Representantes de Colombia, Perú y Brasil preparan el Sínodo pensando en las víctimas

Un seminario internacional reflexiona sobre el Cuidado de la Vida en las fronteras de la Amazonía

La explotación sexual, la trata, el trabajo infantil o el tráfico de drogas, desafíos a abordar con urgencia

Un seminario internacional reflexiona sobre el Cuidado de la Vida en las fronteras de la Amazonía
Representantes de Colombia, Perú y Brasil preparan el Sínodo con la mirada puesta en las víctimas Luis Miguel Modino

¿Qué nuevos caminos, qué nuevas necesidades, qué nuevas respuestas vamos encontrando para la Iglesia en la Panamazonía?

(Luis Miguel Modino, Brasil).- Las regiones de frontera son lugares donde confluyen diferentes realidades, lo que muchas veces provoca encuentros que ayudan, pero sin olvidar que también se producen situaciones que perjudican la vida.

Desde esa perspectiva, este fin de semana se ha celebrado en Tabatinga – Brasil, un seminario que ha tenido como título «El Cuidado de la Vida en la Transfrontera», una realidad preocupante y que debe conducir a construir la cultura del encuentro, aspecto presente en el lema del seminario.

Representantes de los tres países que confluyen en ese punto, a la orilla del Río Amazonas, Colombia, Perú y Brasil se han reunido en un encuentro formativo con el objetivo de «sensibilizar y capacitar multiplicadoras y multiplicadores para actuar pastoralmente en el cuidado de la vida en las diferentes expresiones», todo ello, teniendo como punto de partida la mirada, que debe ser amorosa, cuidadosa y esperanzadora.

El encuentro se engloba dentro del proceso del Sínodo de la Panamazonía y ha contado con representantes de la Red Un Grito por la Vida, Caritas y la Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM. En ese sentido, como señalaba el Marista João Gutemberg, «como aquí en la triple frontera se encuentran varias culturas y realidades, el encuentro pretende ayudar a los participantes a entender su misión en este lugar, pero sobre todo motivando e informando, trayendo la posibilidad de que líderes locales vayan asumiendo todos esos procesos del cuidado de la vida en todas sus dimensiones».

Desde esa perspectiva, el religioso ve el Sínodo de la Amazonía como elemento que «estimula el diálogo, la conciencia de las realidades y también la reflexión encima de esas realidades, en vista de un proyecto de Iglesia que cada vez se va aproximando más de las diferentes realidades humanas, también más allá de nuestras estructuras organizativas pastorales habituales». Desde ahí, se pregunta «¿qué nuevos caminos, qué nuevas necesidades, qué nuevas respuestas vamos encontrando para la Iglesia en la Panamazonía?»

 

 

El seminario ha puesto de manifiesto la necesidad de una mirada amorosa que contempla y admira la vida de las personas de la Madre Naturaleza en los contextos de la Amazonía y del Planeta, glorificando al Creador por cada nueva descubierta, una mirada que se complementa desde la dimensión del cuidado, preocupado con los problemas encontrados en la vida de las personas y del ambiente natural, que pide perdón por las flaquezas y busca soluciones en favor de la vida.

Esta mirada cuidadosa, según María José, una de las participantes del encuentro, llegada de la ciudad brasileña de Benjamin Constant, se debe tener «no sólo con el otro, sino con toda la humanidad, con el medio ambiente, cuidar más de nuestra naturaleza y cultura, no dejarla perder y tener una mirada diferente, dando más visibilidad a las cosas tan importantes que están a nuestro lado y a veces no nos damos cuenta, como es la cuestión de la explotación sexual, de la trata, del abuso sexual, del trabajo infantil, del tráfico de drogas«. La joven brasileña insiste en la necesidad de un trabajo interdisciplinar y de llevar para la práctica las informaciones que cada uno va adquiriendo.

Desde esa misma mirada, la colombiana Natalia Fuertes Romero, trabajadora social de la Red Colombiana de los Defensores de Vida, promovida por la Hijas de la Caridad, que combaten la trata de personas en el país, ve el encuentro como algo «muy importante, pues podemos articular el trabajo que estamos haciendo en los tres países, la defensa de la vida», destacando la importancia de «poder trabajar en pro de los derechos humanos, de la dignidad y de la libertad, que hoy lamentablemente en esta región de frontera se ven tan vulnerados por la trata de personas y por las diferentes modalidades de explotación».

La trabajadora social destaca la labor que vienen haciendo en los colegios tanto en Colombia como en Perú, con lo que espera que «en las comunidades se pueda promover una reacción en cadena, de cultura y sanción social, de denuncia, por supuesto, pero también que como comunidad reaccionemos cuando se produce una violación de los derechos de los niños, cuando vengan otras redes, propuestas o personas con ese interés de sacar, de quitar, de explotar». Por eso, insiste en que «ese poder que siempre hemos tenido en las comunidades indígenas sea respetado, sea sagrado y que ojalá que, junto con otras redes y organizaciones e instituciones del estado, que tienen que tener una presencia importante en este territorio, poder articular oportunidades que acaben con la vulnerabilidad».

Al hablar del Sínodo de la Amazonía y la importancia de trabajar el tema de la trata, Natalia Fuertes señala que «la Amazonía tiene una gran importancia para el mundo, para las generaciones futuras y para la sostenibilidad de los seres humanos y todos los seres vivos». Desde esa dimensión, «la trata de personas está en esa perspectiva de explotación, de sacar, de acabar, de aprovechar, de hacer daño, de lesionar este patrimonio que tiene que ver con la Amazonía».

 

 

En ese sentido, la trabajadora social colombiana insiste en que «es de particular importancia que se le dé lugar en este Sínodo, ya que nuestra Amazonía nos está llamando de tantas formas, nos está pidiendo ayuda, apoyo, acompañamiento, que paremos con estas diferentes formas de explotar, no sólo el medio ambiente sino también a los niños, jóvenes y comunidades indígenas, pues todo el daño que se haga también a la cultura y a la población que habita en la Amazonía, es un daño directo a la Amazonía».

«Algo muy importante que nos han enseñado nuestros hermanos indígenas es precisamente vivir en harmonía con la Amazonía, es poder ser sustentable esta Amazonía, poder trabajar al ritmo de la selva, del río, de esta sabiduría que tiene esta maravillosa Amazonía», insiste Natalia Fuertes, para quien «la trata de personas es una laceración, un daño precisamente a este ritmo, es romper, es desfragmentar las comunidades que están protegiendo la Amazonía, desligarlas de su rol del cuidado». La alternativa que, en su opinión se busca, es que «entre este sistema de consumo, de capitalismo desenfrenado, del acumular, del dinero, que aquí ancestralmente se ha tenido tan apartado».

La trabajadora social equipara el concepto de buen vivir, presente en el mundo indígena, con el de dignidad, vivir libres, algo que proclaman los Derechos Humanos. Por eso, «ese buen vivir tenemos que promoverlo, seguir trabajando con ellos, que se siga fortaleciendo, porque lamentablemente estas amenazas están aquí, y que haga parte del Sínodo la trata de personas es fundamental, porque se hace daño a las comunidades, a la persona y directamente a esa harmonía que ha estado en la Amazonía por tantos años y que hoy en día está tan amenazada».

Esta visión está relacionada con la Madre Tierra, que, según Natalia Fuertes, es «la madre que nos fecunda. Nosotros hablamos mucho de la Pacha Mama, de la tierra como madre, de esta mujer que nos acoge en sus brazos, que nos alimentó cuando estábamos débiles, que nos proporciona todo para vivir, todo su afecto, el calor, el aire, todo lo que está a su alcance para que podamos vivir y ser felices». Ella insiste en que la madre «llora, sufre cuando su hijo no sabe comportarse, hace daño, no agradece, se desconecta de ella». La tierra ha pasado a ser vista como un objeto que se utiliza y por eso, nos hace una llamada «a que encontremos otra vez el camino que perdimos porque nos metimos en otros sistemas que nos hacen pensarnos diferentes».

Rose Bertoldo, que ha participado en el seminario como representante de la Red un Grito por la Vida, que en Brasil combate la trata y explotación sexual de niños y adolescentes, destacaba la necesidad de organizar la mirada esperanzadora, «que fortalece el trabajo en red en la triple frontera, frente a los desafíos del cuidado con la Casa Común, de la trata y de tantas otras violencias, de modo especial la cuestión del narcotráfico». Junto con ello, la religiosa insiste en la importancia de fortalecer el trabajo del Eje Fronteras, que forma parte de la REPAM, lo que «nos posibilita una mayor articulación con los líderes sociales y pastorales».

Tampoco se puede perder, en su opinión, «la oportunidad que el Sínodo de la Panamazonía nos ofrece en vista de nuevos caminos para la evangelización en la Amazonia, de modo especial lo que hace referencia a las violaciones de derechos, la trata, el abuso, la explotación sexual y la violencia contra las mujeres, que ha crecido mucho en la Amazonia y requiere de nosotros, como Iglesia, una postura para ser presencia y dar visibilidad a esas violaciones y hacer un trabajo articulado de prevención y acogida de las víctimas».

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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