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Los laicos de Osorno quieren que su próximo obispo sea Jordi Bertomeu

Reclaman "una auténtica participación eclesial" en el nombramiento de obispos

Los laicos de Osorno quieren que su próximo obispo sea Jordi Bertomeu
Bertomeu y Scicluna

Ahora, en que esperamos un nuevo tiempo eclesial y con los obispos en Roma, nos parece importante entregar una opinión y petición para que el Obispo que llegue a Osorno sea un Pastor dialogante y con "olor a oveja"

(Mario Vargas y Danilo Andrade, Comunidad de Laicos de Osorno).-Estamos todos, en Chile y en la Diócesis de Osorno, expectantes por los resultados que saldrán de las importantes reuniones del Papa Francisco con los obispos chilenos en Roma.

Nos asiste una fundada esperanza de que por fin llegue un nuevo Obispo a nuestra querida tierra Osornina. Hoy, es claro que el Papa y sus asesores saben de la enorme crisis por la que atraviesa la iglesia católica en Chile. Siempre valoraremos la visita y el trabajo de Monseñor Charles Scicluna y su asistente el P. Jordi Bertomeu. Todo este acontecimiento gatillado por la célebre Carta del Cardenal Sean O’Malley, OFM al Papa en medio de su visita apostólica al Perú.

Ahora, en que esperamos un nuevo tiempo eclesial y con los obispos en Roma, nos parece importante entregar una opinión y petición para que el Obispo que llegue a Osorno sea un Pastor dialogante y con «olor a oveja» para que pueda cumplir su servicio pastoral en medio de un necesario clima de unidad y fraternidad que quiere y se merece esta porción eclesiástica del sur de Chile. Por esto hacemos nuestra la reflexión del Papa cuando le dijo a los obispos reunidos en la Sacristía de la Catedral de Santiago: «Digámoslo claro, los laicos no son nuestros peones, ni nuestros empleados, no tiene que repetir como ‘loros’ lo que les decimos». (16/1/2018).

En este tiempo de espera en la acción, lo primero que tenemos que decir es que se nos escuche sin prejuicios, se nos consulte en serio y que de conjunto con los sacerdotes y las religiosas, seamos los Laicos también protagonistas de este acontecimiento por venir y no meros observadores y recepcionistas de importantes decisiones ya tomadas, sea en Roma, la Cech o la Nunciatura Apostólica. Esa actitud unilateral es la que hoy se debe corregir o al menos obviar a la luz de los hechos que se están viviendo como Iglesia y que clama por una profunda y genuina conversión.

 

 

Por estos días, hemos reflexionado sobre un valioso artículo de un reconocido teólogo jesuita de Santiago en que expone con claridad algunos puntos básicos para que un nombramiento de Obispo sea creíble y bien recepcionado por toda la feligresía: «a) debería ser conocido por todos. Todos los católicos debieran saber cómo empieza y cómo termina el nombramiento de cada uno de los obispos que habrán de ser elegidos para el cargo y quienes intervienen en la decisión; b) todos, sin excepción, tendrían que tener la posibilidad siquiera de contribuir a forjar el perfil de obispo que la iglesia necesita hoy; c) en las instancias más confidenciales del proceso -ciertamente necesarias por la relevancia del cargo- tendrían que poder participar laicos eximios. También mujeres debieran poder decir una palabra en paridad de condiciones».

Este planteamiento del profesor jesuita, lo hacemos nuestro porque da cuenta de que estos puntos son fundamentales para avanzar en la restitución de las confianzas, dañadas por el poder eclesiástico sin control y, además, sería señal de una auténtica participación eclesial en plena sintonía a lo que el propio Papa ha dicho sobre los estragos que causa el clericalismo extremo y dañino para la sana convivencia de una Comunidad cristiana que está llamada a evangelizar bajo una sana comunión.

Ante estos acontecimientos históricos que estamos viviendo, nos atrevemos a proponer -con respeto y humildad- que venga prontamente a Chile una persona de plena confianza del Santo Padre para iniciar un proceso de consultas e ir delineando perfiles adecuados de personas que puedan acceder -sin reproches- al Episcopado. Dicho con toda sinceridad, nos parece que la persona apropiada para esta nueva y delicada tarea sería el P. Jordi Bertomeu. Porque lo conocemos y sabemos bien de su idoneidad, capacidad de escucha y fidelidad plena a una Iglesia servidora, misionera y dialogante.

«El daño más grande que puede sufrir hoy en día la Iglesia en América Latina es el clericalismo…Pero en algunos todavía están vigentes comportamientos de tipo principesco. Se debe dar al pueblo de dios el lugar que le corresponde».

Papa Francisco en el Santuario S. Alberto Hurtado (16/1/2018)

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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