Raniero Cantalamesa/ predicador de la casa pontificia

«Se piensa que España ha rechazado su raíz cristiana»

El capuchino participa en la reunión anual de los carismáticos

Me gustan cosas de la Teología de la Liberación

El fraile capuchino italiano Raniero Cantalamessa predica al Papa y la Curia en Adviento y Cuaresma, y el resto del año lo hace por todo el mundo, muy a menudo en encuentros de la Renovación Carismática. Este fin de semana lo hace en el Palacio Municipal de Madrid, en el marco de la reunión anual de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu. Lo entrevista Pablo J. Ginés en La Razón.

– Padre Cantalamessa, suele decirse que los carismáticos alaban y rezan mucho pero hacen poca acción social…

– En la Iglesia no todos tienen que hacer de todo. Hay movimientos con una mayor llamada a lo social y político. Otros están más llamados a lo espiritual, a la Palabra, la Evangelización… Lo importante es que respetemos esta diversidad, la vocación de los otros. Claro que todos debemos luchar contra la pobreza, por ejemplo. Pero la Renovación Carismática insiste en cambiar primero a la persona de forma profunda, antes de pasar a lo social.. La Renovación busca, como San Francisco de Asís, descubrir a los pobres a través de Cristo. Otros hacían al revés, descubrir a Cristo a través de los pobres. A mí me gustan cosas de la Teología de la Liberación, pero es evidente que sin una renovación del corazón es fácil caer en la mera política, buscando eficacia.

– Usted es un intelectual, pero se dice que los carismáticos son sencillos, o incluso simples…

– En la televisión italiana, la RAI, donde tengo un programa, me dicen que explico cosas profundas con un lenguaje accesible. Quizá me ayuda el haber dado clases en la Universidad. Mi experiencia en televisión también ayuda. Pero al predicar en el Espíritu Santo, lo que funciona es la simplicidad. No se requieren palabras complicadas. Hay que tocar a la gente, afectarle, y para eso hay que usar el lenguaje del pueblo. Jesús lo hacía, era el predicador más televisivo que se pueda imaginar, usando siempre imágenes para el pueblo.

– ¿El catolicismo actual no tiene una fuerte tendencia pelagiana, de salvarse sobre todo mediante obras y esfuerzos?

– El pelagianismo es un peligro continuo, porque siempre queremos hacer cosas, desarrollar nuestra personalidad. Es muy difícil ser pasivo, esperar y recibir lo que Dios da. La Renovación insiste en que debes transmitir lo que Dios da. Si no, lo que transmites son sólo tus problemas o dudas, no el don de Dios.

– ¿Cómo es predicar ante Benedicto XVI, y antes frente a Juan Pablo II?

– Ambos dan ejemplo de gran humildad al escuchar a un simple sacerdote. El cardenal Ratzinger, antes de ser Papa, siempre asistía a las predicaciones en primera línea. Juan Pablo II no se saltaba ni una. Una vez que faltó dos días, me pidió perdón por la ausencia. ¿Se imaginan a los parroquianos pidiendo perdón a su cura por faltar un día? Eso hizo el Papa. Benedicto XVI es un gran teólogo, pero no me asusta predicar ante él porque yo no predico mis ideas, sino simplemente la Palabra de Jesús.

– Su vídeo de la RAI con las numerosísimas jóvenes clarisas de Lerma está arrasando en Internet, con decenas de miles de visitas…

– ¡Pobrecitas! Ellas no querían salir en Internet. Me dejaron filmar un capítulo para mi serie de la televisión italiana sobre raíces cristianas en España sólo porque somos amigos. En Italia y Europa se piensa que España ha rechazado su raíz cristiana. Yo quería mostrar que no es del todo así. Filmamos catedrales, en Silos… Pero lo que más me impresionó fue Lerma. Uno de mis cámaras, que no es hombre de Iglesia, quedó conmocionado, casi lloraba. Veía a todas esas monjas jóvenes, sus caras de alegría profunda, sincera, tan distinta de la alegría superficial del fin de semana, y le impactaba.

Predica al Papa y los cardenales

Raniero Cantalamessa, fraile capuchino, fue ordenado sacerdote en 1958. Es doctor en Teología y Literatura, y durante muchos años fue profesor de Orígenes del Cristianismo en la Universidad Católica de Milán. En 1977 experimentó el fenómeno que la Renovación Carismática llama «la efusión del Espíritu», un ardor de fe que transformó su vida religiosa. En 1980 Juan Pablo II le nombró Predicador de la Casa Pontificia. Por este cargo, cada viernes de Semana Santa y Adviento predica en Roma al Papa y los cardenales de la Curia y a los superiores de las órdenes religiosas. Sus libros de evangelización están traducidos a docenas de lenguas.

 

 

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