Los que se van no estaban de acuerdo con las mujeres obispo y los que aún usan incienso todos los días, y los domingos tres veces
Monseñor Carlos López es obispo, aunque esté casado. Y es que pertenece a la Iglesia española Reformada Episcopal, es decir a la Iglesia anglicana. Una Iglesia que admite curas y obispos casados y que sigue conservando el rito mozárabe original español. Don Carlos define a su Iglesia como «profundamenet democrática» y asegura que «sólo una minoría de cura sanglicanos será fagozitada por Roma», fundamentalmente los que «no están de acuerdo con las mujeres obispos». Eso sí, acusa al vaticano de «amarillismo» y pide a la Conferencia episcopal que preste «mayor atención al ecumenismo».
P- Don Carlos López Lozano es obispo de la Iglesia Reformada Episcopal, comúnmente conocida como anglicana. ¿Aceptáis la denominación?
R- Sí, somos parte de la Iglesia Anglicana. Pero en España nos llamamos Iglesia Reformada Episcopal. Pero, sí, somos los anglicanos españoles.
P- Don Carlos está aquí por varias razones. Una de ellas es la polémica suscitada por el nuncio de la Santa Sede. Una especie de vuelta de un grupo de anglicanos a Roma, con una serie de condiciones. También para hablarnos de cuál es la realidad de la Iglesia Reformada Episcopal en España.¿Cuántos anglicanos hay en España? ¿Cómo se organizan?
R- Pues la verdad es que no los contamos, pero hay muchísimos. Tenga usted en cuenta que la mitad del año hay casi un millón de británicos que residen en la Península Ibérica.
P- Y en las islas.
R- Sí, también. O sea que la presencia de anglicanos británicos es muy importante. A parte de eso, la Iglesia Reformada Episcopal española tiene 22 parroquias autosuficientes, y algunos grupos más en áreas rurales. Así que puedes encontrar una comunidad anglicana en cualquier ciudad de España.
P- ¿Y ministros?
R- Me parece que en este momento tenemos 24 presbíteros, 11 diáconos, y muchos más seglares.
P- ¿Cómo funciona la Iglesia Anglicana? ¿Qué diferencias hay entre la visión que podemos tener aquí en España de la religión mayoritaria, la católica, mucho más uniforme (tal vez), menos participativa (probablemente)?
R- Nuestra Iglesia es profundamente democrática. Tenemos un tipo de democracia parlamentaria, cuya base está en los fines de las parroquias. Las parroquias eligen su Junta Parroquial, que es la que gobierna la parroquia (la parroquia no la gobierna el presbítero). A la vez, la parroquia elige un delegado al Sínodo. El Sínodo General, que se reúne cada dos años, es un Sínodo representativo, en el que están representadas todas las parroquias, a través de sus delegados laicos, y de los clérigos. Ese Sínodo General es como el Parlamento: toma las decisiones importantes, es el órgano de gobierno (de acuerdo con el obispo). Pero el obispo no hace nada sin el Sínodo, al igual que el Sínodo no hace nada sin el obispo. Somos una Iglesia de obispos en sínodo, juntos.
El Sínodo tiene una comisión permanente, también presidida por el obispo, que toma las decisiones entre un Sínodo y otro, y da cuentas al Sínodo. Así nos organizamos en España, que es más o menos como se organiza en todas las iglesias de la Comunidad Anglicana.
P- ¿Tiene capacidad un obispo de veto, o de imposición, de escribir una pastoral que sea de obligado cumplimiento para el fiel?
R- Es una obligación del obispo escribir pastorales, y las pastorales no son normas canónicas. Pero el obispo no puede ser obligado a hacer algo en contra de su conciencia. Como en todas las cosas. Pero en general, tiene que dar cuentas al Sínodo y tiene que estar pendiente de ejecutar lo que el Sínodo dice.
P- Se dice que la Iglesia Anglicana es, entre el resto de las Iglesias, la más «católica», o la más cercana al catolicismo. ¿Qué diferencias y semejanzas hay entre ellas?
R- Nosotros somos católicos y apostólicos, lo que no somos, es romanos. La Iglesia en Inglaterra existía antes de que se separara Roma, desde el siglo III, IV… y en un momento determinado, el clero y el pueblo del Reino Unido, junto a su rey, por motivos que no vienen al caso, se separaron de Roma y han seguido funcionando. Pero la Iglesia de Inglaterra, y las que han surgido por expansión misionera, son católicas. En España comenzó a surgir como un movimiento, en 1868. un movimiento de sacerdotes católico-romanos, que veían con mucho peligro que se iba a imponer el dogma de la infalibilidad papal, y algunos otros dogmas. Entonces se refugiaron en Gibraltar y organizaron una iglesia, un consistorio. En 1869 salieron de Gibraltar y establecieron las parroquias. Y esta Iglesia profundamente española, tomó el modelo de la Iglesia de Inglaterra. Católica, pero no romana. Reformada en cuanto a los errores de los hombres, católica en cuanto a la verdad de Dios. Las iglesias de la Comunidad Anglicana nos sentimos parte de la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Cristo. Ahora, vemos que el sistema romano es un sistema más. Somos plenamente católicos, pero no romanos.
P- En los últimos días ha surgido una noticia a nivel mundial que no deja de ser polémica. Se trata del «retorno a Roma» de algunos grupos, o comunidades anglicanas, que podrían tener un estatus diferenciado del común de los sacerdotes católicos de rito occidental. Usted me dirá si es así o no. No se sabe mucho porque todavía no se ha publicado ninguna orientación, pero quería que me contase un poco qué ha pasado, y cuál es la opinión desde la confesión anglicana.
R- Desde mi punto de vista, todavía no ha pasado nada más que el anuncio por parte del Vaticano, de que había algunos interesados en «retornar a Roma», lo que está mal dicho. Es un lenguaje inapropiado, porque muchos de los que somos sacerdotes anglicanos nunca hemos estado en Roma. Yo soy anglicano, y protestante de quinta generación, así que ni yo ni mis padres hemos estado en Roma. Por tanto, no podemos volver. Y como yo, muchísimos. Es decir, que eso de «volver a Roma» queda un poquito feo. Otra cosa es ser absorbidos o «fagotizados» por Roma. Eso es posible que pase, pero creo que va a afectar a una minoría muy pequeña. En primer lugar, porque el número de anglicanos que ha entrado en contacto con Roma en relación con esto, es minúsculo. Hay otra comunión, que no es anglicana (que no parte de nuestra comunidad), que se llama Anglicana Tradicionalista, que sí ha manifestado ese deseo. Pero no son anglicanos ni lo han sido nunca. Se llaman así, pero no están en comunión con el arzobispo de Canterbury. Y luego, dentro de la Comunidad Anglicana, no creo que haya más de 200 sacerdotes que vayan a hacerlo en toda la comunidad (y tenga en cuenta que somos más de 900 obispos y casi 80 millones de fieles). Tiene que ver seguramente con el hecho de que en Inglaterra en unos años vaya a haber mujeres obispos. Algunos anglicanos románticos, que posiblemente en su propia concepción tienen una eclesiología muy romana y una teología aristotélica y romana, todavía ven eso como algo difícil de aceptar. Es posible que ellos ingresen en la Iglesia romana, y que la Iglesia romana les abra hueco, les deje un espacio. Pero no sabemos qué van a poder conservar. Tal vez los himnos, la liturgia… no se puede saber. Porque muchos de estos que pretenden ingresar en la Iglesia de Roma ya hacen una liturgia romana que a veces parece tridentina. Los llamados anglo-católicos, dentro de la Comunidad Anglicana, son mucho más romanos que cualquier párroco de España. Incluso a veces usan casullas e incienso… yo a veces voy a las parroquias católicas, y no veo que en las celebraciones usen eso. Pero estos que van «volver a Roma» son de los que aún usan incienso todos los días, y los domingos tres veces.
P- Se ha hecho coincidir en el tiempo este anuncio con el de la vuelta al diálogo con otro sector católico pero muy tradicional, como los Lefevrianos. Da la sensación, al menos desde fuera, de que en ciertos ámbitos de Roma se quiere apostar un poco por esta cercanía a sectores más tridentinos que conciliares del Vaticano II…
R- Posiblemente. Yo no sé si usted leyó el comunicado que hice sobre eso, donde yo decía que vemos con tristeza que estos hermanos partan a estar en plena comunión con la Iglesia de Roma, pero al mismo tiempo creemos que es para nosotros una cosa buena, porque nos va a ayudar a profundizar en nuestra identidad anglicana. Somos católicos, reformados, democráticos. Debemos avanzar fieles a la tradición y a las Sagradas Escrituras, pero no tenemos que marcar nuestras actuaciones por lo que diga la Iglesia de Roma. Como no lo hacen tampoco los ortodoxos.
P- ¿Cómo ha sentado el anuncio, el modo de hacerlo? Parece que ha molestado mucho. No es plato de buen gusto que se entre en el «mercado» de cada confesión religiosa, pero también influye, supongo, que el anuncio se haya hecho sin prácticamente capacidad de reacción por parte de las autoridades anglicanas.
R- Eso lo dice todo. Por parte del Vaticano, que es conocido por su proverbial diplomacia y demás, a mí me parece que ha sido amarillismo. Sin haber publicado las constituciones, que un cardenal anuncie esto, sin explicar las condiciones… incluso para los que quieran ir a la Iglesia de Roma, es un poco extraño. Porque no se sabe nada. Pero por otro lado, tenemos un profundo respeto. La Iglesia de Roma debe ser independiente, como nosotros. Puede hacer lo que crea conveniente. Pero habría sido más elegante, diplomático, etc, hacerlo de otra manera, ya que lo que se pretendía era facilitar algo pastoral para estas personas.
P- Aunque aún no se sabe cómo, sí se intuyen algunas cosas. Sí parece claro que los sacerdotes que ya estuvieran casados y quieran unirse a la Iglesia Católica romana, vayan a poder mantener su sacerdocio estando casados. Hay una cosa que no sé cómo valorar, y es que, al ser las comunidades anglicanas mucho más participativas y democráticas que las católicas, al cambiarse de confesión un sacerdote, no tiene por qué implicar que la comunidad sea católica. ¿Cómo se puede gestionar eso?
R- Así lo creo yo. Creo que los fieles laicos que han querido marcharse a la Iglesia de Roma, se han marchado ya, hace mucho tiempo. Entonces, yo creo que es un problema puramente clerical. Algunos clérigos querrán ingresar a la Iglesia romana, y supongo que eso creará ciertas complicaciones, porque tenemos diferentes estilos. Y, a veces, puede ser significativo.
P- Comentaba usted que se habla mucho de los curas anglicanos que se cambian a la Iglesia Católica de Roma, pero también se hará el proceso inverso.
R- Desde luego. Hace muchos años escuché al que era arzobispo de Canterbury en los años 60, que el camino entre Roma y Canterbury es de dos direcciones. Lo que pasa es que nosotros somos muy prudentes. Primero, por respeto a las personas, y después, por respeto a la propia institución de la Iglesia Católica romana, y no solemos hacer públicas esas cifras. Pero le aseguro que se producen constantemente. Cada semana recibo una petición de un sacerdote romano. Tengo 30 o 40 en este momento, que están en comunicación conmigo, que les gustaría ingresar en la Comunión Anglicana, y no porque quieran casarse, sino por motivos de conciencia. Algunos ministros de nuestra Iglesia han sido sacerdotes romanos. Nosotros no prevemos para ellos nada más que un proceso normal de adaptación a la nueva situación. Tienen que aprender a trabajar en nuestras parroquias democráticas, participativas. Tenemos también rectores que han sido antes sacerdotes romanos. Y no hay ninguna incompatibilidad para que eso siga pasando.
P- ¿Qué piensa usted de la ordenación episcopal de mujeres, y de la ordenación episcopal de homosexuales?
R- Con relaciona a la ordenación episcopal de mujeres, yo creo que una vez que se acepta que la mujer tiene la dignidad suficiente para representar a Cristo en el altar, es decir, que puede ser un presbítero, también puede ser un obispo. La Comunión Anglicana aceptó hace muchos años que las mujeres tienen la misma dignidad que los hombres para presidir la eucaristía. Si hay mujeres presbítero, es lógico que haya mujeres obispo. Yo he conocido a alguna mujer obispo y a muchísimas mujeres presbítero, que ejercen su sacerdocio de una forma magnífica. Pero no creo que un ministro deba ser un homosexual practicante. Yo no me meto en la vida sexual de nadie. La cuestión de la orientación sexual de las personas es muy respetable, ahora sí, el ministro de la Iglesia es foco de unidad. Entonces, no debe tener una vida que sea controvertida. Debe ser casado (con su esposa), o célibe. Independientemente de la orientación que tenga, que todas son respetables. Pero el que es rector de una parroquia debe estar casado o ser célibe. No estoy de ninguna manera a favor de lo que un pequeño grupo minoritario hizo en EEUU, de elegir un obispo que era homosexual practicante. Yo creo que eso rompió la catolicidad de la Iglesia.
P- No quería acabar la entrevista sin hablar del ecumenismo. ¿Puede verse afectado por este tipo de polémicas? Me gustaría que me explicara cuál es su visión del ecumenismo. Hacia dónde debemos tender los cristianos, cuál es el trabajo que hay que hacer. ¿Hay que apostar única y exclusivamente por un ecumenismo basado en retornos o unidades institucionales, o más bien estamos todavía en el tiempo de conocernos y reconocernos como hermanos, y empezar a trabajar en pastoral y liturgia para la construcción del Reino?
R- El ecumenismo es un movimiento que surgió después de la II Guerra Mundial, y que busca la unidad visible de las Iglesias. Desde mi punto de vista, no debe partir de unas premisas específicas. No debe estar limitado. A lo largo de la historia del ecumenismo, en estos 80 o casi 100 años, se ha visto afectado por las decisiones que las Iglesias han ido tomando. Las Iglesias tienen que ser coherentes consigo mismas y tomar las decisiones convenientes. Y esto quizá sí que a veces afecte al dialogo ecuménico. Pero yo creo profundamente en el diálogo, y me parece importante que continúe. Y va a continuar.
Hace unos días, una feligresa me escribió una carta diciéndome, «Señor obispo, ¿nos tendríamos que plantear el diálogo ecuménico con la Iglesia de Roma…?». Yo le contesté: «Gracias por la carta, pero realmente no». Es decir, nosotros tenemos una línea de diálogo, que no implica más concesiones que las estrictamente necesarias, y no vamos a cambiar nuestra apertura. Este tipo de cosas, en algunas ocasiones, puede ser un pequeño factor que dificulte el diálogo, pero no demasiado. Y, en cualquier caso, yo creo mucho en el ecumenismo de base, lo que los franceses llaman ecumenismo salvaje. Cuando dos personas de diferentes Iglesias se encuentran y descubren que pueden orar juntos, que tienen muchas cosas comunes, quizá una misma fe, un mismo bautismo, un mismo Dios… ahí surge el diálogo, el cariño, el amor, el respeto a las diferencias. Por ahí ira el ecumenismo en el futuro.
P- ¿Nosotros tendemos siempre a construir la casa desde el tejado? A pensar las cosas que nos diferencian, en vez de pensar en lo mucho que nos une, a los seguidores de Jesús…
R- Tal vez lo que pase en el futuro sea que las jerarquías o los líderes de las Iglesias terminen reconociendo lo que pasa en realidad entre los fieles. Es cierto que aquí en España, debido a que la pluralidad religiosa hasta ahora era muy pequeña, era más difícil que el ecumenismo se desarrollara. Pero yo espero que la Conferencia Episcopal, que tiene una comisión de relaciones ínter confesionales, ponga un poco más de atención en que el pluralismo religioso actualmente es mayor que hace unos años, y más importante. Que dialoguemos y colaboremos. Yo creo que todos los cristianos estamos llamados a colaborar juntos, a trabajar por la unidad e la Iglesia, y sobre todo, para que Cristo sea el Señor en el mundo.
P- Hablando de la situación en España: a nivel civil estamos ante las puertas de una nueva Ley de Libertad Religiosa. ¿Qué espera, que confía, que teme?
R- Para empezar, yo creo que en ninguna de las Iglesias se había impedido la Ley de Libertad Religiosa. Segundo, no sabemos el contenido de la ley. Yo soy partidario de que, cuando una cosa funciona, no hay que tocarla mucho. Y la Ley de Libertad Religiosa funciona bastante bien, desde mi punto de vista. Lo que sí que habría que haber tocado, son los Acuerdos de Cooperación que el Estado tiene con las diferentes confesiones. Me parece que la ley tiende más a incluir a los agnósticos o a los que no tienen religión.
P- ¿Más religiosa y de conciencia que de confesiones?
R- Sí, exactamente, parecería más una ley de libertad de conciencia que de libertad religiosa, pero ya veremos, porque no sabemos aún realmente el contenido. Cuando aparezca, con sumo gusto le diré lo que creo.
P- Aquí estaremos. Para construir.