El cantante en las CEBs afirma: "La música muestra la relación con el Misterio de Dios"

Zé Vicente: «Lo que está pasando en la Amazonía es un termómetro para el planeta en su profunda crisis»

"Gracias a Dios, el Papa Francisco es más grande que la Iglesia católica. Es una referencia para toda la humanidad"

Zé Vicente: "Lo que está pasando en la Amazonía es un termómetro para el planeta en su profunda crisis"
El cantante brasileño Zé Vicente

Es muy complicado invertir en una música que abre la conciencia, que critica, que hace una crítica social, que critica incluso a los señores del mercado

(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- Zé Vicente es alguien que ha hecho de la música una forma de expresar toda la vida que lleva dentro, pues él mismo reconoce que su vida está unida a la música. Siempre muy cercano a la gente, a la región Nordeste donde nació y vive, se siente próximo al pueblo nordestino, luchador y sufridor, pero que guarda esperanza.

Él canta desde una experiencia de fe, una experiencia mística, desde un Dios que le inspira. Sabe que hoy los derroteros de la música católica en Brasil son otros, dejándose influenciar por la lógica del mercado, de donde siempre se ha mantenido distante.

Muchos le han definido como cantante de las comunidades eclesiales de base, una etiqueta con la que no se siente a gusto, pues su experiencia eclesial y social es mucho más amplia. En ese sentido, destaca la importancia que tuvo y tiene en su vida Monseñor Antonio Fragoso, uno de los padres conciliares que firmaron el Pacto de las Catacumbas, que apostaba por una Iglesia pobre y para los pobres, la misma que quiere hacer realidad el Papa Francisco, a quien define como una referencia para toda la humanidad.

Siempre preocupado con la cuestión ecológica, Zé Vicente sigue con interés el desarrollo del Sínodo para la Amazonía, región sobre la que se abate la codicia de los poderosos del mundo.

¿Qué significa la música en su vida?

Creo que significa la propia vida, mi vida está unida a la música, pero no sólo es la música que sueño, sino la que verbalizo, toco, compongo, es la música que guardo en el alma, desde las canciones de la infancia de mi mamá, de mi papá, hasta las canciones de los pájaros que he escuchado desde niño, ese es mi alimento de cada día.

 

En sus letras siempre aparece la vida del pueblo, ¿qué significa esa vida? ¿Quién canta desde un sentimiento de fe, debe reproducir esa vida del pueblo?

Es que es mi vida, imaginar la vida del pueblo como si fuera algo fuera de mí, sería un equívoco. Yo que vengo del campo, hijo de agricultor, que desde pequeño vuelvo allí cada mes y trato de mantener ese lazo, entonces yo soy ese pueblo.

Cantar una canción que habla de nuestra esperanza, de nuestra ecología, de nuestros derechos, de nuestra alegría y de nuestra unión, de nuestros defectos, de nuestro grito, de nuestro clamor, es exactamente cantar nuestra alma con el pueblo, nuestra esencia con el pueblo. Porque es a ese pueblo que yo pertenezco, el pueblo «sertanejo», nordestino, de las periferias, el pueblo que lucha, luchador y sufridor, pero que guarda esperanza. Esta es mi concepción de mi esperanza junto al pueblo.

En la Biblia, sobre todo en los Salmos, aparecen esas canciones y esas letras que surgen de la vida del pueblo. ¿Podría decirse que usted intenta traer para hoy esos salmos escritos muchos siglos atrás, que sus canciones son los nuevos salmos de hoy en día?

Yo sigo toda una unidad, intento ser portavoz, la Biblia me alimenta, los salmos me alimentan, pero creo que uno es portavoz de la hora presente, de la humanidad y del pueblo. Si esta mi experiencia de fe, si esa mi experiencia mística, de cantante, de salmista, es realmente entendida así, vivenciada así, entonces eso es algo óptimo.

Mi intención es que sea exactamente un alimento de esperanza, una vena de mística de nuestra relación con el Misterio profundo de Dios que nos mueve con su soplo cada día, con sus reacciones más inexplicables y misteriosas. Entonces, tengo que ser serio conmigo y con las inspiraciones que me vienen.

 

Después del Concilio Vaticano II, en las décadas de setenta a noventa, ni sólo usted como otros músicos aquí en Brasil, intentaron hacer una música de abajo hacia arriba. Hoy la música católica volvió a ser de arriba para abajo, ¿por qué se fue perdiendo esa música que nace del pueblo, de la realidad, una música más profética, más comprometida?

Yo no diría que ella se perdió, ella está un poco invisible, porque los medios centrados en el Sudeste de Brasil son portavoces de ciertos sectores de la clase media, es una música relacionada con el mercado. Pero eso, no sólo en la música católica, también en la música popular brasileña en general. Yo vivo en Fortaleza, donde tiene un gran mercado la música conocida como forró, pero como la música sertaneja son modas que el mercado crea.

Es muy complicado invertir en una música que abre la conciencia, que critica, que hace una crítica social, que critica incluso a los señores del mercado. Transformar esa música en un producto del mercado, para ellos no es interesante, pero es interesante una música, religiosa o no, que cultiva las relaciones intimistas, individualistas y egoístas. Esto da cada vez más dinero al mercado y un ego enfermizo, que es esparce cada día, que es el estrellismo.

En los medios brasileños de los artistas, de los actores, de todos aquellos que tienen esa llamada de la comunicación social. Esto va creando una demanda, desde mi punto de vista, de consumo y al mismo tiempo de consumirse unos a otros, por las figuras que son, por la idolatría que se hace.

Yo no uso la palabra show, yo uso la palabra encuentro musical, para diferenciar un poco de esa cosa relacionada con el mercado, donde el artista es dueño del escenario, tiene un producto para vender. Siempre he estado un poco lejos de esa visión, que no concuerda con la visión profunda que tengo de fe y de ciudadanía.

Creo que cuando se centraliza y se venden los productos de aquellas estrellas, de esos figurines, no se tiene futuro, ni como Iglesia, ni como sociedad, ni como política, ni como cultura.

Usted es considerado como uno de los grandes cantantes de las comunidades eclesiales de base, ¿qué han representado en su vida de fe, en su vida como cantante, como artista, esas comunidades?

Mi experiencia original no está justamente en la comunidad, nace un poco de este catolicismo aún familiar, pero muy alegre, porque era de una familia que hacía puente entre el cordel, la poesía nordestina, y las devociones populares. Después de mi primera experiencia, fue con el grupo de jóvenes de arte, de teatro, fue en ese campo.

Cuando fui a vivir en la diócesis de Crateús por diez años, una diócesis con una experiencia profunda de comunidades eclesiales de base, entonces me sumé profundamente a esa experiencia, que allí, en aquella diócesis tenía un rostro social, comprometido, de lucha por compromisos políticos, toma de posición, de lucha por la tierra, de sindicalismo, de asociación y de comunicación. Entonces me fui uniendo a esa experiencia de comunidad.

Me molesta un poco esa visión de que soy un cantante de la CEBs. Yo soy un cantante en las CEBs, pero que comenzó en la Pastoral de la Juventud, en los movimientos populares y sociales, como el Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, Sin Techo, de los pueblos indígenas. Donde llego, si esa canción encuentra un eco, un respaldo, yo voy sincera y humildemente, sumando. Ahora, la experiencia de la comunidad, para mí, es fundamental para el cristiano, porque sin comunidad, sin misión, qué es el cristianismo.

 

Ha hablado de Crateús, donde convivió con Monseñor Fragoso, padre conciliar y uno de los firmantes del Pacto de las Catacumbas, un hombre muy comprometido, que intentó vivir el Concilio en una época en que no era fácil llevar a cabo todo eso, ¿qué aprendió con él?

Yo estoy aprendiendo cada día con él, Fragoso para mí es un ángel vivo, profeta que me acompaña, y a veces veo que él sopla en mi oído lo que él decía para todos nosotros, cuando éramos agentes de pastoral en la diócesis, en las coordinaciones de la radio, donde yo ayudé, en la coordinación de la CPT (Comisión Pastoral de la Tierra), en la animación de las comunidades.

En el fondo de aquellas cosas, él siempre decía, hablan simple, cuando hablan sencillamente, los que no estudiaron, todos entienden, y los que estudiaron también. Si ustedes hablan complicado, sólo los que estudiaron van a entender. Eso lo tengo como un mandamiento, que a veces me sopla aquí en el oído.

Está más vivo hoy que nunca, cada día que pasa siento más esa presencia amorosa, pero al mismo tiempo muy clara. Él fue una persona que se apasionó desde el principio por la música que compuse allí, y la difundió diciendo que eso que se estaba viviendo allí, haciendo allí, Zé Vicente con ellos, iba a dar lo que hablar.

Esto me lo dijo después en otros lugares, y creo que es así, y cada día agradezco a Dios por haberme puesto en el camino de Iguatu, con Don Mauro, también obispo conciliar, con un diálogo más manso, pero un profeta valiente y amoroso con el pueblo.

Usted habla del Concilio, de sencillez de vida. Alguien que desde la sencillez de vida intenta traer de vuelta el Concilio es el Papa Francisco. ¿Qué representa el Papa Francisco para la Iglesia y la sociedad del siglo XXI?

Gracias a Dios, el Papa Francisco es más grande que la Iglesia católica, que el catolicismo. Hoy es una referencia para toda la humanidad, en todos los sectores, donde haya alguien de buen corazón, de buena voluntad, va a saber que lo que él dice hoy, el testimonio de este hombre, es un testimonio para todas las personas, para los seres humanos de buena voluntad que quieren seguir el nuevo camino y tener un rayo de luz para el futuro del Planeta y de la humanidad

Entonces, veo al Papa Francisco como esa figura, y yo creo que si la Iglesia no entiende eso, los sectores de la jerarquía, aquellos que intentan aliarse y están en la oposición al Papa Francisco, es porque están en la oposición a Jesús de Nazaret, a Francisco de Asís y a otros que fueron fundantes y maestros de ese caminar de la humanidad al encuentro con su Dios y su Reino.

 

Usted es laico y el Papa Francisco insiste mucho en la importancia del laico en la Iglesia, y el año pasado se celebró en Brasil el Año del Laicado. Como laico, ¿cómo se siente dentro de la estructura eclesial? ¿Realmente piensa que el Papa Francisco está ayudando a dar el valor que los laicos merecen, el valor que el Vaticano II enfatizó para el laicado, pero que después se perdió durante un tiempo?

Creo que sí. En mi caso, yo soy laico, pero soy un artista, y el artista circula un poco a través de los laicos, pero al mismo tiempo me siento consagrado, me siento muy cerca de los religiosos. Muchas veces recibo abrazos y declaraciones de reconocimiento y amistad de muchos obispos y sacerdotes, de pastores. El arte va llevando a la gente, como decía al pueblo antiguo, artista y loco tienen billete gratis.

Estamos en la Amazonia, que está dentro de un proceso sinodal, que busca nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. ¿Cómo piensa que esto puede repercutir en la vida del Planeta y de la Iglesia?

Yo quiero acompañar cada día más de cerca ese proceso del Sínodo para la Amazonía, porque pienso que como en el pasado ya ha habido un momento de esos aquí, un grito de los profetas de la Amazonía para toda la Iglesia, eso tiene un eco, una repercusión importante.

Hoy, entre mis preocupaciones de cuando voy a dormir, la Amazonia es una también, porque lo que está pasando aquí, es un termómetro para el Planeta en su profunda crisis, sea en la parte humana, sea en las bellezas naturales que hay aquí.

La codicia de los poderosos del mundo que se abate sobre este corazón del Planeta, sobre este pulmón, como fue clasificado, es algo desenfrenado, mucho más grave de lo que uno se imagina. Yo creo que la Palabra del Papa, la experiencia de esa reflexión, de ese contemplar orante, suplicante, y de compromiso con la memoria de la tierra, de las aguas, y su importancia para la vida humana y planetaria aquí en la Amazonia, que es algo que quiero acompañar de cerca, y que mi música pueda animar también.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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