Cuando lo das todo, ganas lo que pierdes, sumas lo que restas, y te dispones a vivir, no a morir…
Santiago Agrelo.-Cuando decimos ‘poco’, estamos diciendo ‘escaso’ o ‘corto’ en cantidad o en calidad. En la aldea de Sarepta, corta de vecinos y de renombre, aquel día escaseaba todo lo que cuenta en la vida de una persona: era poca el agua, un puñado la harina y exiguo el aceite, era poca la leña, era corto el futuro, y era tasado, por no decir mezquino, el amparo de que podían gozar aquella mujer y su hijo, pues ella era sólo una pobre viuda.Aquel mismo día, andaba Dios ocupado en buscar a alguien que amparase a un profeta, y para esa misión -¡cosas de Dios!- escogió a la viuda pobre, a una mujer desvalida que, agotados el pan y la esperanza, se disponía a morir.
En realidad, aquel día, andaba Dios ocupado en abrir caminos para salvar la vida de los desamparados: la de la viuda y su hijo, la del profeta… la de todos aquellos que en esta historia están representados y prefigurados.
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