Los pueblos indígenas son una porción muy peculiar, como nos recuerda el Papa Francisco, pueblos amenazados por el capital en sus derechos, que necesitan defender sus lenguas, culturas y tradiciones
(Luis Miguel Modino, Brasil).- El Papa Francisco pretende que el Sínodo de la Pan-Amazonía sea realizado a partir de una reflexión conjunta, donde sean escuchadas diferentes voces. Poco a poco se van dando pasos en esa dirección. Uno de ellos ha sido la reunión celebrada en Brasilia este lunes, 19 de marzo, en el que han participado los miembros del llamado Grupo de Reflexión para el Sínodo de la REPAM-Brasil.
En el grupo, formado por 16 personas, están presentes el Presidente de la Red Eclesial Pan-Amazónica, el Cardenal Claudio Hummes, el Presidente y Ex-Presidente del Consejo Indigenista Misionero, Monseñor Roque Paloschi y Erwin Kräutler, historiadores, antropólogos, jueces, especialistas en el mundo indígena, destacando la presencia de alguien de quien se puede decir que es ejemplo en el trabajo de inculturación del Evangelio en el mundo indígena, Justino Sarmento Rezende, el primer salesiano indígena ordenado sacerdote, ya hace 24 años, hoy doctorando en Antropología Social y elegido como uno de los asesores del Sínodo.
El grupo pretende llevar a cabo una reflexión desde la perspectiva teológica, pastoral, cultural, histórica y jurídica sobre la Amazonia, pues el Sínodo debe ser un encuentro de amigos y hermanos, que muestre las riquezas, problemas y desafíos de la Amazonia y de sus pueblos. Esta primera reunión ha servido para poner los pies en la tierra, en la realidad, en aquello que nace de la experiencia y no de elucubraciones teóricas, sabiendo que la responsabilidad del Sínodo es de todos.
En esa perspectiva, Justino Rezende reconocía que «compartir aquello que conocemos y vivimos es algo que nos hace sentirnos bien y que ayuda a quien nos ve, escucha y se interesa. Hablar de nuestra Amazonia, de los pueblos que viven en esa rica región, es hablar de mí y de mis parientes indígenas, ricos en sus sabidurías y conocimientos». El salesiano afirma que es «un grupo de personas muy comprometidas con la Iglesia, con los pueblos de la Amazonia y con una atención especial a los pueblos indígenas», señalando que ésta es «una valiosa oportunidad para aprender y contribuir con los conocimientos y sabiduría de los pueblos indígenas».
La Iglesia católica ha marcado la historia de la Amazonia a lo largo de varios siglos, encontrando momentos significativos y contradictorios. Dentro de ese recorrido, ocupa un lugar destacado la Conferencia de Aparecida, pues supuso el reconocimiento del valor de la región por parte de la Iglesia latinoamericana y universal, continuando así todo lo que había sido llevado a cabo por los obispos y la Iglesia de la Amazonia en las asambleas y documentos surgidos después del Concilio Vaticano II.
Según el cardenal Claudio Hummes, «la Iglesia en la Amazonia necesita renovar su presencia, establecer y apuntar nuevos caminos, para ayudarla a levantarse de su poltrona, para que camine de forma diferente, en dirección a las periferias, a los lugares más necesitados», idea que está en consonancia con lo que el Sínodo propone en su tema. Los pueblos indígenas, según el purpurado, «necesitan misioneros que estén próximos de ellos, que no sea una presencia misionera apenas de pasada«. Es necesaria una experiencia de fe, de compromiso con los pueblos de la Amazonia, ser una Iglesia misionera inculturada.
El Papa Francisco quiere tener una atención especial para los pueblos indígenas en el Sínodo Pan-Amazónico, que no olvidemos son los pueblos originarios y los más perjudicados por el poder político y económico en los últimos cinco siglos. En ese sentido, es necesario pasar de una Iglesia indigenista para una Iglesia indígena, siguiendo la línea del Obispo de Roma, que siempre insiste en la necesidad de que los pueblos indígenas sean los protagonistas de sus propias historias, interlocutores principales de ese proceso de cambio.
Muchos se preguntan sobre el por qué del Sínodo, lo que va a ser respondido a lo largo de los diferentes trabajos que serán llevados a cabo en los próximos meses. El primer motivo sería la importancia de la Amazonia no sólo para quien vive en ella, sino para todo el universo, algo que debe ser comunicado a la Iglesia y al mundo. En ese sentido, Justino Rezende, destaca la importancia de todo eso, pues «nosotros cristianos y no cristianos estamos implicados en ese mundo, una realidad depende de la otra, la naturaleza, los ríos, los animales, y nosotros mismos, seres humanos, necesitamos unos de los otros, no vivimos aislados», aspecto éste muy presente en la vida del salesiano indígena tuyuka.
El encuentro ha servido para ver como hacer posible la participación de la Iglesia brasileña en la preparación del Sínodo y como después ayudar a recibir sus conclusiones. De hecho ya se están llevando a cabo diversas iniciativas en algunas diócesis, coordinadas por la Red Eclesial Pan-Amazónica, en ese sentido.
Existen una serie de ejes, que en opinión del grupo deben ser trabajados, como es la cuestión de la identidad de los pueblos indígenas, donde debe ser abordada la diversidad cultural, la presencia de la mujer en la evangelización de la Amazonia, determinante y muy influyente en los últimos tiempos. En el campo socio-económico es necesario conocer las historias de los pueblos indígenas, su pluralidad, sus derechos, sobre todo ante las amenazas de los grandes proyectos económicos de explotación de los recursos de la Amazonia, la demarcación de los territorios. En el ámbito eclesial, es necesaria una teología indígena, que aborde la espiritualidad indígena y la inculturación, algo que ya ha sido recogido en muchas cartas pastorales y que debe ser retomado para la reflexión.
Al hablar de espiritualidad indígena, el propio Cardenal Hummes reconoce que «muchos cuestionan lo que es espiritualidad indígena». La respuesta está en el hecho de que para los indígenas «la vida está conectada con otras vidas, con otros mundos. Nuestro ser persona humana tiene mucho que ver con las divinidades creadoras, que son los espíritus», como señalaba Justino Rezende, algo que no es fácil de entender para una Iglesia que habla del Dios único, pero que según el salesiano indígena no es contradictorio, pues «existen realidades que inter actúan con nosotros, lo que hace surgir una armonía de vida, el equilibrio entre el ser humano y otras vidas», destacando el papel de los sabios indígenas, especialistas a la hora de establecer un diálogo entre los diferentes mundos.
El salesiano tuyuka hablaba a los presentes de una espiritualidad indígena cristiana, que se ha desarrollado a partir del Concilio Vaticano II y de las Conferencias del CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano, llevando a cabo un «proceso de inculturación del Evangelio que pasa a través de nuestros filtros culturales, buscando como el encuentro del mensaje de Jesús con la Buena Nueva que ya está presente en las culturas, pueden contribuir para nuestras vidas». En ese sentido, ya se están realizando procesos de catequesis indígena, iluminados por la Palabra de Dios, liturgia con cantos en lenguas, símbolos, pinturas y danzas propias de cada pueblo, algo que, por otra parte, está todavía en un punto inicial.
Al hablar de ecología integral, tema del Sínodo, es necesario reflexionar nuevamente desde la espiritualidad indígena. De ahí puede nacer una Iglesia con rostro indígena, algo que todavía es un sueño, actitud siempre presente en el mundo indígena, pues a partir de los sueños es como los sabios recibieron las orientaciones para la vida de la comunidad. Esa Iglesia con rostro indígena debe concretarse en algo práctico, que lleve a dar valor a las comunidades, a pensar en nuevos ministerios y a descubrir en quien forma parte de esa Iglesia un enriquecimiento para la Iglesia universal.
De hecho, a partir de la espiritualidad del Bien Vivir, eso es algo que los pueblos indígenas han llevado a cabo a lo largo de muchos siglos y que ahora quiere ser dado a conocer, mostrando el ser y hacer, las riquezas espirituales y teológicas, las prácticas de vida del mundo indígena, que pueden servir como experiencias y principios orientadores en cualquier lugar del mundo.
Uno de los aspectos abordados es el de los indios urbanos, con un proceso y comprensión vital diferentes, que intentan compartir sus tradiciones en encuentros que son espacios de recuperación y fortalecimiento de sus identidades, creando nuevas culturas indígenas contemporáneas. En esa perspectiva, es importante el trabajo de la Iglesia católica a través del Consejo Indigenista Misionero, de las parroquias y diócesis que tienen pastorales relacionadas con el mundo indígena, de la REPAM, que ayudan a descubrir donde están hoy los pueblos indígenas de la Amazonia, dando valor a todo lo que de positivo está siendo llevado a cabo.
El grupo pretende ser un encuentro de reflexión sobre toda la riqueza que va a ser recogida en todos los rincones de la Amazonia, queriendo ser instrumento que muestre a la Iglesia y a la sociedad de Brasil la importancia del Sínodo, en una tentativa mayor de dar a conocer la realidad de los pueblos y las riquezas de la región, para así el mundo defender la Amazonia desde la defensa de la vida.
No olvidemos que los pueblos indígenas son una porción muy peculiar, como nos recuerda el Papa Francisco, pueblos amenazados por el capital en sus derechos, que necesitan defender sus lenguas, culturas y tradiciones. El Sínodo es una gran oportunidad para que los pueblos de la Amazonia puedan mostrar quienes son para ellos mismos, para los países de los que forman parte, para el mundo y para la Iglesia. Sin duda un buen punto de partida para la primera reunión del Consejo Pre-sinodal, en la que está anunciada la participación del Papa Francisco, los días 12 y 13 de abril, en el Vaticano.
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