Jesús Sanz, obispo de Huesca y de Jaca

«Me dicen que soy un obispo que se mete en política»

"No iré a la manifestación y no porque no tenga ganas"

no busco el aplauso ni temo la impopularidad, y esto me hace libre

El obispo de Huesca y Jaca, Jesús Sanz Montes, reconoce que el largo litigio entre diócesis está provocando un desgaste. «Hay gente muy escandalizada», asegura. Lo entrevista Isabel Ara en el Heraldo de Aragón.

Dentro de unos días se cumplen seis años de su nombramiento como obispo de Huesca y de Jaca. ¿Qué balance hace?

He tenido que aprender un oficio para el que no estudié. Han sido seis años muy intensos en una tierra que no conocía. Era una encomienda apasionante pero muy delicada y tengo un sabor de boca muy agradable, aun siendo consciente de que también he cometido errores. Estoy muy agradecido por la buena acogida.

¿Qué logros destacaría y qué retos le quedan por cumplir?

Valoro muy positivamente la reapertura del seminario en Huesca tras casi 40 años, porque así conocemos a los jóvenes que se preparan para ser sacerdotes y ellos ven lo que va a ser su futuro inmediato. El primer año solo había un seminarista, y este curso son 13 jóvenes. Por otra parte, me he encontrado una tierra bastante despoblada y envejecida. Esto es un ‘hándicap’ porque la escasez de familias jóvenes y niños hipoteca nuestra labor. El reto es adaptar la pastoral a la tierra, porque las gentes de la montaña, las del Prepirineo y las de llano son muy diferentes.

Comentaba que nadie le enseñó el oficio de obispo, pero es que además dirige dos diócesis.

Soy el único en España, y en todo el mundo solo hay dos casos más, uno en Italia y otro en Canadá. Esto duplica tu trabajo y divide tu tiempo, y es un lío, es lo más complicado. Además, presido una comisión de la Conferencia Episcopal y llevo una cátedra en la Universidad. Intento distribuir mi tiempo entre las diócesis al 50% de forma matemática, pero a pesar de dejarte la piel, ves que no llegas a las personas. Hay pueblos que no conozco aún y cuando visito uno nuevo, siempre empiezo la misa diciendo: «Ya era hora de que viniera el obispo», antes de que los vecinos se me quejen. Pero no me he resignado y sigo diciendo ante el nuncio, la Santa Sede y el presidente de la Conferencia Episcopal que esto no está bien, que se busque una solución.

¿Cómo ve el tema de los bienes retenidos en Lérida?

Sinceramente, no entiendo este conflicto entre dos comunidades cristianas. He hablado muchas veces con los obispos que ha habido en los últimos años en Barbastro y en Lérida y, salvo alguna excepción pasada en esta última, todos me han dicho que ojalá se hubiera resuelto ya, pero hay una gran interferencia de orden político y territorial.

¿El litigio ha provocado roces en el seno de la Iglesia?

No a nivel de los obispos y los sacerdotes, pero hay cristianos, y les entiendo, que nos recriminan que somos los primeros en desobedecer al Vaticano. Nos vemos desarmados y en la calle esto provoca desgaste y hay gente muy escandalizada.

¿En qué punto está la reclamación de las tres piezas del obispado de Huesca?

Encargué un dictamen a un despacho de abogados, pedí unas correcciones y ya me lo han devuelto. No puedo dar una fecha, pero es firme la decisión de pedir al obispo de Lérida que levante el depósito, porque esos bienes fueron depositados, no vendidos ni robados.

Lardiés o Tramaced son los últimos ejemplos de la degradación de las iglesias y las ermitas del medio rural.

Tenemos un patrimonio artístico muy amplio, pero el pueblo cristiano es insuficiente para poderlo mantener, y agradezco a las instituciones su gran ayuda, su sensibilidad y el buen entendimiento que hay. Aunque se estudian todas las peticiones, hay que priorizar, y eso siempre es complicado.

Usted nunca ha dudado en pronunciarse sobre temas de relevancia política y social. Ha hablado de la clonación, el matrimonio de homosexuales, Educación para la Ciudadanía, el 11-M…

Quiero aclarar que no me he manifestado sobre temas políticos, sino sobre cuestiones morales. Cuando hablo intento ser muy claro y muy directo, y a veces me dicen que soy un obispo que se mete en política, pero yo, con la libertad de expresión que me asiste como ciudadano, también puedo pronunciarme sobre temas de los que hablan y legislan los políticos. No pretendo hacer oposición clerical y tengo un sumo respeto a las instituciones, pero eso no significa que tenga que decir ‘amén’ a todo lo que se nos legisla o se nos impone. Antes pensaba igual y decía las mismas cosas. Y jamás he nombrado a nadie, aunque sería fácil.

¿Asistirá a la manifestación convocada el próximo sábado en Madrid en contra la reforma de la Ley del Aborto?

No, y no porque no tenga ganas o no pueda aplazar los compromisos que tengo. Queremos dar protagonismo a los convocantes. Me manifestaré al día siguiente a través de una carta que ya está escrita. Allí defiendo el ‘sí’ a la vida en cualquiera de sus tramos: la del no nacido, la del terminal y la del que está en el medio. En mi carta digo que matar a un ser humano, desde la concepción, es, de alguna manera, matar al mismo tiempo a la madre. He visto a muchas mujeres que piden ayuda para no abortar o una vez que han abortado. Lo digo en una frase un poco provocadora, porque a veces soy provocador: ese infanticidio supone un matricidio. Creo que es una ley enormemente machista y escenifica algo tan grave como el quitar la vida como un derecho.

¿Se considera un obispo mediático?

Es verdad que los medios me sacan mucho, pero no tengo afán de protagonismo. Otra cosa es que lo que digo o escribo dé pie a que se hable de mí. Lo asumo, aunque no busco el aplauso ni temo la impopularidad, y esto me hace libre.

En los últimos días ha habido controversia por la cesión de un solar por parte del Ayuntamiento oscense para la nueva parroquia de la ciudad.

En los últimos años han surgido nuevos barrios y se crean nuevas necesidades, teniendo en cuenta que el 90% de la población se considera creyente cristiana católica. Como no podemos comprar terreno, nos pusimos en la lista para pedir, que es lo que hacen los pobres, la cesión. IU y CHA se oponían y lo respeto. Pero en una parroquia, además de rezar, hay gente que viene pidiendo ayudas precisamente aquí, y no a las sedes de los partidos.

 

 

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