Cuando Trump dice que las mujeres deben ser castigadas, o que los mexicanos son violadores y criminales, o que John McCain no es un héroe, te está demostrando quién es
(Cameron Doody).- «¿Pueden hablar de una ocasión en la que hayan tenido que optar entre su fe personal y sus posturas políticas?». Con motivo de esta pregunta los candidatos a la vicepresidencia de EEUU protagonizaron un duro enfrentamiento a un mes de las elecciones para la Casa Blanca.
Tim Kaine, tándem de la demócrata Hillary Clinton, y Mike Pence, compañero de fórmula del republicano Donald Trump, debatieron en televisión durante 90 minutos acerca de asuntos de actualidad doméstica e internacional, tales como la violencia racial achacando al país, las relaciones diplomáticas con Rusia, la inmigración o la guerra en Siria.
Quizás fuera la discusión sobre el lugar de la religión en el ámbito público la que más polémicas suscitó, al tratarse de las convicciones religiosas de dos hombres tachados por algunos de hipócritas o, al menos, heterodoxos.
Kaine contestó primero, diciendo que los jesuitas con los que estudió y luego trabajó en Honduras le inspiraron hasta tal punto que eran «los héroes de mi vida». «Procuro practicar mi religión de una manera muy devota y seguir las doctrinas de mi Iglesia en mi vida privada», continuó, matizando después que aunque tenga sus convicciones personales esto no significa que no respete plenamente las creencias de los demás. «No creo que en esta nación … -donde no elevamos ninguna religión sobre otra y donde dejamos que la gente rinda culto como quiera- que las doctrinas de cualquier religión deben ser obligatorias para todos», afirmó.
Como ejemplo de la estricta división que mantiene entre su fe y su política Kaine citó su obligación, como gobernador de Virginia, de implementar la pena de muerte aun cuando mantiene una oposición personal a ella. Dilema que colocó, dijo, en la mirada de los votantes, junto con un compromiso de cumplir con sus deberes. «Esta es mi religión y no voy a renunciar a mis prácticas religiosas a un cambio de un solo voto», afirmó de aquella promesa a los virginianos. Aunque «fue un verdadero conflicto» aquella disyuntiva, «dije a los votantes que haría valer la ley, y lo hice valer», sentenció.
Nada más tomar la palabra Pence aseveró que «la fe cristiana está en el corazón de lo que soy». Aunque no hizo referencia al hecho de que nació católico, sí mencionó su conversión al evangelicalismo en sus días universitarios: momento al que ha intentado ser fiel, si bien «de forma imperfecta», «cada día a esta parte».
Pence entonces nominó la particular encrucijada entre fe y política a la que se ha tenido que enfrentar: la de que el aborto es un mal, a pesar del amplio reconocimiento social del que la práctica actualmente goza.
Aprovechó después para atacar a su rival por su oposición a una provisión legal que prohíbe la financiación de interrupciones a los embarazos con fondos federales. Kaine se defendió de la acusación repitiendo que los políticos no deben imponer sus creencias al resto de la sociedad. «Apoyamos el derecho de las mujeres estadounidenses de consultar a sus propias conciencias … y decidirse por sí mismas sobre su embarazo», argumentó el demócrata.
«Lo último que debe hacer un gobierno es impulsar leyes que castigan a las mujeres» que elijan el aborto, prosiguió Kaine, en lo que vino a ser un ataque directo a Trump, quien dijo en marzo que las mujeres que interrumpen sus embarazos «merecen un castigo». Pence no supo defender al magnate de esta recriminación y solo pudo ofrecer como excusa -y de defensa de la «cultura de la vida» que pretende promover la campaña republicana- el hecho de que Trump no sea «un político pulido».
El que sería vice de Clinton remató la ofensiva citando a un texto evángelico que afirmó retrata al presidenciable republicano: «De la abundancia del corazón habla la boca». «Cuando Trump dice que las mujeres deben ser castigadas, o que los mexicanos son violadores y criminales, o que John McCain no es un héroe, te está demostrando quién es«, Kaine insistió: un golpe maestro que puso efectivo fin a la contienda.
Aunque los dos candidatos a la presidencia de EEUU tienen previsto dos debates más antes de los comicios, el de anoche -en el que defendieron sus creencias religiosas, cada uno a su estilo- es el único que protagonizarán sus compañeros de fórmula.