Sus palabras son consecuencia del apoyo de la Iglesia católica a los pueblos indígenas

Bolsonaro, sobre los obispos brasileños: “son la parte podrida de la Iglesia católica”

Las pastorales sociales han emitido una nota en defensa de la democracia y de los valores constitucionales

Bolsonaro, sobre los obispos brasileños: “son la parte podrida de la Iglesia católica”
Jair Mesias Bolsonaro

En el vídeo, el candidato defiende la explotación de los recursos de la Amazonía por multinacionales extranjeras, lo que sin duda supondrá una catástrofe ambiental de dimensiones impredecibles

(Luis Miguel Modino).- Las redes sociales y los grupos de WhatsApp han viralizado en las últimas horas un vídeo donde el candidato a la Presidencia de la República brasileña, Jair Mesias Bolsonaro, insultaba a la CNBB (Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil) y al CIMI (Consejo Indigenista Misionero), diciendo que “son la parte podrida de la Iglesia católica”.

Bolsonaro ha demostrado a lo largo de su carrera política su enemistad con la Iglesia católica, sobre todo con aquella parte más comprometida con las causas sociales y los derechos de los más pobres. Él es consciente de que difícilmente la CNBB va a emitir un posicionamiento explícito contra él, algo que muchos católicos piden cada vez con más insistencia, y se aprovecha para insultar, una postura que se ha repetido a lo largo de sus años, como cuando en la tribuna del congreso nacional dijo que el Cardenal Paulo Evaristo Arns, uno de los grandes luchadores contra la Dictadura Militar, era alguien “sin honestidad y aprovechador”.

Sus palabras, pronunciadas en lo que parece una reunión con grupos afines a sus planteamientos, son consecuencia del apoyo de la Iglesia católica a los pueblos indígenas, una de sus grandes obsesiones. En el vídeo, el candidato defiende la explotación de los recursos de la Amazonía por multinacionales extranjeras, lo que sin duda supondrá una catástrofe ambiental de dimensiones impredecibles. Él afirma que “la región norte del país tiene un atractivo muy grande para ese tipo de industrias, patrocinadas por países cultos. Porque nosotros tenemos el área más rica del mundo, no apenas en biodiversidad como en riquezas minerales”.

Uno de los grandes parapetos, que impiden la invasión de la Amazonia por parte de los depredadores ambientales son las tierras indígenas, reconocidas por las leyes brasileñas. En ese sentido, da a entender que la demarcación de las tierras indígenas es un escándalo, pues perjudica a uno de sus grandes aliados, que son los terratenientes. En una afirmación, que se puede calificar de ridícula, el candidato llega a afirmar que existe el peligro de esos territorios indígenas se conviertan en países independientes dentro de Brasil, lo que es una muestra más de su falta de conocimiento. El candidato afirma que “si depende de mí, esa política unilateral de demarcar tierra indígena por parte del ejecutivo va a dejar de existir, porque la reserva que yo pueda disminuir su tamaño, lo haré”.

Este tipo de declaraciones sólo aumentan el clima de enfrentamiento y dan pie a que sus seguidores se fortalezcan en sus ataques, inclusive contra la propia Iglesia católica. En estos últimos días aparecieron símbolos nazis en las paredes de algunos templos y la propia sede de la CNBB fue local de concentración de los partidarios del candidato para insultar a quienes definían como obispos comunistas.

Fruto de ese clima por el que Brasil pasa, este 15 de octubre, las Pastorales Sociales de la CNBB, entre las que se incluye el CIMI, uno de los objetivos de los ataques de Bolsonaro, han emitido una nota en defensa de la democracia y de los valores constitucionales, en la que condenan que “un movimiento anti democrático hiere estos valores supremos asegurados por la Constitución y apela al odio y a la violencia, poniendo al pueblo contra el pueblo”, con posturas discriminatorias que “atacan a la democracia por el desprecio de sus valores republicanos”.

La nota afirma que “Brasil es un país de desigualdades sociales profundas en que los ricos están cada vez más ricos a costa de los pobres cada vez más pobres”, una situación que se puede agravar con el horizonte político que se vislumbra y un posible gobierno al servicio “del sistema financiero y de la política neoliberal que atacan derechos sociales, ambientales y el patrimonio del país”, pues “nuestro Brasil puede tener divergencias, pero sin odio”, una actitud que cada día aumenta más.

DEMOCRACIA: CAMBIO CON JUSTICIA Y PAZ

Hace treinta años la Constitución Federal entró en vigor. Los constituyentes pretendieron instituir un Estado Democrático, destinado a asegurar el ejercicio de los derechos sociales e individuales, la libertad, la seguridad, el bienestar, el desarrollo, la igualdad y la justicia como valores supremos de una sociedad fraterna, pluralista y sin prejuicios, fundada en la armonía social y comprometida, en el orden interno e internacional, con la solución pacífica de las controversias.

En el proceso electoral en curso, un movimiento antidemocrático hiere estos valores supremos asegurados por la Constitución y apela al odio y a la violencia, poniendo al pueblo contra el pueblo. Demoniza a sus opositores, los clasifica de comunistas y bolivarianos, menosprecia a la población del Nordeste brasileño e intenta sembrar el odio y el miedo. Esta actitud ya se concreta por medio de agresiones y asesinato contra los que manifiestan posiciones divergentes.

La Constitución salió herida con esta intolerancia que niega la diversidad del pueblo brasileño, estimula prejuicios y alienta el conflicto social. Estos candidatos y sus seguidores, que predican la tortura y la pena de muerte, sostienen que las mujeres pueden tener menos derechos que los hombres, usan violencia contra la población LGBT, discriminan a negros, indios y quilombolas con insultos, racismo y xenofobia. En resumen, atacan a la democracia por el desprecio de sus valores republicanos.

El candidato de este movimiento quiere valerse de elecciones democráticas en sentido contrario para dar legalidad y legitimidad a un gobierno que pretende militarizar las instituciones, garantizar impunidad a los abusos policiales, armar a la población civil y reducir o cortar programas de derechos humanos y sociales. En pocas palabras, es el abandono del Estado Democrático de Derecho.

Brasil es un país de desigualdades sociales profundas en que los ricos están cada vez más ricos a costa de los pobres cada vez más pobres. Estos candidatos antidemocráticos atienden a las imposiciones del sistema financiero y de la política neoliberal que atacan derechos sociales, ambientales y el patrimonio del país. Las posibles consecuencias de este programa son: el final del décimo tercer salario, la disminución del Bolsa Familia, la extinción de las cuotas en las universidades y la privatización sumaria de las estatales. En realidad, tales medidas constituyen la intensificación del Gobierno Temer, que está produciendo desempleo, sufrimiento y abandono de la población.

Estas políticas, ya recibieron vehemente condena del reconocido líder mundial, el Papa Francisco: “Así como el mandamiento ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, así también hoy debemos decir no a una economía de la exclusión y de la desigualdad social. Esta economía mata.» (Evangelii Gaudium, 53).

Este movimiento apoya a un candidato que pretende ser un político nuevo, salvador de la patria, que está en el Congreso desde hace casi treinta años, cambió de partido ocho veces y no aprobó un proyecto ni siquiera para mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, votando contra todas políticas sociales que beneficiarían a los trabajadores y trabajadoras, principalmente, a los más pobres.

Por todo ello, nosotros, integrantes de organizaciones de la sociedad civil, portadores de la convicción de la inminente dignidad de la persona humana, fundamento de los derechos humanos, no podemos omitirnos. Respetamos a todos aquellos que, por motivos variados, hayan votado en la primera vuelta sin atentar para estos valores, pero queremos dialogar francamente con todos. La posibilidad de instalarse un gobierno como ese movimiento desea, retoma el pasado de dictadura ya superado.

Nuestro Brasil puede tener divergencias, pero sin odio. Hay necesidad del crecimiento de la economía con disminución de la desigualdad. Con base en estos valores, tenemos el deber fraterno de alertar a todos nuestros conciudadanos y conciudadanos, para que su elección en la segunda vuelta contemple los principios aquí defendidos y el candidato que los representa, integrante de un amplio frente democrático pluripartidista, para asegurar un futuro de Justicia y de Paz para Brasil.

Brasilia, 15 de octubre de 2018

Cáritas Brasileña
CBJP – Comisión Brasileña de Justicia y Paz
CCB – Centro Cultural de Brasilia
CIMI – Consejo Indigenista Misionero
CJP-DF – Comisión Justicia y Paz de Brasilia
CNLB – Consejo Nacional del Laicado del Brasil
CPT – Comisión Pastoral de la Tierra
CRB – Conferencia de los Religiosos de Brasil
FMCJS – Foro Cambios Climáticos y Justicia Social
OLMA – Observatorio De Justicia Socioambiental Luciano Mendes De Almeida
Pastoral Carcelaria Nacional
Pastoral de la Mujer Marginada
Pastoral Obrera
SPM – Servicio Pastoral del Migrante

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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