Estamos muy cerca físicamente, pero no siempre conocemos lo que es una hermandad y lo que es el ministerio de un sacerdote
«¿Y qué opinan ustedes, hermanos cofrades, del clero? Que son unos mandones; que hacen lo que ellos quieren; que disponen y arreglan; que si les gusta el tema están a tu disposición y si no te abandonan; que miran las cofradías con recelo, pero cuando les interesa se aprovechan de ellas… ¿Y qué opinan ustedes, sacerdotes, de las cofradías? Que ni chicha ni limoná; que aparentemente son un prodigio de religiosidad pero que luego no se las ve participar en la Iglesias; que su vida interna deja bastante que desear… Esto es precisamente lo que nunca tenemos que hacer. Más que dar quejas de unos a otros, tenemos que tener una actitud completamente distinta; que el sacerdote diga: cómo te puedo servir para mejorar la cofradía, cómo te puedo echar una mano, cómo puedo orientarte. Y de una forma recíproca, los cofrades se presenten al sacerdote y digan: ¿en qué podemos ayudarte para seas mejor, para que tu acción sea más eficaz? Esta es la actitud auténticamente cristiana: ofrecernos de una forma recíproca. Y aquí se podría terminar la conferencia».
Así de contundente comenzó ayer el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, la lección inaugural del curso de formación cofrade del Consejo de Hermandades de Cádiz que se celebró en la iglesia de San Francisco. En poco más de media hora, Amigo desgranó numerosas situaciones que se dan asiduamente en el mundo de las hermandades y propuso la fórmula que llevaría al entendimiento entre los cofrades y sus directores espirituales, que era el objetivo de la conferencia. Lo cuenta Juan Manuel-Durio en Diario de Cádiz.
Dicha fórmula se resume fácilmente para Amigo: «que cada uno sea fiel al oficio que tiene que desempeñar, que acepte su papel«. Con esta afirmación, el cardenal arzobispo de Sevilla quiso apaciguar la siempre tensa relación entre los cofrades y el clero. Y también poner a cada uno en su sitio. Para ello estableció una serie de criterios fundamentales en la relación de unos y otros: conocerse -«estamos muy cerca físicamente, pero no siempre conocemos lo que es una hermandad y lo que es el ministerio de un sacerdote«-, estimarse y, sobre todo, la existencia de diálogo entre las partes.
Amigo Vallejo refrendó ayer la importancia de las cofradías en la Iglesia y la vinculación del clero con ellas. «El obispo Armengual funda la cofradía de Afligidos, señal de que las cofradías no eran una cosa mala», comentó, afirmando más adelante que en el clero «han sido promotores y amparadores de las cofradías». Y al hilo de esto, recriminó que los cofrades fueran «con el clero y contra el clero al mismo tiempo». «Se quiere que el sacerdote esté presente, pero se reduce a una función ornamental; se quiere al sacerdote como florero, y si son dos como unos candelabros de cola. Al sacerdote se le acusa de poner trabas. Y al mismo tiempo de estar distante. Si se mete, malo, y si no se mete, peor», afirmó.
A juicio del cardenal -que ayer demostró un profundo conocimiento de la realidad de las hermandades- «los laicos en las hermandades no han asumido su papel todavía» e insistió en que las cofradías «se sienten Iglesia… cuando les conviene».
El conferenciante afirmó que existe un recelo recíproco entre los cofrades y sus directores espirituales, y concluyó afirmando que las hermandades son asociaciones de fieles vinculadas a la Iglesia, «y si no son simplemente cofradías civiles», que su participación en la Iglesia se debe hacer mediante la «dirección inmediata de los pastores«, que se necesita una formación y que «las hermandades deben ser respetadas y cultivadas».
«Hay dos pilares en las hermandades: la fe y la familia. Y en esos pilares es donde más nos necesitamos los cofrades y el clero», comentó en la recta final de su conferencia, que terminó animando a todos, sacerdotes y cofrades, a cumplir con su misión.
El Cardenal Amigo no dejó indiferente a ninguno de los asistentes, demostrando además del conocimiento que tiene de las cofradías buenas dosis de humor. Los cofrades se sintieron plenamente identificados con las palabras del conferenciante, que necesitó de poco más de media hora para plantear el entendimiento entre curas y cofrades. Expuso fácilmente la fórmula que acabaría con una relación difícil. Aunque, eso sí, en San Francisco anoche había muchos cofrades gaditanos pero pocos, muy pocos, directores espirituales.
Al término de la lección inaugural de Amigo Vallejo, el vicepresidente del Consejo, Juan Carlos Jurado, quiso dejar constancia «de la enorme gratitud a Su Eminencia» por aceptar la invitación de ser uno de los ponentes del curso de formación cofrade. Y es que escuchar al Cardenal -que fue despedido entre aplausos- siempre es de agradecer.