Con el Santísimo Sacramento en mano, el cardenal Leopoldo Brenes dijo lo siguiente: "¡Perdónalos porque no saben lo que hacen!"
(Israel González Espinoza, corresponsal en Nicaragua).- La dictadura de Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo, sobrepasó este 9 de julio, nuevos límites, cuando una horda de personas fanáticas del gobierno agredió y atacó verbal y físicamente a los obispos Leopoldo Brenes, Silvio José Báez, al Nuncio Apostólico y a varios sacerdotes en la Basílica Menor de San Sebastián, ubicada en la ciudad de Diriamba, a 40 kilómetros al suroeste de la capital.
Diriamba y Jinotepe, denominadas «las ciudades gemelas», ubicadas en la meseta que se interpone entre la ciudad de Managua y el Océano Pacífico, fue objeto el fin de semana de un despiadado operativo de limpieza perpetrado por la Policía antimotines y fuerzas de choque armadas del régimen de Ortega, quienes a punta de sangre y balas, destruyeron las barricadas de la población que protestaba contra el gobierno.
Según organismos de derechos humanos, al menos una treintena de personas -su mayoría, jóvenes-, murieron por el ataque gubernamental. Así mismo, personas que ayudaban con un puesto médico dentro de la Parroquia San Sebastián fueron asediadas por las turbas del régimen orteguista durante la noche del domingo 8 de julio, y la madrugada del lunes 9.
El lunes 9 de julio, los obispos decidieron hacer presencia en Diriamba y Jinotepe, tal y como lo habían hecho en Masaya, para impedir más ataques y muerte. Sin embargo, esta vez, la recepción fue muy distinta a lo que esperaba la Iglesia.
El gobierno, quién por boca de Ortega ya había amenazado a la Iglesia, mandó a sus simpatizantes más fanáticos a esperar a los obispos y sacerdotes para gritarles improperios y toda clase de bajezas, mientras la Policía (al servicio del régimen) imponían un real estado de sitio a los verdaderos pobladores de la ciudad.
La caravana episcopal además, estaba integrada por periodistas independientes, miembros de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, y la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
Tras llegar a la Basílica, que es un famoso centro de romería debido a la veneración de San Sebatián, los sacerdotes y los obispos intentaron primero dialogar con los fanáticos del gobierno en el atrio del templo. Al ver que era sumamente imposible entablar una mínima comunicación, el arzobispo Brenes junto a monseñor Báez y el Nuncio Apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag oraron y luego trataron de entrar por la puerta trasera del templo, dónde también fueron seguidos por la turba orteguista.
Tras ingresar los obispos y el Nuncio Apostólico al templo, se armó un forcejeo entre los simpatizantes fanáticos del gobierno, quiénes intentaban entrar para profanar el templo, y los sacerdotes católicos, quiénes resistían el ataque como valla humana.
Tras ser superados en números, parte de la turba gubernamental entró al templo, profanándolo, y gritando consignas del partido de gobierno, vivas al régimen y asediando a periodistas independientes, sacerdotes y obispos.
Rezo por vosotros, los obispos y el pueblo de Nicaragua, para que el Señor os mantenga, con la fuerza de su gracia y de su amor, como valientes testigos suyos en medio de la violencia.
— Carlos Osoro Sierra (@cardenalosoro) 9 de julio de 2018
Pese a ello, los sacerdotes intentaron nuevamente contener a la multitud, y se inició un momento de máxima tensión que terminó en el vapuleo y agresión física de varios sacerdotes, y del ataque con arma blanca que sufrió Monseñor Silvio Báez, a quien le hirieron con una navaja en el brazo, manchándole la sotana blanca de sangre.
También recibió golpes el arzobispo Leopoldo Brenes, según reportó Radio Católica de Nicaragua, la cadena radial de los obispos.
El Nuncio Apostólico y su secretario, fueron ofendidos verbalmente, pero no agredidos de manera física por la turba orteguista, posiblemente alertados por quienes organizaron el acto irrespetuoso y profanador, de las implicaciones que tendría para el régimen de Ortega el que se golpeara al que en todos los efectos, es un embajador acreditado en el país centroamericano.
La Policía, quién miró pasiblemente todos los acontecimientos, sólo pudo ayudar a la salida de la caravana episcopal de la ciudad.
Asediado por una turba enardecida que quería ingresar a la Basílica San Sebastián en Diriamba, fui herido, golpeado en el estómago, me arrebataron las insignias episcopales y agredido verbalmente. Estoy bien gracias a Dios. Se liberó la basílica y a quienes allí estaban. pic.twitter.com/9qTgugBjic
— Silvio José Báez (@silviojbaez) 9 de julio de 2018
«Asediado por una turba enardecida que quería ingresar a la Basílica San Sebastián en Diriamba, fui herido, golpeado en el estómago, me arrebataron las insignias episcopales y agredido verbalmente. Estoy bien gracias a Dios. Se liberó la basílica y a quienes allí estaban», manifestó Monseñor Silvio José Báez, en Twitter.
Tras llegar a Managua, los obispos fueron recibidos en la Catedral Metropolitana de Managua por varios sacerdotes y por los medios de comunicación, quiénes transmitieron la oración agradecida por haber llegado bien a la capital.
Con el Santísimo Sacramento en mano, el cardenal Leopoldo Brenes dijo lo siguiente: «¡Perdónalos porque no saben lo que hacen!».
«Hemos sentido la fuerza brutal contra nuestros sacerdotes. Hemos ido a las parroquias para consolara nuestros sacerdotes, para acompañarlos en el sufrimiento y hemos recibido agresión», expresó el arzobispo de Managua.
Pese a la brutal agresión del régimen orteguista contra obispos y sacerdotes en Diriamba, se reportó que simpatizantes del gobierno habían profanado la parroquia Santiago de Jinotepe, destruyendo mobiliarios, también medicinas, imágenes religiosas y cuanto se encontraba en dicho sitio.