El único antídoto contra personajes como Juan José Soto Vargas al parecer lo dicta la necesidad de que prime el sentido común que una mínima investigación revela sus mentiras, junto a la exigencia e indignación ciudadana
(Radio Santa María de Chile).- Juan José Soto Vargas no es un desconocido para la prensa chilena y extranjera. Con su inigualable poder de generar «fake news» -noticias falsas o popularmente conocidas como tongos– ha provocado más de algún conflicto nacional e internacional, y ha hecho caer en sus falaces argumentos a autoridades de todo nivel y a prestigiosos medios de comunicación. Su último ataque comprobado lo ha centrado en el Obispo Vicario Apostólico de Aysén, Luis Infanti de la Mora.
No es necesario perder tiempo relatando las múltiples «fakes news» que este verdadero «Pedro Urdemales» del siglo 21, supuesto ex DINA, ha generado en su productiva vida de mentiras. Basta «googlear» su nombre en internet para encontrarse con sus andanzas, incluso un épico episodio donde él mismo se hace pasar por muerto en un accidente aéreo en España; y diversos artículos de medios nacionales y extranjeros haciendo eco de sus estudiadas puestas en escena y los correspondientes posteriores desmentidos.
Sin lugar a dudas Juan José Soto Vargas cuenta entre sus capacidades con una aguda lectura de la «oportunidad» para elaborar con aura de verosimilitud sus mentiras y hacer que sus destinatarios caigan «redonditos» en invenciones que es capaz de acompañar de pulcros documentos falsos, presumiblemente de su propia creación. Soto Vargas, además de gran falsificador, es un experto suplantador de personas y en especial la identidad de autoridades, llegando incluso a autonombrarse Cónsul de Chile y otros países en más de una oportunidad.
Juan José Soto Vargas
Ataque en Aysén
No se sabe cuál es el método que Juan José Soto Vargas tiene para escoger a sus víctimas, sean personas o instituciones, o ambas al mismo tiempo, pero sin duda usando su gran capacidad de análisis de la realidad y su traviesa psiquis entrenada para «urdir males», sabe muy bien cómo hacer daño y mucho, aunque finalmente sus embustes terminen descubiertos.
Este 2018 Soto Vargas centró sus dardos en el Obispo de Aysén, Luis Infanti, atribuyéndole a través de una denuncia presentada ante tribunales por su madre -que él mismo dio por muerta años atrás- el encubrimiento de supuestos abusos sexuales perpetrados por sacerdotes, entre ellos el Padre Antonio Ronchi, a tres menores -entre los cuales figura él como una de las aparentes víctimas- acaecidos en la década del 60 en un hogar de menores a cargo de la Congregación Obra Don Guanella en Puerto Cisnes.
Juan José Soto Vargas elaboró su denuncia calculando que, dado el ambiente que actualmente vive la Iglesia chilena, la fiscalía con mayor ahínco y celo iba a acoger su escrito e iniciar una investigación. Acto que se hizo efectivo y por el que posteriormente se solicitó antecedentes al Vicariato Apostólico de Aysén.
A Soto Vargas le benefició en la consecución de sus objetivos, además, el efecto mediático del momento, debido a que el Ministerio Público entregó el listado de obispos chilenos que están bajo investigación, información que -como también esperó- haría conocida su denuncia en contra el Obispo de Aysén y sería recogida -sin más análisis- otra vez por sus más habituales víctimas: los medios de comunicación.
Algunos medios en Santiago informaron dramáticamente que una madre denunciaba que sus tres hijos fueron abusados sexualmente y que el Obispo de Aysén habría encubierto los hechos. Localmente, en Aysén, la noticia fue portada principal de un periódico con el título de «investigados» sumando a la foto del Obispo y el fiscal Árias la imagen del sacerdote Porfirio Díaz cuyo caso no tiene relación alguna con la denuncia del mitómano. Otra vez, un verdadero triunfo para Juan José Soto Vargas que aprovechándose de la irresponsabilidad y el escaso chequeo de fuentes, manipuló los medios a su antojo.
Estas publicaciones provocaron un escueto comunicado del Vicariato Apostólico de Aysén que corroboró la investigación de la fiscalía y aludió a que lo denunciado habría acontecido en la década de los 60 cuando el actual Obispo era un niño, por tanto no era sacerdote ni estaba en Chile; y explícitamente dio a conocer el nombre de Juan José Soto Vargas reservándose las acciones legales pertinentes una vez aclarado el caso.
Monseñor Infanti
Mentiras que afectan a todos
No se conoce el paradero actual de Juan José Soto Vargas. Lo único que se sabe de él es que sus mentiras tiñen todo a su alrededor, y dado su historial, éstas seguirán avanzando si no se les pone freno. Es lo que lamentablemente demuestra su vida. Por años y años ha mentido sistemática y meticulosamente, este 2018 lo ha hecho una vez más, haciendo daño y provocando una importante perdida de tiempo y recursos a personas, medios de comunicación e instituciones civiles y eclesiásticas que deben esforzarse por aclarar y contener el a veces irreversible daño de sus embustes.
La última mentira de Juan José Soto Vargas involucra a un obispo, a la fiscalía, a los medios de comunicación, a las verdaderas víctimas de abusos y nuevamente la buena fe de todo un país.
El único antídoto contra personajes como Juan José Soto Vargas al parecer lo dicta la necesidad de que prime el sentido común que una mínima investigación revela sus mentiras, junto a la exigencia e indignación ciudadana que debe hacer insistentemente público su nombre e historial de mitómano para que nadie se hunda otra vez en sus artimañas; y exigir a las instituciones y medios de comunicación mayores filtros para actuar ante el tristemente célebre rey chileno del «tongo» con sus noticias falsas.
«Joyas» del rey de las «fakes news» en los medios de comunicación
Muerto en Barajas. Espía chileno en Perú. Denuncia contra Benedicto XVI
Juan José Soto Vargas a esta altura de su vida y trayectoria -más de 60 años- es para quienes han tenido que hacerse cargo de sus sofisticadas y elaboradas falsedades un extravagante y tristemente célebre mitómano chileno, cuya obsesión por mentir y figurar, en los medios de comunicación y redes sociales, no tiene límites en su sistemática producción de noticias falsas («fakes news») que enlodan y engañan sin distinción a personas e instituciones.
El 21 de agosto de 2008 la versión on line del «El Mostrador» daba cuenta de un mitómano que alertó de la muerte de un chileno en un accidente aéreo cercano al aeropuerto de Barajas en España. Quien informaba a Televisión Nacional de Chile era Juan José Soto Vargas suplantando al cónsul de Chile en Madrid. «Hay una persona fallecida que es don Juan José Soto Vargas, ciudadano chileno que estuvo exiliado en Alemania», dijo al canal chileno identificándose él como Carlos Montenegro.
Debido a la situación que generó el ministro de Relaciones Exteriores de Chile de la época, Alejandro Foxley, tuvo que salir a desmentir. «Aseguró -publicó ‘El Mostrador’-que no se había confirmado la presencia de ningún chileno entre las víctimas y que Carlos Montenegro no era cónsul en Madrid».
Juan José Soto Vargas tomó el teléfono el 21 de noviembre de 2009 y ofreció una entrevista por ese medio a «Radio Programas del Perú» en la que se identificó como Víctor Vergara Rojas, el enlace de un supuesto espía peruano. Ante las repercusiones de sus dichos el Diario electrónico chileno «Emol» hizo eco del desmentido del gobierno chileno y tituló: «Ministro Vidal confirma que chileno entrevistado por radio peruana es un ‘conocido mitómano'».
«Absolutamente toda la información que aparece hoy día en una entrevista en una radio del Perú, hecha a un ciudadano chileno, Juan José Soto Vargas, de la ‘a a la z’ es absolutamente falsa», recalcó el ministro de Defensa de Chile en aquellos años, Francisco Vidal. El Mostrador, además, en la bajada de la nota consignó que: «El titular de Defensa hizo un llamado a que las denuncias no sean ‘captadas al voleo, sin certeza, sin rigurosidad, sin contrachequeo'», que es juntamente con lo que habitualmente cuenta el mitómano Juan José Soto Vargas.
Benedicto XVI y abusos de ex obispo
El Diario La Estrella de Chiloé el lunes 26 de abril de 2010 en su versión on line tituló: «Demanda al Papa y acusa que fue abusado por ex obispo», y seguidamente consignaba: «El supuesto palenino aseveró que fue ultrajado en un conocido recinto educacional de Ancud».
Era Juan José Soto Vargas que en la misma denuncia acusaba al Papa Benedicto XVI de abusador porque «es coautor, autor, o encubridor de delitos de pedofilia contra menores y personas vulnerables, como fue mi caso, en Alemania». En el escrito narra, además, las mismas denuncias que hoy, 2018, hace el Obispo Vicario Apostólico de Aysén, Luis Infanti: «violaciones y abusos al interior de una obra católica en Puerto Cisnes, Región de Aysén, además de haber sido abusado en su supuesto paso por el Seminario Conciliar de Ancud en los ’60».
El Obispo de Ancud, Juan María Agurto, salió al paso de las acusaciones manifestando que «si es una persona que tiene estas características, que se le puede decir…», refiriéndose al extenso historial de informaciones falsas que una persona con el mismo nombre del denunciante ha ventilado a los medios nacionales y extranjeros», explicó La Estrella de Chiloé.