E un desafío incluir en la legalidad a todos los ciudadanos y en la legitimidad del Estado, a las fuerzas subversivas
(Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali).- En la entraña de la fe judía, el bien común de la paz se hace cotidianidad con el saludo: ¡»SHALOM»! ¡»PAZ»! En el cristianismo, se recibe como «don del Resucitado», que se hace presente, nos enseña las cicatrices de la violencia de la cruz, nos da su Espíritu o FUERZA resucitadora, nos sitúa en la senda del perdón y la reconciliación y nos sienta a la mesa de la Eucaristía, banquete de la paz.
Sólo hay paz verdadera y duradera más allá del Calvario y de los sepulcros impuestos por el asesinato, por el abuso del poder y de la fuerza, por la guerra y el derramamiento de sangre. Sólo hay paz cuando las tinieblas del engaño y el miedo a quienes matan y aplastan la dignidad y la verdad, se rompen con la presencia transformadora y el saludo pacificador del Resucitado: ¡»LES TRAIGO LA PAZ»! La PAZ DE CRISTO inicia con su nombre, en el encuentro con el Resucitado, en ese morir en vida con Él a la culpa, a las cadenas del mal, al odio, al poder de la muerte. La PAZ DE CRISTO es la gracia de la victoria con Él y de su presencia como SEÑOR y SERVIDOR en nosotros, entre nosotros. Es una paz que no la da el mundo, pero que la hemos de llevar a todos: «PAZ A ESTA CASA», «La paz esté contigo», «Pueden ir en paz».
En sus expresiones sociales, el don de la paz se convierte en capacidad de acoger al otro como diverso e igual, como aquel a quien sirvo y no de quien me sirvo; en capacidad de diálogo y de acuerdos; en convivencia fraterna y democracia respetuosa; en honestidad y honradez ciudadana con el «derecho» y el «deber» de la paz para todo hombre y mujer colombianos: «La paz es un derecho y un deber DE OBLIGATORIO CUMPLIMIENTO» (Artículo 22 de nuestra Constitución de 1991). «TODA PERSONA ESTÁ OBLIGADA A CUMPLIR LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES. Son deberes de la persona y del ciudadano: «PROPENDER AL LOGRO Y AL MANTENIMIENTO DE LA PAZ» (Artículo 95, numeral 6).
He ahí la razón de la HONESTIDAD CIUDADANA frente a la paz del País, entre todos los connacionales, igualados por dignidad, derecho, deber, diálogo y acuerdos legítimos y legitimados. Construir esta paz nos ha resultado un imposible dramático, trágico, polarizado en extremismos irreconciliables. Ahora se da un paso, después de 50 años de guerra y 4 de conversaciones en La Habana, Cuba.
Y se dará, probablemente, un plebiscito para refrendar masivamente como pueblo estos acuerdos, hechos entre Gobierno y FARC, con mandato popular en las elecciones presidenciales pasadas. ES HORA DE EJERCER LA HONESTIDAD CIUDADANA CONSTITUCIONAL, superando los motivos del odio, la sospecha, la mentira y la manipulación para mantener privilegios, poderes e intereses de parte. Es hora de actuar como Nación y no como partidos: La honestidad ciudadana exige muchísimo más que ser uribista o santista, o de cualquier partido o credo religioso. Es honestidad con la vida truncada de las víctimas de la violencia y la guerra; es honestidad con el futuro de Colombia; es honestidad con la verdad, la justicia social, penal y restauradora.
La paz de Colombia no es una elección como otras, sino opción de vida con todos y para todos; es un desafío incluir en la legalidad a todos los ciudadanos y en la legitimidad del Estado, a las fuerzas subversivas. Por eso no se puede ser neutral en este caso. Eso es suicida. Esta es la democracia directa, Estado- Ciudadanos, sin la mediación partidista.
El SÍ constitucional a los acuerdos es el comienzo para la reconciliación con todos los alzados en armas y la construcción de acuerdos sociales y políticos que transformen el conflicto social y violento en convivencia pacífica y supervivencia como sociedad civilizada; como economía regularizada con el bien común y el cuidado de la casa común; como Estado no fallido ni mafioso o corrupto, sino garante de la vida, de los derechos y deberes, del bienestar individual y colectivo. Tendremos que enfrentar enormes desafíos. DAR EN FIRME ESTE PASO GOBIERNO-FARC es un gran comienzo.
La Semana por la paz en este mes de septiembre sea entre nosotros y en toda Colombia, el despertar colectivo de la paz ciudadana; más allá de los partidos y sus tesis particulares, a veces ciertamente muy particulares. Como Iglesia Católica seamos sal de esta tierra, luz de este mundo, levadura en esta masa social, CON LA PAZ DE CRISTO JESÚS y nuestra paz colombiana.
+Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali