La muerte le ha llegado poco antes de celebrar sus bodas de oro sacerdotales, que tendrían lugar en abril de este año. La esperanza en la resurrección es lo que nos mueve en este momento de tristeza
(L. M. Modino).- Ha fallecido este miércoles, 8 de febrero, a los 74 años de edad, Práxedes Santos García, misionero de la OCSHA, Obra de Cooperación Sacerdotal para Hispanoamérica, en Brasil. Desde hace poco más de un mes se encontraba internado en Belem, capital del estado de Pará, aquejado de una leucemia que ha tenido un desenlace fatal.
Llegado a Brasil en 1982, trabajó durante casi veinte años en la diócesis de Jequié, en el interior del estado de Bahia, que en aquella época estaba dando sus primeros pasos como diócesis. Junto con un amplio grupo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, que durante muchos años estuvieron presentes en Jequié, realizaron un gran trabajo misionero, que todavía perdura en la memoria de la gente. Posteriormente se trasladó a la diócesis de Abaetetuba, en la Amazonia brasileña, donde continuó su labor misionera hasta su muerte.
Quienes conocimos a Práxedes podemos decir que fue un misionero comprometido con las causas de los más pobres hasta el extremo, un gran evangelizador. Su vida austera y su gran capacidad de trabajo siempre fueron su mejor testimonio de vida misionera y lo que, sin duda, va a permanece en la memoria de aquellos que le conocieron a lo largo de 35 años de misión en tierras brasileñas.
Puede servirnos como ejemplo de lo que este misionero representaba para quienes compartieron con él su vida de fe, el testimonio de una joven, recogido en su perfil de Facebook, donde dice que iba con él «a las misas en las comunidades, visitar enfermos en las casas, hospitales, ibamos a la comisaría para llevar la Palabra de Dios a los presos, ibamos a las comunidades más necesitadas a llevar alimentos», y continúa diciendo, «no era apenas un párroco, sino un Padre Santo, un Amigo, un Oyente, un Compañero, un Director Espiritual, un Padre, sí un verdadero Padre».
Del mismo modo, Monseñor Adolfo Zon, obispo español de la diócesis de Alto Solimões y compañero de Práxedes Santos en la diócesis de Abaetetuba, no ha dudado en afirmar que «fue un gran testimonio y ejemplo de misionero. Por las parroquias que pasó dejó mucha nostalgia».
La muerte le ha llegado poco antes de celebrar sus bodas de oro sacerdotales, que tendrían lugar en abril de este año. La esperanza en la resurrección es lo que nos mueve en este momento de tristeza. Su testimonio vital será sin duda semilla para nuevas vocaciones misioneras, que den continuidad a aquello que motivo su vida entre los más pobres y que le llevó a entregarse hasta el final y morir con las botas puestas.