Su bendición final la quiero hacer extensiva para todos los que estamos en esta Lucha contra el Abuso y Maltrato
(C.D./Agencias).- Rufino Varela, un argentino de mediana edad que sufrió abusos en su juventud por parte de un sacerdote, recibió ayer una inesperada llamada del Vaticano. El pontífice le telefoneó personalmente para pedirle «disculpas en nombre de la Iglesia» por el sufrimiento que estas agresiones le causaron.
La noticia la dio a conocer el propio Rufino en su cuenta de Facebook, con un mensaje que tituló: «Un llamado que nunca olvidaré».
Nunca lo había imaginado.
Hace un rato atendí mi celular mientras esperaba a Mariu en la puerta del Holy Cross.
-Hola, ¿Rufino?
-¡Si! ¿Quién habla?
-El Papa Francisco.
(Enmudecí y tardé en contestar para no quebrarme)
-Rufino: recibí una carta de Paula Aranoa (prima de Varela: ndr) y quise llamarlo enseguida.
(Hablamos varios minutos de cosas muy importantes que guardaré por siempre en mi corazón)
Su bendición final la quiero hacer extensiva para todos los que estamos en esta Lucha contra el Abuso y Maltrato.
¡Siento mucha Esperanza! ¡Gracias Papa Francisco!
En declaraciones a radio Mitre la víctima contó: «No esperaba que el Papa Francisco se contactara conmigo. Pensé que era una broma y quedé shockeado. Lo primero que el Papa me dijo fue: «Te quiero pedir perdón en nombre de la Iglesia»«.
Sentimientos que Varela amplió en conversación con Efe. «Le conté mi historia, lo que me está pasando, le conté la soledad que yo sentía de los medios, de la Iglesia, le conté de la vulnerabilidad de la gente», afirmó el hombre a la agencia de noticias.
También le habló de que, al hacer pública su historia, se sacó una «mochila de encima» pero, al mismo tiempo, se encontró con «carretillas llenas de mochilas de otras personas», víctimas como él, a las que desea ayudar con una «cruzada contra el maltrato y el abuso».
«Él me dijo que estaba rezando por mí, que no bajara los brazos, que estaba en buen camino y que la idea es hacer algo mejor entre todos. Me dijo que no tenga temor y me envió una bendición», contó.
Varela, de 52 años, casado y con dos hijos, reveló hace un tiempo el infierno que le tocó vivir cuando era chico y a los 15 años pensó en suicidarse poniendo su frente en el cañón de una escopeta. Un albañil que trabajó en su casa de niño en Don Torcuato y que luego se convirtió en casero abusó de él durante cuatro años, una etapa que se inició un día que lo llevó de pesca y cuando el abusador ya se había ganado la confianza de sus padres.
El sujeto fue echado de la casa, pero mientras se producían esos abusos, la víctima, quien era alumno del ciclo primario en el colegio Cardenal Newman, el mismo al que asistieron el presidente Mauricio Macri y varios de sus colaboradores, no pudo más con su angustia.
En ese sentido, estaba en séptimo grado y buscó al capellán irlandés Finnlugh Mac Conastair, conocido como el «padre Alfredo», y en confesión le contó el horror que estaba viviendo. La respuesta, según narró al diario La Nación, no fue menos aterradora, ya que el cura lo llevó a su cuarto, debajo de la capilla, lo obligó a bajarse los pantalones, lo acostó boca abajo en su catre, le tapó la cabeza con una almohada, le dio diez azotes -con un cinturón de cuero, cree Rufino-, le tocó los genitales, y lo atormentó con preguntas sobre los detalles sexuales vividos.
Al terminar, según la víctima, el sacerdote le dijo: «Ya estás en paz, y esto es un secreto entre nosotros y Dios». El cura intentó darle unos caramelos masticables, pero el hombre relató que le metió «un codazo», salió «corriendo», y volvió «la clase llorando» y desde ese día fue todo un calvario mucho peor, con el intento de suicidio y luego con la confesión a su mamá, más allá que posteriormente no se volvió a hablar en su casa sobre el tema.