El padre sinodal habla de los jóvenes: "Nuestra juventud quiere ser acogida, escuchada, quiere espacio"

Monseñor Vilsom Basso: «La Iglesia tiene que estar abierta a aprender de las juventudes»

"Creemos en esta fuerza renovadora que la juventud es para la Iglesia y para la sociedad"

Monseñor Vilsom Basso: "La Iglesia tiene que estar abierta a aprender de las juventudes"
Monseñor Vilsom Basso, obispo de Imperatriz

Los jóvenes dicen, queremos una Iglesia auténtica, transparente, verdadera, comprometida. Esto lo ven en el Papa, eso esperan de nosotros, y si logramos hacer esa conversión como Iglesia, abriendo espacios, entonces se abren muchas posibilidades

(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- Este 3 de octubre comienza en Roma el Sínodo de la Juventud. Uno de los padres sinodales es Monseñor Vilsom Basso, obispo de Imperatriz – MA, y presidente de la Comisión Episcopal Pastoral para la Juventud de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB.

Monseñor Vilsom ve a la juventud brasileña «abierta a una propuesta religiosa», con una «preocupación por la justicia social, los derechos humanos, las cuestiones de ecología«, una juventud que «quiere ser acogida, escuchada, que quiere espacio». Por eso, el obispo de Imperatriz ve necesario «una Iglesia dispuesta a escuchar lo que los jóvenes tienen que decir, sus clamores, sus críticas«.

¿Cómo definiría a la juventud brasileña?

Me fijo en la juventud brasileña desde varios aspectos. En el aspecto eclesial todavía veo una juventud abierta, abierta a una propuesta religiosa, diferente de una juventud europea y de otros grandes centros. La juventud de Brasil y de América Latina todavía está ampliamente abierta a la propuesta de fe, religiosa, de Iglesia. Por eso también de transformación.

¿Qué es lo que la juventud brasileña podría enseñar a la Iglesia católica?

Veo que la juventud brasileña, Pastoral de la Juventud, Pastoral de la Juventud del Medio Popular, Pastoral de la Juventud Rural, Pastoral de la Juventud Estudiantil, que se organiza en la Iglesia de Brasil desde los años ochenta, es una juventud muy presente, eclesialmente y especialmente sal y luz en la sociedad, acompañando todo el movimiento de la Iglesia sobre la preocupación por la justicia social, los derechos humanos, las cuestiones de ecología.

Una juventud muy presente y abierta, especialmente como el Papa Francisco dice ahora, que quiere una juventud, quiere una generación entera, viviendo la justicia social de la Iglesia. Una buena parte de la juventud de la Iglesia, ligada especialmente a las Pastorales de la Juventud, tiene esa incidencia social, a partir de la fe y de la experiencia profunda con Jesucristo.

 

En sus reuniones con los jóvenes, en la diócesis, en el regional, y como referencial de la juventud en la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB, ¿cuáles son las demandas que los jóvenes plantean a la Iglesia?

Por encima de todo de presencia, de atención, de espacio. La juventud, en gran parte, todavía está abierta a una propuesta de fe, de religiosidad, y espera de la Iglesia que esté dispuesta a caminar con ella, a escucharla, y yo diría, una Iglesia que abre espacios, la juventud quiere encontrarse. Si la Iglesia no abre espacios, cualquier grupo será bueno para que la juventud se relacione con ellos. La Iglesia tiene que ser ese lugar donde la juventud pueda encontrarse, pueda establecer relaciones entre ellos.

Una juventud conectada, una juventud que les gusta estar juntos y con ello una apertura a implantar allí las semillas del Reino. Nuestra juventud es una juventud que quiere ser acogida, escuchada, quiere espacio. Por eso mismo vamos a propiciar oportunidades para que la Iglesia disemine la buena noticia.

Para esa juventud que tiene una visión nueva de la vida, ¿cuál debería ser la metodología pastoral a ser seguida por la Iglesia en el proceso de evangelización de la juventud?

Yo diría que lo que el Papa Francisco habla para el Sínodo de la Juventud, así como para el Sínodo de la Amazonia, es escuchar, una Iglesia dispuesta a escuchar lo que los jóvenes tienen que decir, sus clamores, sus críticas. Me parece que es la manera mejor que existe hoy, porque si llega ya dictando normas, diciendo es así, es de esa manera, no hay otra forma, entonces cierra caminos de diálogo.

La juventud hoy está altamente conectada y la Iglesia quiere ponerse en contacto, quiere estar con alguien. La Iglesia debe tener esa capacidad de apertura a la escucha, al diálogo, a la relación, a aprender, a tener la valentía de ser criticada también por la juventud y que ella pueda mostrar caminos. El Papa Francisco dice que la juventud es la ventana del futuro. Yo digo que la juventud ve más lejos, ella presenta nuevas tendencias, caminos. Veo que la mejor manera es que la Iglesia esté abierta al diálogo, a aprender, y con ello poder caminar con las juventudes.

 

Usted habla sobre el Sínodo de la Juventud, ¿cuál es la reacción que ese Sínodo está provocando en la juventud brasileña?

Es un proceso, porque hubo varias formas de participación. La primera, en el país y en el mundo entero, fue el documento preparatorio, con preguntas comunes y preguntas por continentes, referentes a la juventud. Después se produjo un gran seminario internacional en septiembre del año pasado en Roma. A partir de ahí hubo un gran estímulo para que los jóvenes participasen directamente, para quien no respondió el cuestionario en su diócesis, en sus grupos, pudiera enviar on line.

Fue la primera vez que se abrió esa posibilidad de una participación masiva de los jóvenes, lo que ellos sienten, esperan, piensan, sueñan o critican de la propia Iglesia, enviado directamente a una web del Vaticano específica para el Sínodo. Si no bastaba eso, el Papa Francisco hizo por primera vez una reunión pre-sinodal, en marzo, con 300 jóvenes de todo el mundo, jóvenes católicos, no católicos, participantes o no de la Iglesia, ateos incluso. La Conferencia Alemana envió incluso a jóvenes ateos, y de hecho se tuvo en cuenta, porque todo lo que sucedió en aquella semana se tuvo en cuenta para el instrumentum laboris, el documento de trabajo que nosotros, padres sinodales, que vamos al Sínodo, tenemos entre manos.

Sólo durante ese tiempo, sólo en aquella semana, el Papa se refiere a más de quince mil jóvenes, que participaron allí directamente, enviando sugerencias. Hubo una gran participación del país y del mundo entero, y nosotros aquí en Brasil seguimos, caminamos en los regionales del país, la comisión episcopal, estimulando la discusión sobre el Sínodo, profundizando las cuestiones. Y ahora, a través de la web Jóvenes Conectados, estamos creando maneras digitales para que los jóvenes puedan acompañar el Sínodo, vivir los treinta días del Sínodo en sintonía con el Sínodo en Roma y luego creando la expectativa de lo que vendrá, de lo que el Papa publicará . Estamos buscando de todas las maneras posibles hacer que la juventud de Brasil esté en expectativa y toda la Iglesia esté abierta a lo que el Papa va a publicar a partir del Sínodo de los Jóvenes.

 

Por el trabajo que ha hecho, el estudio del documento preparatorio, el instrumentum laboris, y como padre sinodal, ¿qué es lo que espera que el Papa publique en esa exhortación post-sinodal?

El Papa Francisco es sorprendente. Lo que escuchamos de él, como cuando él publicó el libro, «Dios es joven», cuando él dice que la juventud es el corazón de la Iglesia, una linfa vital que se renueva, cuando el dice que la juventud debe ser tomada en serio, nuestra expectativa es de las mejores. Que vengan de hecho, del Papa Francisco, del Espíritu Santo, de Dios, palabras certeras, valientes, inspiradoras, que de verdad la Iglesia abriéndose, acogiendo la juventud, ella acabe acogiendo la propia renovación, ella acabe acogiendo la esperanza de que aún queda mucho por hacer.

La juventud, de verdad, es una linfa vital, debe ser tomada en serio y es una gran esperanza para el hoy y para el mañana, de la Iglesia y de la sociedad. Una Iglesia que tiene una juventud consciente, animada por la fe, puede ser sal, luz, levadura en la masa, en la sociedad, transformándola por los valores del Evangelio.

 

Muchos jóvenes ven en el Papa Francisco un referente, incluso muchos dicen que es alguien que realmente vale la pena. ¿Cuál es la impresión que la juventud de Brasil tiene, en general, sobre el Papa Francisco?

Todo eso genera una responsabilidad aún mayor, porque desde el Papa Francisco ellos nos miran aquí. Entonces eso exige de nosotros, responsables de las juventudes, de toda la Iglesia, una autenticidad mayor, algo que aparece en esa preparación para el Sínodo. Los jóvenes dicen, queremos una Iglesia auténtica, transparente, verdadera, comprometida. Esto lo ven en el Papa, eso esperan de nosotros, y si logramos hacer esa conversión como Iglesia, abriendo espacios, entonces se abren muchas posibilidades. Creemos en esta fuerza renovadora que la juventud es para la Iglesia y para la sociedad, a partir de una experiencia con Jesucristo, el hombre Dios que transforma sus vidas.

Además de su trabajo acompañando a la juventud, usted es obispo en la Amazonía y va a tener la suerte, o la responsabilidad, de participar de dos sínodos como padre sinodal. ¿Qué es lo que el Sínodo de la Amazonía puede traer como novedad a la Iglesia de la Amazonía y a la Iglesia universal?

En primer lugar esperamos que mantenga en nosotros viva la esperanza. Es una responsabilidad demasiado grande. Nosotros somos pocos para ver la luz, para mirar, encontrar caminos en esta realidad. Entonces, por encima de todo, que la preparación de este sínodo anime nuestra esperanza, nos muestre la verdadera realidad, y que, por el espíritu de Dios y la reflexión sinodal, salgan propuestas concretas para el futuro de la Iglesia en la Amazonía y de una ecología integral, que preserve la vida, cuide de las personas y sea una esperanza para millones de hombres y mujeres en estas tierras.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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