No siempre aquello que la Iglesia oficial piensa coincide con el sentimiento popular. Un ejemplo claro de esa forma diferente de sentir es el Padre Cícero Romão Batista
(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en Brasil).- No siempre aquello que la Iglesia oficial piensa coincide con el sentimiento popular. Un ejemplo claro de esa forma diferente de sentir es el Padre Cícero Romão Batista, el santo del pueblo nordestino brasileño.
Cuando el romero llega a Juazeiro do Norte, al encuentro del Padre Cícero, se depara con una figura profundamente unida al Santuario de Nuestra Señora de los Dolores. Se trata de Annette Dumoulin, nacida en Bélgica, dejó su tierra natal para llegar a Juazeiro y acoger con amor y cariño a los romeros, a quienes siempre ha servido con dedicación y entrega total, siguiendo un consejo recibido de su padre, quien le enseñó que la felicidad consiste en ayudar a los otros, lo que con el tiempo se ha convertido en su filosofía de vida.
Siendo profesora de la Universidad Católica de Lovaina, la religiosa de la Congregación de Nuestra Señora llegó a Brasil en 1970 para estudiar las Comunidades Eclesiales de Base en la periferia de Recife, la diócesis de Monseñor Helder Cámara. Allí escuchó hablar del Padre Cícero y fue a conocer todo lo que envolvía a ese personaje sorprendente.
Tras un tiempo de idas y venidas en Juazeiro, en 1976 dejará la docencia en Lovaina y asumirá definitivamente la defensa del Padre Cícero y la acogida a los romeros, creando el Centro de Acogida para éstos. A lo largo de cuarenta años, provista de un sombrero de paja, su fuerte voz ha resonado en las celebraciones de los romeros, no dejando de profundizar en la figura de uno de los personajes más populares del país, además de llevar a cabo un gran trabajo pastoral y vocacional, que ha hecho que varias jóvenes de la región entrasen a formar parte de su congregación.
En esta entrevista, la hermana Annette Dumoulin nos ayuda a conocer un poco más sobre la figura de quien se ha convertido en uno de los mayores referentes de la religiosidad popular brasileña, alguien que con el paso del tiempo, y gracias al empeño del Papa Francisco, va camino de ser reconocido por la Iglesia oficial como aquello que para el pueblo más pobre ya es, un santo.
Usted es una de las grandes conocedoras de la figura del Padre Cícero. ¿Qué ha aprendido con la vida de este hombre excepcional?
Aprendí mucho, pero puedo resumirlo presentando algunas cualidades extraordinarias de este sacerdote: su opción incondicional por la causa de los pobres, la fidelidad y su conciencia y espíritu de profunda misericordia, de preocupación con el sufrimiento ajeno.
Otra virtud extraordinaria es su gran confianza en la posibilidad de conversión de cualquier pecador arrepentido, dándole siempre una nueva oportunidad y haciendo de Juazeiro un espacio de humanización y de esperanza por el trabajo y la oración.
Su capacidad de consejero era también fantástica, no era teórico, sino que buscaba en primer lugar concretar propuestas de soluciones, dejando entretanto la libertad de seguir o no el consejo que él daba.
¿Qué ha aportado el Padre Cícero a la historia de Brasil y de la Iglesia Católica?
En la historia de Brasil, el Padre Cícero dio valor a la región Nordeste, reconociendo la dignidad de los habitantes del «sertão» (región semi-árida del nordeste brasileño con prolongadas sequías y grandes bolsas de pobreza). Enseño a la gente a vivir en el semi-árido, él dio la posibilidad de que el Nordestino viviese en su tierra y no tuviese que emigrar para el sur. Él fue un ecologista y defensor de la Madre-tierra un siglo antes de que se pensase en esa problemática que hoy está tan presente.
Él dio valor a una «reforma agraria», contra los latifundios de aquella época, aconsejando a los beatos, como José Lourenço, a experimentar otra manera de organización de los labradores, viviendo con dignidad. Él defendió la hegemonía e independencia de la Nación Brasileña en relación a otras naciones más poderosas. Él no tenía tendencias racistas. Respetaba y valoraba a la mujer y defendía sus derechos.
En relación a la Iglesia Católica, que tanto le hizo sufrir, él no dejó de lado su fidelidad, pero, siguiendo el ejemplo del Padre Ibiapina, él nunca separó la «salvación del alma y del cuerpo y de la dignidad humana». A pesar del movimiento de «romanización», valoró la religiosidad popular. Fue un ejemplo de sacerdote, inclusive cuando no podía ejercer su sacerdocio.
La Iglesia le expulsó durante muchos años de la sacristía, del altar y del confesionario. Por eso podemos decir que fue obligado a ser un sacerdote en salida. El Padre Cícero supo hablar a la gente y ser oído porque encarnaba el Evangelio en palabras sencillas e inculturadas. Y, sobre todo, su ejemplo de vida que marcó profundamente su misión evangelizadora, especialmente su profunda caridad, su capacidad de acoger, aconsejar, comprender, y la donación de sí mismo.
¿Cuál es la importancia del Padre Cícero para Juazeiro do Norte?
¡Dios Mío! Juazeiro do Norte le debe todo al Padre Cícero, aunque se esté olvidando de eso. El Padre Cícero, además de acoger a los romeros e invitarles a visitar siempre el «Santo Juazeiro de la Madre de los Dolores», fue un visionario en relación al desarrollo de aquel lugar insignificante cuando se llamaba Tabuleiro Grande.
El Padre Cícero, buscando dar a los romeros empleos y medios de sobrevivir, tenía una visión moderna del desarrollo del comercio, algunos iban a buscar oro y otros materiales hasta la Amazonia, otros trabajaban como artesanos en Juazeiro y otros iban hasta el Sur, e incluso fuera de las fronteras, para vender las artesanías de Juazeiro.
El Padre Cícero fue un orientador para quien venía a pedirle consejo profesional. Él buscaba descubrir con el interesado sus aptitudes y gustos para después orientarle en tal profesión. Él amó y cuidó a Juazeiro como un padre cuida de su hijo.
Los romeros son figuras importantes en la vida de Juazeiro do Norte, ¿qué es lo que representan para la ciudad?
Los romeros son la principal fuente de renta del comercio en Juazeiro. Desgraciadamente, muchos habitantes de Juazeiro sólo están fijándose en ese lado del interés financiero. Pero el romero es mucho más para la ciudad, es él quien sacraliza esta tierra conocida como la «Jerusalén de los pobres». La dimensión mística, religiosa, es el aire que se respira en esta ciudad de la Madre de los Dolores.
Sólo quien tiene ojos para ver el misterio y lo sagrado puede descubrir esa dimensión que hace de Juazeiro una ciudad única en el mundo. Desgraciadamente, quien no percibe esa dimensión más profunda quiere transformar Juazeiro en un centro turístico con atracciones que quieren distraer al romero de su verdadera vocación. Él quiere vivir y profundizar en una experiencia mística, religiosa, en cuanto el turista quiere, antes de nada, ver y distraerse. No tengo nada contra el turismo en sí, pero es fundamental no mezclar las experiencias. Como el turismo da más dinero, veo que él invade el espacio místico como un tractor.
¿Cómo se puede explicar que, a lo largo de tanto años, los romeros hayan llegado en busca de alguien que murió enfrentado con la Iglesia Católica?
Pero el Padre Cícero no murió para el romero. Y él no se enfrentó con la Iglesia Católica sino que fue víctima de ella. Como afirmó Monseñor Delgado cuando era Arzobispo de Fortaleza, el Padre Cícero fue un «mártir de la disciplina», pero permaneció fiel a su pueblo. Como el pobre, especialmente el romero nordestino, también es víctima de un sociedad injusta, él se quedó al lado del «Padrino» y padeció con él, se identificó con él.
¿Cambia algo en la vida de los romeros el hecho de que el Padre Cícero haya sido reconciliado con la Iglesia Católica?
Me perdone, pero la pregunta está mal hecha. No fue el Padre Cícero quien se reconcilió con la Iglesia. Fue la Iglesia quien se reconcilió con él. El Padre Cícero ya había dicho, en vida: «No se preocupen en defenderme, mis amigos, pues, un día, será la propia Iglesia la que me defenderá». Para el romero, la reconciliación es una prueba más de que el Padrino Cícero tenía razón. Está claro que el romero está feliz, sobretodo viniendo del Papa Francisco, un latino-americano.
Pero el Padre Cícero ya está canonizado en la mente y en el corazón del romero. Con paciencia, él espera que un día la «Iglesia de Roma» descubra lo que él ya sabe hace muchos años.
Para mucha gente el Padre Cícero ya es santo, ¿será canonizado algún día por la Iglesia Católica? ¿Qué es lo que está faltando para que eso pase?
Cuando el Obispo, Monseñor Fernando Panico, fue a agradecer al Papa Francisco por la carta de reconciliación, escrita por su Secretario de Estado, el Cardenal Parolin, él escuchó del Papa la siguiente promesa: «¿Padre Cícero? Sí, quiero hacer más en favor suyo».
Lo que está faltando es la entrada del proceso en favor del Padre Cícero, hecha por el obispo de Crato, para que sea reconocido siervo de Dios. Después el dinero para llevar a cabo la beatificación y canonización. ¿Los milagros y sus pruebas? No van a faltar, estoy segura y soy testigo de eso.
Falta también una conversión de una parte del clero de la diócesis de Crato que continúa siendo contrario a cualquier reconocimiento de las virtudes del «Padrino Cícero». El tiempo y la muerte pueden ayudar.
El Padre Cícero siempre tuvo enemigos. ¿Todavía tiene? ¿Quién son esos enemigos?
Sí, todavía tiene, dentro de la diócesis de Crato, como dijo el Cardenal João Braz de Aviz, cuando vino, en nombre del Papa Francisco, para participar de los festejos del Centenario de la Diócesis de Crato.
Cuando le pregunté por qué el Padre Cícero todavía no había sido rehabilitado por la Iglesia, él miró para Monseñor Fernando y preguntó: ¿Puedo decir la verdad? Con la respuesta afirmativa del obispo, el Cardenal, frente a más de doscientos religiosos y religiosas de la Diócesis, dijo claramente: «el problema no está más en Roma sino en la Diócesis de Crato, donde no todos los padres aceptan esa rehabilitación», y añadió, «hay también algunos obispos del Ceará que no son favorables. Ahora bien, no me pida que diga nombres…, busque y encontrará».
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