Esta ayuda será la que nos ayuda a construir una paz duradera y estable que ayude a la prosperidad de todos los colombianos
(C.D.).- La paz en Colombia no será posible sin la rehabilitación de los ex-niños soldados. Esa es la convicción de Misiones Salesianas, que este jueves ha hecho balance en Madrid de sus programas a favor de la juventud de este país, y eso con la ayuda de Catalina y Manuel (nombres ficticios), dos jóvenes que han conseguido, con la ayuda de los salesianos, desvincularse de las FARC.
Este domingo 12 de febrero se celebra del Día Internacional contra la Utilización de Niños Soldado, y qué testimonio mejor del daño duradero que provoca esta práctica -en la que se estima participan actualmente más de 300.000 niños en todo el mundo- que el del documental Alto el fuego, película que tuvo su estreno en el acto de la ONG católica en la Embajada de Colombia de Madrid.
Este filme de Raúl de la Fuente cuenta la dura realidad de la guerrilla en Colombia, conflicto que ha durado ya cincuenta años y que se ha saldado con un balance de ocho millones de víctimas, cerca de 260.000 de ellas mortales.
Esto lo hace a través del testimonio de Catalina y Manuel. La primera decidió marcharse a la guerrilla a la edad de trece años, después de sufrir las agresiones de su padrastro. El segundo, de una familia de bajos recursos, se lanzó a «correr la calle» junto con su hermano cuando tenía ocho años. Tras un tiempo se juntaron estos dos a las FARC: «por curiosidad, para saber qué era eso», como Manuel relata en el documental. Ambos eran «presa facil» para los militares, como explica en el mismo el salesiano Rafael Bejarano, director de Ciudad Don Bosco en Medellín.
El tiempo que Catalina y Manuel pasaron en las montes fue una auténtica pesadilla. Que uno le quite la vida a otro se convirtió en algo hasta «normal», según relata Manuel. «Es un terrorismo psicológico permanente», añade James Areiza, responsable de los Programas de Protección de la Infancia de Ciudad Don Bosco. Un drama en el que el niño o la niña soldado tiene que arriesgarse al conflicto armado por miedo a que, si no lo hace, le matan o a él o cualquier miembro de su familia.
Tras perder ambos a seres queridos en las batallas -Catalina a su novio, y Manuel a su hermano- consiguieron escaparse del conflicto para llegar por fin a un espacio que los propios salesianos describen como «territorios de paz» para los ex-niños soldado. Son las llamadas CAPRE, las Casas de Protección Especializada.
Las cifras a las que Catalina y Manuel han puesto rostro hoy son abrumadoras. Entre 8.000 y 13.000 niños soldados han tomado parte en la guerrilla colombiana en los últimos años. Colombia siendo el único país americano en el que los niños siguen siendo usados una arma de guerra. Estos chicos sufren, entre otros traumas, la separación de sus familias, la falta de cariño, la ausencia de la educación y todo tipo de traumas físicos y sexuales. Se les manda en las misiones más arriesgadas, ya que no saben protestar y siempre hay más niños para reemplazarlos.
Las CAPRE (Casas de Protección Especializada) acogen a adolescentes de entre 14 y 18 años, como Catalina y Manuel, y les ofrecen la oportunidad de trabajar para su reconstrucción personal, para la restitución de sus derechos y para su plena reinserción social. La institución Ciudad Don Bosco se ha convertido en un referente en este tipo de trabajo social, proporcionando a estos niños una educación, el retoma de contacto con sus familias y la oportunidad para disfrutar de una niñez en condiciones, con un amplio abánico de actividades deportivas, culturales y recreativas. Más de 2.300 menores han pasado por las instalaciones de Misiones Salesianas en los últimos 15 años. Es «una apuesta por la paz a través de la educación», como explicó esta mañana Alberto López Herrero, responsable de comunicación de la orden religiosa.
«Catalina y Manuel son un ejemplo por su tesón y fuerza», añadió López Herrero. «Con un mérito incalculable porque con coraje y voluntad han superado sus déficits».
Y es que, verdaderamente, estos dos jóvenes son la encarnación del perdón y la reconciliación que tanto hacen falta en Colombia y por los que Gobierno y guerrillas siguen trabajando. Son ejemplares, como explicó esta mañana Rafael Bejarano, de todo lo que Misiones Salesianas pretende conseguir con las Ciudades Don Bosco en en el país. Esto es: hacer que los ex-niños soldado «sean actores útiles en el proceso de reconciliación» que al que Colombia ahora se enfrenta.
«La paz en Colombia se puede: somos mensajeros de paz», afirmó Catalina, si bien «hay muchos niños aún para ayudar» a los que se tiene que ofrecer «paz, amor y perdón». «El perdón es posible, siempre cometimos errores. Si no perdonas se te cicatriza. No es hora de sacar una arma, es hora de sacar un cuaderno», recalcó esta joven.
Manuel coincide con Catalina en que la paz en su país es posible. «Sí», explica, «porque nos han perdonado a nosotros». Porque se siente perdonado el mismo por haber cometido el error de juntarse a la guerrilla. Ahora, prosigue, «estoy haciendo mi vida como cualquier otro. Nunca es demasiado tarde».
Los de Catalina y Manuel son testimonios elocuentes del trabajo que realiza Misiones Salesianas en Colombia, por el que les ha dado las gracias esta mañana hasta el Ministro Plenipotenciario de Colombia en España, Juan Manuel Uribe Robledo.
El diplomático quiso expresar su agradecimiento a la orden religiosa por su compromiso con el país en el proceso de paz que busca llevar a cabo, tarea que «ya está siendo asumida por todos los colombianos», con un apoyo considerable de la comunidad internacional.
Las experiencias que cuentan Catalina y Manuel en Alto el fuego, dijo Uribe, son solo «una pequeña muestra» del trabajo que realizan organizaciones como Misiones Salesianas en Colombia. «Esta ayuda será la que nos ayuda a construir una paz duradera y estable que ayude a la prosperidad de todos los colombianos», añadió el ministro.
Para saber más acerca de la campaña de Misiones Salesianas contra la utilización de niños soldado, pincha aquí: