Dolidas "confesiones" de un ex Legionario de Cristo

La Legión de Cristo que yo conocí (I)

"Nadie sabía de la doble vida de Maciel, pero se sospechaba"

Maciel no redactó ni las Constituciones de la Legión

Tras el anuncio de la doble vida del padre Maciel, muchas personas han opinado sobre la situación en que queda la Legión una vez conocida esta demoledora noticia. Ya no soy legionario y, por lo mismo, poco puedo opinar de lo que ahora mismo está ocurriendo. Mi relación actual con la Legión de Cristo se limita a una gran amistad con muchos de sus sacerdotes – algunos fueron compañeros míos – y de los miembros del Regnum Christi. Pero de mis vivencias y mi reflexión creo poder sacar algunas conclusiones que expondré con la mayor sinceridad.

La primera conclusión es contar a quien me quiera escuchar la verdadera historia externa de la Legión de Cristo, al menos la que viví yo como protagonista.

Entré en el seminario menor de Ontaneda (Cantabria) a finales de los 70. La Legión de Cristo en aquel entonces no era nada… nada… ni destacaba por el número de sus miembros… ni por su especial celo… ni por tener muchos apostolados… De hechos sus únicas «joyas» en aquella época eran la Universidad Anahuac y el colegio Cumbres en México, D. F. Tenía un noviciado en Salamanca, con un centenar poco más o menos de seminaristas. Luego estaba Roma… donde había otro centenar estudiando filosofía y teología. Un noviciado medio vacío (creo que había cuatro novicios) en Orange (Estados Unidos).

Había otro noviciado también medio vacío en Irlanda. Los obispos irlandeses sólo permitían que los legionarios hicieran promoción vocacional en una diócesis cada año, por lo que en un país tan pequeño y con tantas diócesis, apenas sacaban una o dos vocaciones al año.

Estaba sí, el seminario de Ontaneda y el de Tlalpan, en México, ambos con un centenar de alumnos-seminaristas, porque después de todo la mayor parte de los seminaristas menores apenas llegaban a los noviciados.

El panorama de la Legión de Cristo era el de muchas congregaciones nacidas a finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX. Pensada para quedarse en los 300 ó 400 miembros, hacer el bien a un cierto número de almas, pero no para pasar a la historia por nada destacado…Había grupos que comenzaban a definir algo que quería llamarse Regnum Christi… pero que no acababa de cuajar.

Esta fue la congregación que me encontré.

Y fue entonces cuando empezó todo. En enero de 1980 en aquel seminario menor donde nos dedicábamos a estudiar, jugar y rezar, nos reunieron para darnos la gran noticia de que la Legión de Cristo iba a fundar un noviciado en Chile. El rector era el padre Herminio Morelos, un legionario mexicano, que hacía todo lo que podía por animarnos. Después de todo éramos la casa de la Legión más abandonada y olvidada. Aquella noticia le dio la oportunidad de montar toda una fiesta…

Digo que con esto empezó todo porque a partir de entonces, a razón de dos o tres noticias, fue aumentando la presencia de la Legión hasta ser lo que es ahora: una de las 20 congregaciones religiosas masculinas con más miembros, y con una gran cantidad de instituciones educativas.

¿Qué fue lo que hizo que todo cambiara? La única respuesta la tienen los mismos legionarios. En cada país en que fueron estableciéndose había dos o tres sacerdotes legionarios que eran verdaderamente prodigiosos.

Eso fue lo que ocurrió en Estados Unidos donde, desde aquel triste noviciado con 5 novicios, pasaron a tener un seminario menor bastante nutrido, un noviciado con 100 novicios, un filosofado y un teologado, colegios y hasta una universidad… además de centros para el apostolado e incluso presencia en Hollywood. Lo mismo pasó en México, donde empezaron a surgir colegios y universidades Anahuac…

¿Dónde estaba el padre Maciel en todo esto? Nadie sabría dar respuesta… porque no estaba. Había enviado a las personas adecuadas, eso es cierto, que con su trabajo y su coherencia de vida sacaron adelante lo que se propusieron. Fue entonces cuando empezó a venir todo un aluvión de vocaciones que provenían de toda esta expansión: México, Estados Unidos, Chile, España, Francia, Italia, Venezuela, Colombia, Brasil… De todos estos países empezaron a confluir vocaciones.

Cuando llegué al seminario de Salamanca en 1983 prácticamente no cabíamos y vivíamos apretados. En 1987, en Roma, vivíamos de a cuatro por cada dos habitaciones. En una estaban unas literas viejísimas del ejército italiano, y en la otra, las mesas de estudio, por lo que, al estudiar, apenas podías desperezarte a gusto.

La expansión de la Legión de Cristo se debe a estos legionarios de que hablaba. Sacerdotes con verdadero celo y, además, profundamente humildes… ninguno de ellos ha reclamado gloria ni reconocimiento

Mi grupo, quiero decir aquellos que íbamos pasando juntos de curso o de etapa, tuvimos la suerte de «fundar la Legión». Es un poco difícil de expresar, pero lo intentaré. Cuando estábamos en el seminario menor, en Ontaneda – se nos llamaba apostólicos – Iniciamos algo nuevo. Los que habían estado antes no vivían como nosotros. Es más hay historias de que eran verdaderos vándalos, un colegio para niños con los que sus padres ya no sabían que hacer. En cambio, los que vinieron después sí vivieron como nosotros, y eso hasta ahora. Es más algunos seminaristas se fueron – con doce años y todo – como un complemento para fundar el seminario menor de Estados Unidos, para México y para otros sitios…

Lo mismo ocurrió en el noviciado de Salamanca. Quienes estaban antes guardaban el silencio religioso como nosotros, pero cuando tenían que hablar debían hacerlo en latín. Jugaban al fútbol con un «guardapolvos» – así llamaban a una bata de médico – encima del pantalón y de la camiseta. Y otros muchos detalles que mostraban que el asunto de cómo debía ser un noviciado todavía no lo tenían muy claro. Como empezamos a vivir en el noviciado siguieron haciéndolo todos los que han venido después.

Lo mismo en Roma. Y lo mismo quienes salían a hacer apostolado a los diversos países donde estaba implantada la congregación. Todo esto para decir que los Legionarios de Cristo de antes de 1980 no eran ni por estilo, ni por vida, ni por ideas, los mismos que vinieron después.

Bueno, pero el padre Maciel hacía los nombramientos, ¿verdad? Pues no. Las cartas con los destinos se entregaban en junio, cuando acababa el curso. Puede ser que hubiera algún cambio durante el año, pero era raro y por necesidad imperiosa. Antes de esa entrega «de despachos», para utilizar jerga militar, se reunían unos 15 superiores legionarios y confeccionaban los destinos.

Los que estábamos en Roma los podíamos ver reunidos mañana y tarde durante una semana, porque lo hacían en una biblioteca que tenía cristales en tres de sus lados. Allí estaban los directores territoriales, el equivalente legionario de los provinciales, que venían con los puestos que tenían que rellenar en su territorio y los superiores de los seminarios grandes que aportaban el personal. Una vez terminadas las maratonianas reuniones de los destinos, se escribían las cartas, las firmaba el padre Maciel, que no había asistido ni un minuto al asunto, y se enviaban a todo el mundo. Durante las semanas siguientes se producía el 90% de los viajes que hacían los legionarios cada año.

La segunda conclusión es que he tomado conciencia de cuál ha sido la historia interna de los legionarios de Cristo. Me refiero a su espiritualidad, a la que ahora se hace referencia como un legado del fundador. Cualquier legionario que haya vivido de los años ochenta hasta el 2000 en la congregación sabe la verdad, aunque no quiera o le cueste tomar conciencia de ella.

Las alabadas cartas del fundador eran escritas por legionarios que estaban en Roma. El padre Maciel se cuidadaza mucho de ir cambiando de amanuenses de vez en cuando, para que la cosa no fuese tan manifiesta. Y así la espiritualidad de los legionarios se iba conformando de acuerdo a lo que aportaban unos y otros…

Es más, el padre Maciel hizo llegar a todos los legionarios una carta escrita de su puño y letra en 1990. Curiosamente, iba sobre la coherencia de vida. Se fotocopió y les llegó a todos manuscrita. Se puede analizar dicha carta y se verá cómo muchos párrafos están tomados de otras cartas. En aquella época lo atribuimos, lógicamente y por nuestra ceguera, a que eran suyas.

Las constituciones de la Legión de Cristo, aprobadas y confirmadas por la Santa Sede, fueron redactadas de forma similar. Un equipo de legionarios se puso manos a la obra mientras el padre Maciel se dedicaba a viajar…

Pero, habría que preguntarse, ¿cómo es posible que después se hable de rasgos característicos de la espiritualidad de los legionarios? Pasemos a analizarlos.

El primer rasgo es el cristocentrismo… Cristo el centro de la vida de la Legión. Creo que no es una novedad, después de todo los católicos somos cristianos, y nuestra vida debería girar alrededor de Aquel a quien seguimos. Quizá lo sea la utilización del nombre de Cristo, en vez de Jesús, o del Sagrado Corazón…

Otro rasgo es el amor a la María. Vamos que aquí no encontramos tampoco nada novedoso.

Otro, el amor al Papa. En esto, quizá destaquen los Legionarios. Pero también son otros muchos carismas los que manifiestan una verdadera aceptación y aprecio por el representante de Cristo. Es cierto que todos los Legionarios acaban pasando por Roma y esto a cualquiera le marca. Pero también es cierto que en su afán por estar cerca de donde se cuece todo, algo que caracterizaba al padre Maciel, fue lo que le condujo a llevar la sede central de los Legionarios a Roma.

En cuanto a la vivencia de la castidad, la pobreza y la obediencia, tampoco hay cosas nuevas. Quizá en esto último… la obediencia. Se crearon unos votos privados para no criticar a los superiores. Creo que hace poco que la Santa Sede obligó a la Legión a que los anulara. Si no recuerdo mal, esto se interpretaba de la siguiente manera: no podías criticar abiertamente la decisión de un superior y debías avisar si alguien lo hacía. Pero después también es cierto, y yo lo hice muchas veces, que sí que debías obedecer sin rechistar, pero luego estabas obligado en conciencia, tras haber obedecido, a ir a buscar al superior y decirle lo que opinabas.

El superior a su vez también estaba obligado en conciencia a explicarte por qué había hecho una cosa y no otra… Puede ser que este voto el padre Maciel lo utilizara en beneficio personal, pero, la verdad, lo veíamos tan poco que criticarlo a él habría sido cuanto menos extraño.

De hecho esto último hizo posible el culto a la personalidad del fundador que todos fomentábamos. Recuerdo que cada vez que se presentaba el padre Maciel en Salamanca – algo que ocurría una vez al año – el asunto se volvía todo un acontecimiento. Se le escuchaba con reverencia, se hacían excursiones al campo con él, vamos que era toda una fiesta. Este culto a la personalidad se basaba sobre todo en la lejanía, pero también en la admiración hacia él que le profesaban nuestros superiores.

Alguno que no estuviera allí podría pensar que se trataba de la típica estructura piramidal de una empresa… el presidente que está por encima de los consejeros y demás jefes es como una especie de dios.

En realidad, era más sutil y, sin querer, peor. Los superiores de la Legión estaban obligados a vivir la misma vida que sus súbditos, es decir, no debían tener privilegios ni en la comida, ni en las pertenencias, ni en la habitación, ni en el horario… Esto hacía que esa admiración y veneración ciega a la persona del padre Maciel te la transmitieran con más facilidad.

Bueno, pero quién era el que sabía que el padre Maciel tenía una doble vida y nunca lo quiso contar. La respuesta a esta cuestión puede resultar chocante. En conciencia, yo creo que nadie. Saber, saber, nadie. Sospechas, muchas.

Despejemos, sin embargo, algunas incógnitas. He oído las acusaciones sobre abusos sexuales a seminaristas que el padre Maciel, según parece, cometió. Ahora, desvelado el pastel, se podría pensar que son ciertas. ¿Era un pederasta? Pues no sé que decir. Igual sí. Lo cierto es que de lo que ocurriera antes de 1979 poco puedo hablar, porque claramente la Legión de Cristo, como antes exponía, a partir de dicho año fue algo distinto. Los relatos de gente que iba a su cuarto o él iba a los cuartos de alguien son mentira, en cuanto que eran prácticamente imposibles de que tuviesen lugar. Esas historias de una supuesta enfermería… Cuando alguien se ponía enfermo, se quedaba en su cama y, si estaba muy mal, al hospital…Vamos, como en cualquier casa. Y vivíamos tan en comunidad que sabíamos todo lo que les ocurría a todos los que nos rodeaban.

Ahora bien, ¿qué pasaba con el padre Maciel? Pues que no vivía en comunidad. La explicación que nos dábamos, ciegos de nosotros, era que como «legislador» él no estaba sometido a las constituciones de la congregación. Aquí deberían decir algo aquellos legionarios que se especializaron en derecho canónico. El único legislador, según el sentir canónico de la Iglesia, es el Papa, por lo que la explicación que nos auto dábamos de su vida sin comunidad carece de toda lógica.

Por aquel entonces, Maciel pasaba la mitad del año en Roma y la otra mitad en México… En las idas y vueltas de México a Roma y viceversa, nadie le seguía el rastro… Había sospechas. Muchos legionarios que iban destinados a México utilizaban AIR France. Era el vuelo más barato, el único inconveniente era que había que estar 24 horas en París. Ni por asomo se les pasaba a los legionarios irse a un hotel a dormir. Lo que solían hacer era dar una vuelta por París durante las primeras 12 horas y el resto a dormir en las salas de espera del aeropuerto.

Varios legionarios se encontraron al padre Maciel en París. No iba vestido de sacerdote y aún así, nos decíamos unos a otros que estaría ayudando a alguien… o en misión secreta por petición de algún obispo o de la Curia… o yo que sé… A nadie se le pasaba por la cabeza que estuviera por libre.

Por supuesto, a los Legionarios que lo esperaban en México o en Roma tampoco se les ocurría llamarse por teléfono mutuamente para saber cuantos días habían pasado desde que salió de un lado para llegar al otro.

Además los Legionarios tienen su contraparte de mujeres, las consagradas. Son prácticamente un clon de los Legionarios, pero no se mezclan. Trabajan juntos en algunos colegios y centros de pastoral, pero luego cada uno a su casa. Esto seguramente que dio pie a pensar que si no estaba con nosotros estaría visitándolas a ellas y viceversa.

Volviendo a la cuestión inicial, ¿quién sabía de la doble vida del padre Maciel? A riesgo de parecer tontos… a mí también me gustaría saberlo. Habría que haber seguido al padre Maciel, y la verdad, todos estábamos demasiado ocupados con lo nuestro, que debería haber sido lo suyo.

Un ex Legionario español

 

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