la integridad y el futuro de la Casa Común. Al mismo tiempo, esto va a llevar a los cristianos brasileños a unirse a la continua llamada que el Papa Francisco, especialmente en la Encíclica Laudato Si, nos hace a prestar atención sobre el actual modelo de desarrollo que está amenazando la vida y el sustento de muchas personas, sobre todo de los más pobres, destruyendo la biodeiversidad.
El objetivo de la Campaña de la Fraternidad de 2016 es asegurar el derecho de saneamiento básico para todos, lo que en Brasil hoy en día es poco menos que una utopía, buscando políticas públicas que puedan ayudar en este sentido. No podemos olvidar que ésta es una cuestión de justicia, esencial para la vida humana y la protección ambiental, que va a ayudar a la mejora de las condiciones de salud de millones de brasileños, sobre todo de los más pobres, que muchas veces viven en condiciones insalubres, consecuencia de la falta de atención gubernamental y de políticas públicas adecuadas.
Las estadísticas nos dicen que Brasil produce cada día 150 mil toneladas de residuos sólidos, almacenadas muchas veces en condiciones insalubres, que el 58% de los que viven en zonas rurales, donde habita más del 40% de las personas que están en situación de extrema pobreza, no tienen agua tratada y que poco más del 5% tiene saneamiento básico.
La falta de saneamiento básico está unida a una mala calidad del agua, que por otro lado es desperdiciada en una cantidad que supera el 60% en el país. Esto podrá ser solucionado en la medida en que se cree una nueva conciencia social, política y ambiental que se empeñe en garantizar la preservación de las futuras generaciones, que conciencie sobre la necesidad de reducir la producción de residuos, la recogida selectiva, el reciclado…
El texto bíblico de Amós, ambientado en el reinado de Jeroboan II, muestra una realidad similar a la actual coyuntura socio-política brasileña, denunciando un progreso económico que no se traducía en igualdad y justicia para todos y una religión que manipulaba la fe y se traducía en un culto vacio y mentiroso, tan presente en los ambientes pentecostales de las diferentes iglesias cristianas brasileñas, inclusive en la propia Iglesia Católica. Para Amós, ser fieles a Dios no se puede separar del cuidado mutuo y de los dones de la naturaleza que Dios creó.
A partir de aquí, la Campaña de la Fraternidad, hace una llamada a preguntarse sobre la realidad en que el pueblo brasileño vive a nivel doméstico y en los barrios y ciudades, lo que puede provocar un cambio de actitudes que lleve a la gente a participar más en el cuidado de la Casa Común, favoreciendo la educación para la preservación ambiental, conociendo las leyes y promoviendo todo lo que puede llevar a vivir con una conciencia y actitudes más ecológicas.
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