No hay Teología sin pastoral, ni pastoral sin Teología. Y no hay Teología ni pastoral que no estén insertas en la vida social de los pueblos
(José M. Vidal).- Una oportunidad para «salir, dialogar, aprender y crecer». Así es cómo Rafael Luciani resume el I Encuentro Iberoamericano de Teología, del que fue uno de los principales organizadores. El teólogo venezolano habló con RD para dar cuenta de la renovación que ha experimentado la Teología en la era Francisco y los retos a los que se enfrenta en un mundo sacudido por populismos y xenofobia.
Estamos en Boston. Acaba de terminar el I Encuentro Iberoamericano de Teología, y nos encontramos con Rafael Luciani, que es uno de los principales organizadores, el alma mater de este encuentro, que ha sido un gran éxito, a mi juicio. ¿Quién es Rafael Luciani?
Soy un laico venezolano. Teólogo latinoamericano que me apasiona la posibilidad de abrir horizontes, de abrir puertas.
En Venezuela, tuve la oportunidad de abrir la Teología al laicado, y se hizo un programa muy exitosos donde profesionales podían estudiar desde su carrera ya consolidada. Hacían dos o tres años de Teología con un nivel muy alto, y luego servían a la sociedad con su liderazgo. Había abogados, economistas, educadores, trabajadores sociales…
Fue una experiencia hermosa, porque es como integrar la Teología en la vida pero desde el servicio social, en construir un país.
Eso es algo que me ha apasionado siempre y por lo que he luchado y trabajado: abrir la Teología más allá del ámbito de la Iglesia institucional y que permee en la sociedad.
Eres profesor del Boston College.
Sí, actualmente estoy como profesor invitado en la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College. Yo soy profesor titular de Universidad Católica Andrés Bello de los jesuitas en Caracas. Y desde hace años, me dedico a la Cristología, a la trinidad y a la Teología política. En este área, me he movido también porque la situación de Venezuela me ha llevado a reflexionar un poco el papel de la Teología y de la Iglesia en relación con la realidad socio-política en que vivimos.
¿Hay muchos teólogos laicos venezolanos?
Yo comencé como primer teólogo laico venezolano. Luego ingresó Félix Palazzi, otro organizador del encuentro que hemos tenido acá, en Boston. Con el paso de los años también estuvo Maria Pilar Silveira y otras personas que ahora está estudiando Teología como carrera para dedicarse en su vida.
Entonces, no sois tantos. Pero como aquí estabais los dos parecía que eráis muchos.
Así es.
¿Cómo se te ocurre la idea de poner en marcha el I Encuentro Iberoamericano de Teología?
Yo veía la necesidad de dialogar. Francisco nos ha llamado a crear puentes y una manera muy concreta es traer personas desde la Teología Latinoamericana, Teología de la liberación, que puedan generar un diálogo mayor, iberoamericano. Y la manera era encontrar, con España, con las Comunidades latinas de Estados Unidos y Canadá. Y cómo la Teología latinoamericana hoy en día, que juega un rol definitorio dentro del pontificado de Francisco, puede aportar, a la vez que nos permite comprender mejor hacia dónde vamos como Iglesia.
Esa motivación dio pie, conversando con Carlos Galli, con Juan Carlos Scanone a que hiciésemos entre los cuatro: Félix, Carlos, Scannone y yo este encuentro internacional.
¿Se puede decir que la Teología de la liberación, todos los teólogos iberoamericanos, la Teología latina, la Teología del pueblo, todas esas corrientes, están en la misma onda, y además, en la onda de apoyar las reformas de Francisco?
Yo creo que hay, primero, una coincidencia, porque el Papa viene de una tradición de Iglesia y de una Teología Latinoamericana. Se da, entonces, de forma natural. El Papa es expresión de una Iglesia emergente en América Latina que fue madurando en el tiempo y que ha hecho una propuesta que hoy en día es universal, a través de su opción por los pobres.
Por otra parte, la Teología se ha ido renovando y reimpulsando con el pontificado de Francisco porque ha permitido generar este diálogo iberoamericano mayor y cómo entender, que hoy en día, muchos de los conceptos y claves que Francisco lleva al magisterio universal, tienen una raíz latinoamericana y no se puede desconectar.
A la vez, Francisco va más allá de la Teología latinoamericana porque ha tenido el arte y el don de poder integrar las teologías que se van haciendo en distintos lugares. Y algo importante que comentamos en el encuentro: cómo en los documentos magisteriales de hoy en día, se citan a autores y conferencias episcopales de tantos otros lugares. De manera que se ha hecho más universal. Pienso que es un aporte fundamental.
Se os nota orgullosos del Papa. Estáis como diciendo: «Éste es nuestro, es del Sur, es Latinoamericano…» Es un plus para vosotros, ¿no? Porque también nos sentimos orgullosos en España y en Europa.
Sí, es ver cómo, en lo que hemos creído y por lo que hemos luchado en la Iglesia de América Latina, y sobre todo, esa entrega a los más necesitados, los pobres, hoy en día no es solo una palabra de la Iglesia que invita a trabajar por ellos, sino que es un modelo de Iglesia, que Francisco está tratando de llevar adelante.
Es impulsarnos y motivarnos para que esa opción sea estructurante de la Iglesia, no solo estructural. Que vaya haciendo lo que la Iglesia cada día va asumiendo en su proyecto y lo vaya constituyendo como tal, en lo que significa ser Iglesia en salida.
Yo veo que ese aporte de Francisco a la Iglesia, en el hacerla, en su opción por los pobres, es algo que nos tiene que hacer sentir más que orgullos: llenos de alegría por los pobres que son, en su discurso y en su motivación hacia nosotros, cada día para él, el sujeto desde donde debemos hacer no solo Teología, sino pastoral, vida eclesial y vida social. Y ahí, Francisco ha jugado un papel importante en cuanto hijo de una Iglesia latinoamericana.
Y de alguna manera, os da un espaldarazo. Mientras durante algunas épocas anteriores, esta Teología estuvo perseguida, en este momento, no solo no está perseguida, sino que está valorada, en el centro.
Así es. Y hemos de cuidar el hecho de que no hacemos esta opción actual en función de un papado. De que, después de Francisco, esto ha de continuar porque es una opción, como él nos recuerda continuamente, teológica. O sea, que es Dios el que se ha puesto de parte del pobre. Y nosotros, como seguidores se su hijo revelado a través de Jesús, estamos en seguimiento de fidelidad en lo que él hizo.
De manera que después de Francisco, es como darle continuidad no a lo que él impulsó, sino a nuestra fidelidad al Jesús histórico, que es la fidelidad al Reino. Esta es la gran interrogante que como Iglesia debemos hacernos, y el horizonte hacia el cual debemos seguir mirando.
Cuatro días, más de 45 teólogos, unos muy conocidos y otros menos. Gustavo Gutiérrez, Scannone… ¿Qué balance haces del I Encuentro?
Un primer elemento, además hermoso para lo que significa servir a eclesial, es ver cómo con tanta humildad, las personas que fundaron lo que hoy día se llama la Teología de la liberación, están a la escucha de las nuevas generaciones, abiertos a pensar y a hacer propuestas nuevas, a actualizarse. Es una lección de gran humildad que nos dan a los teólogos de que nunca hay una Teología que termina de hacerse.
Por otra parte, el poder ver que el encuentro va más allá de América Latina también es un paso importante de la humildad de la Teología latinoamericana, que quiere dialogar con otras y que no se quiere encerrar en sí misma, que es una de las tentaciones que siempre tienen las teologías.
La Teología Latinoamericana ha estado demostrando en este encuentro que quiere, con toda humildad, salir, dialogar, aprender y crecer. Y por eso la llamamos ahora Teología iberoamericana, no Teología latinoamericana en diálogo mayor con otras realidades.
Ibero quiere aglutinar también Portugal.
Sí claro. A las comunidades de habla hispana y portuguesa, pero siempre en ese diálogo mayor desde el que la Teología latinoamericana ha aportado en la historia de la Iglesia y que hoy en día pone el magisterio en Francisco.
Incluso los latinos del norte, como se dijo en el Encuentro, que son los quebecquenses.
Esa es la gran novedad de este encuentro también. Han habido congresos donde se invita a un teólogo latino a dar una conferencia, o un teólogo latinoamericano se va a EE.UU. a dar una conferencia. Pero un encuentro de trabajo teológico de reflexión en conjunto entre teólogos de distintos lugares, entre ellos a los fundadores de la corriente latinoamericana, donde puedan sentarse juntos como hermanos y tratar de ver y comprender y caminar juntos…, creo que es una novedad que hace que este encuentro sea, en cierta manera, histórico.
«Encuentro». Precisamente ayer explicabas que le pusisteis este nombre, porque no queríais un «congreso». Queríais un encuentro entre amigos que caminan juntos buscando un mismo objetivo.
Sí, porque ahora estamos en una época en la que todo está cambiando con una rapidez inmensa. Se nos va de las manos muchas veces, como teólogos, como creyentes y como miembros de la Iglesia. Y si no nos sentamos a pensar en conjunto, tenemos el riesgo de caer en la fragmentación en la que vivimos hoy en día: cada uno con su proyecto y su visión, en pequeñas burbujas.
El encuentro, por eso, quiere ser una reunión donde pensemos los signos de los tiempos entre todos, más allá de los que hacemos vida en la teología latinoamericana, porque al final, en una época global todos somos afectados por todo lo que sucede.
De manera que es un valor inmenso el que tiene la Teología en este momento. En lo que hemos hecho esta semana. Y añadiría un elemento más, muy importante, que es de una riqueza inmensa de la Iglesia latinoamericana en relación con el papado: cuando en los documentos que emitió el Vaticano reclamando ciertos aspectos de la Teología de la liberación, la Iglesia latinoamericana siempre fue fiel al pontificado. Nunca hubo una ruptura, tampoco una confrontación pública frontal.
Sin embargo, hoy en día, Francisco es el único Papa que ha encontrado, en iglesias particulares, figuras que lo confrontan públicamente casi creando una especie de ruptura y poca fidelidad a lo que significa el Papa como símbolo de unión de la Iglesia. Es un aspecto que tenemos que tomar muy en cuenta.
El cardenal Baltazar Porras recordaba esto precisamente. Cómo la Iglesia de América Latina tiene esa humildad propia de saber esperar, de saber dialogar y de saber escuchar. De saber abrirse a pesar de que no esté de acuerdo en un momento determinado con alguien. Pero nunca ha producido una ruptura como se está viendo hoy en día en confrontaciones con el papado de Francisco.
Por cierto, me ha llamado mucho la atención la humildad, la presencia constante de Porras. Es un cardenal entrañable. No tiene nada de príncipe, va de sencillo y lo es. Transmite bondad. Y ayer, en la iglesia de San Ignacio, estuvo con la gente, implicado a fondo.
Sí. Esa es otra de las riqueza que tuvimos en el encuentro. Que los teólogos podemos hablar de una manera fraterna con el episcopado, cuando este se integra en los debates teológicos con apertura, con humildad y con querer también generar una conversión. Éso eso es lo que Francisco llama conversión pastoral. Baltazar ha estado con nosotros como un hermano, y también Raúl Biord, otro obispo de Venezuela que es teólogo mucho antes de ser obispo. Fue profesor y rector de Universidad. Son personas que han estado dialogando, exponiendo sus ideas, y escuchando cosas nuevas. Eso es algo que ha impulsado Francisco.
Ojalá que nuestros obispos sean cada día, un poco más así. Me decía uno de nuestros estudiantes, teníamos muchos ayudándonos, que de repente se había dado cuenta de que estaba hablando con un cardenal. Que en los días que llevaba, no se había fijado en que era el cardenal Baltazar Porras. Eso, es un signo de lo que debe primar en las relaciones humanas, la fraternidad.
¿Vais a hacer conclusiones? ¿Algún documento conclusivo?
Sí, vamos a tener una declaración. Un texto que saldrá próximamente, donde expondremos aquellos puntos en los que consideramos que debemos seguir profundizando, pero lo enmarcamos en lo siguiente:
Hace un tiempo se hizo un encuentro en Roma para el estudio de la reforma estructural. Este encuentro que hemos hecho en Boston está basado en la reforma de la mentalidad, y los dos encuentros están unidos. O sea, que no hay reforma de la estructura eclesial, si no hay reforma de las mentalidades de los que hacemos vida en la Iglesia, y viceversa: No podemos decir que hay un cambio de la mentalidad, si la estructura tampoco cambia.
Es el aporte que queremos dar. Y el documento o el texto declarativo final va a ser orientado a esta lectura de los signos de los tiempos, los retos hacia donde debemos mirar y desde ahí, cómo podemos seguir trabajando en conjunto y no en pequeñas burbujas.
Lo cual quiere decir que tienes en mente que pueda haber un segundo Encuentro iberoamericano.
Así es, hemos iniciado un proceso, siguiendo las palabras que le gustan tanto a Francisco. Un proceso significa poner en marcha una manera, un estilo de trabajo que nos ayude a pensar los signos de los tiempos en conjunto, y ver qué podemos entre todos, hacer.
Nadie viene aquí con un proyecto pre-hecho para seguirlo. En cuanto proceso, esto inicia una manera, un estilo. Y ahora queremos caminar hacia un proyecto que nos lleve a realizar el segundo encuentro, más amplio en la medida en la que también los recursos lo van permitiendo. Pero hacia allá vamos.
Es importante entender que hay que abrir camino haciendo este tipo de procesos. Procesos que te permitan mirar hacia el futuro. Y algo muy importante: no esperar que el otro lo haga por mí. Generar procesos significa tomar decisiones, asumir consecuencias y tratar de hacerlo lo mejor posible para que pueda darse.
El broche de oro lo tuvimos ayer en parroquia de San Ignacio con todos los movimientos populares, sociales y religiosos. Con un acto que a mí me llegó al corazón. Hay sufrimiento y hay miedo: la gente lloraba pidiendo auxilio a la Iglesia, al Boston College y a la Universidad, ante el temor que genera la postura de Donald Trump. ¿No?
Es así. Cuando estábamos organizando la visión académica y teológica de la semana, Félix Palazzi, el teólogo venezolano, propuso integrarlo a eso que Francisco ha iniciado y de lo que ya van tres encuentros, con los movimientos sociales.
Veíamos como necesidad tener un encuentro con las comunidades de inmigrantes en la zona de Boston, porque aún no se ha hecho. Y veo que tampoco en casi ninguna iglesia local lo han hecho.
Hay que entender que la evangelización va integrada a los procesos sociales de los pueblos. En ese sentido, hemos llamado a organizaciones católicas y no católicas, ONGs, grupos locales, personas que están trabajando en servicios comunitarios y les hemos ofrecido ese lema que Félix colocó: «Juntos podemos vencer el miedo. Pero juntos.» Nos pueden amenazar y criticar, pero si estamos juntos, podemos caminar sin miedo y libres. Con libertad de hermanos.
El Encuentro tuvo la presencia del cardenal Porras como miembro de la Pontificia Comisión para América Latina, lo cual es un símbolo a la vez de esperanza, para todas estas personas, de las cuales hay muchísimas sin documentos, que ha hecho su vida en los Estados Unidos y que viven ahora con un tremendo miedo. Separarlos de su familia significa romperla. Y en un país donde muchas veces el sentimiento continuo del extranjero es de ser excluido y rechazado, es un mensaje doloroso.
Hay que unirse y queremos construir puentes para poder vencer el miedo. No hay otra manera. Mientras más nos separen, nos fragmenten y logren penetrar nuestras mentes con el miedo, menos haremos.
De manera que la celebración de ayer cierra la semana diciendo que Teología, evangelización y proceso social, van juntas. No hay Teología sin pastoral, ni pastoral sin Teología. Y no hay Teología ni pastoral que no estén insertas en la vida social de los pueblos. De otro modo sería una Teología completamente aislada.
Eso quiere decir que la posición de Trump ya está teniendo consecuencias. Que ya tiene un coste social que se está sufriendo y que se está viviendo. Visto desde Europa parece que son solo palabras. Pero aquí he comprobado que no solo son palabras, que ya está tocando a la fibra de la gente.
Sí. El miedo. El temor a que me deporten, a que me hagan algo, a que me separen de mi familia. El temor de que me ven mal porque soy extranjero, por el color de la piel, o el temor de no hablar bien el idioma. Todo eso crea, psicológicamente, una inhabilidad de poder ser una persona que se sienta sujeto en esta sociedad. Y ahí es donde la iglesia local tiene que ver. Cómo yo puedo reconocer a esa persona, y reconocerla significa que tengo que estar con ella.
¿Qué postura está tomando la jerarquía católica de Estados Unidos ante este drama? Ayer era un grito a la Iglesia. A la Universidad también, pero sobre todo a la Iglesia.
La gente decía eso: «queremos que la Iglesia esté con nosotros, que los sacerdotes estén a nuestro lado». Ahí está el reto.
¿La jerarquía se está posicionando?
Ha habido declaraciones en función de la realidad migratoria. Ha habido, como el cardenal O’Malley, personas que han tomado una posición muy pública en favor de la defensa de los inmigrantes. Y yo creo que eso está comenzando a generar un cambio. Ahora habrá que tomar la responsabilidad, como decimos en el Boston College, de hacer este tipos de acompañamientos de manera real, en lo cotidiano. Ese paso, hay que construirlo.
Por cierto, estupenda la acogida, la amabilidad y las facilidades del Boston College para todos. Y el conversatorio que tuvimos. Yo nunca había visto casi 600 o 700 personas en un auditorio pendientes de un tema religioso. Eso, en Europa o en España es inconcebible.
Es muy común en nuestros países, en América Latina. Y aquí, en Estados Unidos, lo interesante de esa presencia en ese auditorio el día que fuimos a ofrecer a la comunidad local las conferencias, es que se trataba de un tema de Teología latinoamericana que no todos entienden o no a todos les llama la atención y, sin embargo, vimos una gran receptividad.
Yo creo que eso quiere decir que este kairós de Francisco está generando una inquietud. Y eso se debe a que el mundo de hoy en día está coincidiendo con lo que dice el mensaje del Papa.
Hay que mirar a lo social. Hay que mirar al otro como hermano. Hay que hacer algo, no solo mirar. Y en eso veíamos a jóvenes, adultos y de todos los tipos. Incluso de denominaciones, no solamente había católicos. Y todo eso es parte de este kairós de Francisco.
Muchísimas gracias por atendernos. Espero que nos encontremos en el II Encuentro Iberoamericano, se celebre donde se celebre.
Así será. Y gracias por haber estado con nosotros en estos días, acompañando.
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