Nos quieren libres críticos y también llenos de amor para nuestros semejantes, así se lo pedimos al Señor en este altar, para alegrarnos, para no desesperarnos y no caer en garras de la violencia
(G. Gazanini/Agencias).- México inicia la Semana Santa, período de reflexión y meditación, tiempo de penitencia y conversión con la celebración del Domingo de Ramos que anuncia la pasión de Nuestro Señor Jesucristo. El color rojo de la liturgia parece extenderse a una sociedad que no ve descanso ni tregua ante la delincuencia, inseguridad, desapariciones y violencia en diversas partes del país manteniendo en la angustia a miles de ciudadanos que anhelan la paz en estos días santos.
Este pasado fin de semana, delincuencia y violencia fueron ingredientes en las homilías de obispos quienes apuntaron hacia la incertidumbre que lacera la seguridad personal, de familias, comunidades y de los negocios que han cerrado sus puertas ante las condiciones difíciles para realizar cualquier actividad lícita.
Mons. Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancingo-Chilapa, advirtió que la delincuencia en el Estado de Guerrero estaría ahogando a las industrias que «traen progreso a la entidad». Se refirió a la empresa refresquera Coca Cola la cual, desde mediados de marzo, decidió suspender actividades indefinidamente cuando grupos delincuenciales atacaron con alto poder de fuego sus instalaciones en Ciudad Altamirano por tres días consecutivos arriesgando la integridad y seguridad de personal, empleados e instalaciones. Apenas el 24 de marzo, sujetos ligados al narco tomaron un camión por ariete para invadir las instalaciones, pero fueron repelidos por fuerzas policiales desatándose un tiroteo.
Anteriores agresiones obligaron a la directiva de Coca Cola a emitir un comunicado por la ausencia del Estado de derecho para llevar a cabo sus actividades con todas las garantías. El obispo de Chilpancingo-Chilapa, quien a principios de febrero enfrentó la muerte de dos sacerdotes a manos del crimen, apuntó que él venía haciendo señalamientos constantes, desde dos meses atrás, de las amenazas del narco contra empresas privadas.
En el ambiente festivo del Domingo de Ramos, Mons. Rangel invitó a «recurrir a la oración para que Dios nos dé sabiduría, nos regale prudencia y nos dé valentía para elegir aquellas personas que nos traigan paz y seguridad, que amen y respeten la vida; que destierren las injusticias y que haya más seguridad para nuestro pueblo mexicano». A esto se suma que al inicio de la Semana Santa, autoridades del gobierno guerrerense habían reportado dieciséis ejecuciones en Acapulco e Iguala.
Veracruz es otra entidad castigada por múltiples factores criminales violentos. En las primeras horas del Domingo de Ramos, la parte central del Estado sufrió una ola de ejecuciones que no pasaron desapercibidas por el obispo de Córdoba, Mons. Eduardo Patiño Leal. Demandó el fin de la impunidad y la conversión de los delincuentes que han endurecido el corazón, sin embargo, «pedimos que se abran a la verdad», señaló el prelado.
Igualmente, la arquidiócesis de Xalapa abundó en la lectura de la pasión de Cristo leída este Domingo de Ramos. En el relato evangélico se cuentan «hechos terribles» que sufrió el Hijo de Dios que vino a salvarnos y, según afirma la arquidiócesis, «llegarán naturalmente a nuestra memoria muchas historias tristes de personas amenazadas, desaparecidas, extorsionadas o secuestradas que sufren el flagelo de la violencia y que viven en situaciones de riesgo permanentemente».
La jornada más horrible del inicio de la Semana Santa 2018 se vivió en la martirizada Tamaulipas. Enfrentamientos y duros tiroteos se registraron en Nuevo Laredo y Reynosa cuando delincuentes emboscaron al personal de la marina armada con un saldo de doce elementos heridos y uno fallecido. En la procesión de ramos, el obispo de Nuevo Laredo, Mons. Enrique Sánchez Martínez, encabezando a un numeroso contingente de jóvenes, señaló a los participantes: «Nos quieren libres críticos y también llenos de amor para nuestros semejantes, así se lo pedimos al Señor en este altar, para alegrarnos, para no desesperarnos y no caer en garras de la violencia».
Guadalajara, segunda ciudad en importancia de México, capital de Jalisco, vive también la incertidumbre por la desaparición de cinco estudiantes de la Universidad de Guadalajara de quienes se perdió cualquier rastro desde el 19 de marzo cuando, se presume, fueron levantados por un comando armado. Uno de ellos apareció el Domingo de Ramos colgado de un árbol al haber cometido homicidio de acuerdo con los indicios de las autoridades lo que fue rechazado por integrantes de los movimientos sociales que claman por su aparición sanos y salvos.
Estas circunstancias no pasaron desapercibidas por el cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, quien en la misa de ramos aludió a los desaparecidos afirmando que en Jalisco, la «situación es grave». En la homilía señaló: «Pensemos en todos aquellos hermanos y hermanas que de momento son arrebatados de su vida ordinaria y son entregados o son llevados con fines que ignoramos, que ignoramos cuál es su paradero, si viven o mueren, si viven cómo viven y si murieron dónde están».
Después, ante medios de comunicación, el prelado indicó que la desaparición de estos jóvenes está en riesgo de caer en la politización por el inminente inicio de las campañas electorales este fin de semana, el Viernes Santo. Robles Ortega dijo, además, que las parroquias de la arquidiócesis reciben cada día más y más personas que piden oraciones por familiares desaparecidos. Según la Comisión Estatal de Derechos Humanos, en 112 de los 125 municipios del estado hay denuncias de desapariciones siendo la tercera entidad del país en la comisión de este delito donde se pueden contar hasta 14 mil casos (2013-2017) que no han sido resueltos.
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