La Iglesia estadounidense todavía no se ha dado cuenta de que tenemos un nuevo Papa y, por eso, a veces, hace difícil que podamos acompañar al pueblo
(José Manuel Vidal, Boston).- El I Encuentro Iberoamericano va llegando a su fin, con los últimos paneles de conferenciantes y la preparación de las conclusiones y un eventual manifiesto. La última jornada del Encuentro se centró en la Teología hispana o latina de Norteamérica (Estados Unidos, sobre todo, con una mención a Quebec, «los latinos del Norte»). La primera ponencia corrió a cargo de Roberto Goizueta, uno de los líderes de la Teología latina en USA.
Goizueta ofreció una retrospectiva y prospectiva de la Teología latina, que nació, en 1971, en San Antonio (Texas), de la mano del fallecido Virgilio Elizondo y de su inspirador, el pastoralista navarro, Casiano Floristán.
Se trata de una teología «centrada en el mestizaje como una experiencia común, que caracteriza a la comunidad latina estadounidense» y que sigue la metodología de la Teología de la Liberación. Una teología con rasgos culturales, lingüísticos y religiosos. Entre los religiosos, el más importante es «la religiosidad popular». El «mestizaje como fuente de dignidad y orgullo», que se plasma en una Cristología, en la que «el Cristo mestizo es el Cristo compañero» y en la devoción a la Virgen de Guadalupe.
Una teología que, según Goizueta, se abre camino en «el centro de la globalizadora cultura individualista y consumista, que hoy en día amenaza no sólo a este país, sino al mundo entero». Con un impacto brutal «en los jóvenes latinos que se sienten atrapados entre los valores de sus padres y abuelos y la cultura individualista dominante» y en un país que «privatiza la fe», cuando, para los latinos, la fe forma parte de la vida cotidiana y de la calle.
De ahí que, sobre todo teólogas latinas, como Ada María Isasi-Díaz o María Pilar Aquino, centrasen sus reflexiones en «lo cotidiano como lugar teológico». Tanto las teólogas como los teólogos latinos en USA miran hacia el futuro, planteándose la siguiente pregunta: «¿Como podemos hablar de Dios y del Cristo liberador en un mundo, que presupone la victoria y la idolatría del capitalismo desenfrenado?».
Por otra parte, Goizueta pidió a la Iglesia USA una mayor sintonía con Roma: «La Iglesia estadounidense todavía no se ha dado cuenta de que tenemos un nuevo Papa y, por eso, a veces, hace difícil que podamos acompañar al pueblo».
A continuación, intervino la teóloga Nancy Pineda, para disertar sobre la «teoría mujerista-feminista», que privilegia la experiencia de las mujeres, en su opresión y en su florecimiento. Por su parte, Michael E. Lee ofreció una ponencia sobre ‘Una teología política desde la perspectiva latina’.
El teólogo latino apostó por una «teología del empoderamiento político y la inclusión religiosa, para hacer frente a dos retos principales». El primero es «la creciente desigualdad entre los hispanos de USA, porque algunos de ellos están dispuestos a aceptar la exclusión a la que les somete la cultura dominante». El segundo reto es «la enorme secularización entre los jóvenes hispanos, que no encuentran su hogar en la Iglesia».
Hosffman Ospino, uno de los grandes expertos de la Teología latina en USA, centró su intervención en «el desafío de una eclesiología práctica en un contexto intercultural», a la que se le presentan tres retos: «Conformarnos con repetir los argumentos y planteamientos teológicos de siempre; hablar del Pueblo de Dios o de los pobres en abstracto, y entusiasmarse idealistamente con nuestra forma de hacer teología».
Santuario y ‘borderlands’
Ospino, que acaba de hacer uno de los mejores estudios sociológicos sobre el catolicismo hispano en Usa, aseguró que los latinos de este país son 60 millones y constituyen «como población el tercer país hispano/latino más grande del continente».
Enfrentados a varios desafíos. Por ejemplo, «un tercio de latinos vive en la pobreza y otro tercio muy cerca de ella; su nivel educativo es de los más bajos de todos los grupos del país; 10 millones están indocumentados». Hace 10 años, los latinos eran menos del 10% de la población católica; hoy, constituyen en 43%.
Pero, según Ospino, también hay elementos de esperanza. «Somos una población joven, con un promedio de edad de 28 años; con una gran diversidad cultural, con un sentido profundo de la vida comunitaria y familiar, y con una visón profundamente sacramental de la realidad.
En definitiva, a su juicio, los latinos en USA son «un pueblo peregrino, comunidad de comunidades, comunidad fronteriza (borderlands) y santuario, en respuesta a las acciones del Gobierno estadounidense hacia los inmigrantes indocumentados».
Cerró las intervenciones, Gilles Routhier, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Laval de Quebec, pidiendo una «mayor colaboración norte-sur» y «conducir América Latina, desde Alaska a la Tierra de fuego, pasando por los latinos del norte, que son los quebequenses, a partir del pueblo».