Han resonado en nosotros los clamores de la naturaleza y de los pobres y estamos dispuestos como Iglesia a asumirlos en nuestra acción pastoral y a sumarnos a su lucha por la defensa de la vida de los pueblos y de la Madre Tierra
(C.D.).- 550 personas de pueblos originarios de toda América Latina se han reunido en México junto con pastores de la Iglesia católica para denunciar el «despojo, explotación y descarte» a los que ha conducido el «proyecto de muerte» que es la globalización neoliberal. Al mismo tiempo, no obstante, los participantes en el Primer Congreso de Pastoral de Pueblos Originarios se han apresurado a anunciar «la gracia y la esperanza que florece en la lucha de nuestros pueblos, con los que somos hermanos y para los que queremos ser profetas y pastores de esperanza».
Comunicado del Primer Congreso de Pastoral de Pueblos Originarios de México y América Latina
A nuestras hermanas y hermanos de los pueblos originarios de México y América Latina
A nuestras autoridades tradicionales, eclesiásticas y civiles
A quienes luchan por el bien de la humanidad y de la Madre Tierra
¡Paz y bien!
El Dios, Dueño del Cerca y del Junto, Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra está con nosotros en esta hora de gracia, que es tiempo de cambios profundos.
Provenientes de los cuatro rumbos de Nuestra Casa Común de este continente llamado América, nos reunimos los días 7 al 11 de agosto de 2018 en las tierras del Mayab, 550 personas que trajimos la presencia de nuestros pueblos originarios de México, Guatemala, El Salvador, Panamá, Colombia, Ecuador y Argentina, acompañados de los pastores de nuestras iglesias, para testimoniar la vida y luchas de los pueblos indígenas y para impulsar el acompañamiento pastoral de estas luchas y al florecimiento de las iglesias autóctonas.
Este Congreso se realiza en ocasión de conmemorar los 25 años del encuentro de SS Juan Pablo II con las etnias de nuestro continente, y para inaugurar el trecenario de preparación de los quinientos años del hecho guadalupano.
Al compartir nuestra vida en este Primer Congreso de Pastoral de Pueblos Originarios (y Afromexicanos), convocado por la Dimensión de Pastoral de Pueblos Originarios de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano, junto con la Arquidiócesis de Yucatán y la Provincia Franciscana San Felipe de Jesús, sureste de México, comprobamos la riqueza de nuestra diversidad de lenguas, culturas y tradiciones religiosas que manifiestan nuestros modos propios de entender y vivir con Dios, con los demás seres humanos y con la Madre Tierra. Pero junto a estas flores y cantos que dan sentido a nuestra vida también descubrimos espinas que llenan de dolor y de tristeza nuestro corazón.
Han resonado en nosotros los clamores de la naturaleza y de los pobres y estamos dispuestos como Iglesia a asumirlos en nuestra acción pastoral y a sumarnos a su lucha por la defensa de la vida de los pueblos y de la Madre Tierra.
Ciertamente reconocemos que tenemos avances importantes, pero no a la medida de lo que los pueblos y los signos de los tiempos exigen.
Los que aquí nos reunimos hemos sido testigos y víctimas del modelo globalizante neoliberal agravado por la corrupción y la violencia, que es un proyecto de muerte; sus megaproyectos extractivistas son formas más modernas y agresivas de despojo, de explotación y descarte que destruyen los bienes de la creación, los conocimientos tradicionales ancestrales y el tejido social de los pueblos. Aunado a esto la represión y la violencia se ha desatado contra los líderes comunitarios como crímenes de lesa humanidad que claman al cielo.
Como miembros de los pueblos originarios y como pastores de la Iglesia Católica denunciamos esta situación como un pecado sumamente grave que exige conversión y reparación para lograr la paz y el perdón; al mismo tiempo anunciamos la gracia y la esperanza que florece en la lucha de nuestros pueblos, con los que somos hermanos y para los que queremos ser profetas y pastores de esperanza.
Nos comprometemos a las siguientes acciones:
Recuperar, afirmando y potenciando, los valores culturales y espirituales que se han perdido o menguado en nuestros pueblos;
Asegurar la continuidad de los procesos de liberación e inculturación reconociendo la siembra de Dios y el cultivo de la religión popular de los pueblos.
Educarnos mutuamente desde la familia, las comunidades y pueblos aceptando que la gente forma a sus pastores para el buen convivir entre nosotros, con la Madre Tierra y con Dios.
Actuar como iglesia particular autóctona en unidad de fe dentro de la diversidad de carismas, servicios y culturas.
Incidir en la sociedad con la fe, sabiduría ancestral y participación ciudadana sobre las políticas públicas, conociendo y manejando las leyes que afectan la causa indígena y proponiendo acciones concretas con las que nuestros pueblos sigan afrontando sus problemas y tengan vida digna y vida en abundancia.
Organizarnos como pueblos y como iglesia para defender, ampliar y plenificar la vida
En nombre de los participantes, firmamos rogando a Tonantzin Teocoatlaxiuhpe nos siga procurando todo su amor, ternura y ayuda como a San Cuauhtlatoatzin, a fin de realizar los compromisos emanados del Congreso.
Desde la Universidad Marista de Mérida, Yucatán, en México, el 10 de agosto de 2018
Pbro. Rogelio Narváez Martínez Secretario Ejecutivo Comisión Episcopal para la Pastoral Social, CEPS – Cáritas Mexicana
+ Fr. José de Jesús González Hernandez, OFM Obispo Prelado de Jesús María, El Nayar Responsable de Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos Comisión Episcopal para la Pastoral Social, CEPS.