Después de Jesús, el cristiano que más libros, música ya rte ha inspirado, el que más admiración ha causado, es Francisco de Asís
La Asociación de la Prensa de Madrid acogió anoche un vibrante intercambio de pareceres entre el cardenal Carlos Amigo y el escritor Fernando Sánchez-Dragó en torno a la figura, admirada y reconocida en todo el mundo, de San Francisco de Asís. El acto, organizado por PPC, sirvió como culminación de la primera etapa de la colección «Francisco de Asís, hoy», que coordinada por el franciscano José Antonio Merino, ha sacado a la luz ocho volúmenes que acercan la figura del «poverello» a todos los públicos, con ocasión del octavo centenario de la fundación de la Orden de los Franciscanos.
Ninguno de los dos protagonistas defraudó. Abrió fuego Sánchez-Dragó, quien reconoció que su presencia en el acto era, cuando menos, «excéntrica», puesto que «no sé si soy cristiano, pero soy franciscano de toda la vida». El escritor planteó dos caminos de perfección, uno basado en la razón (donde puso como ejemplo a los jesuitas) y otro en la emoción, donde encontró al de Asís. Para Dragó, «quien sigue el camino del amor, no se equivoca nunca«.
«Después de Jesús, el cristiano que más libros, música ya rte ha inspirado, el que más admiración ha causado, es Francisco de Asís«, añadió el escritor, quien lo definió como «un hombre libre, sin etiquetas», y señaló la actualidad de su mensaje en varios puntos: la defensa de la vida -«estamos asistiendo, con dolor, a una ley monstruosa, que convierte el aborto en una tarea similar a la de lavarse los dientes», dijo-, el respeto al medio ambiente -«el Cántico de las Criaturas debería ser leído en la cumbre de Copenhague»- y la crisis económica, incidiendo en que «lo único que podrá salvar el mundo es el ascetismo. No poder vivir por encima de nuestras posibilidades».
Experto en seducir al auditorio, el parlamento de Sánchez-Dragó animó al cardenal Amigo, que hizo gala de toda su capacidad intelectual para dejar en tablar el combate con el escritor. Amigo destacó de Francisco que «no existe contestación alguna a la persona o al espíritu franciscano». ¿Por qué? Y aquí tronó la voz del purpurado: «¡Porque era un hombre libre, y un hombre pobre!». La pobreza es básica en el espíritu franciscano. «Soy tan pobre, tan pobre, que sólo tengo a Dios».
¿Cuál es el secreto de Francisco? «Que nos quita la máscara, nos ayuda a ser auténticos, a meter de lleno la mano, hasta los huesos, en las llagas del que sufre, y meterse para quedarse«. Amigo, que se calificó como «un franciscano que, de cuando en cuando, se viste de obispo», criticó a aquellos que sólo ven la botella media vacía, y no observan más que la crueldad humana. «Aquel que sólo ve el mal, es un blasfemo«, adujo, pues «la injusticia, el dolor de los inocentes, el aborto, la eutanasia, todo este mal no se puede comrpender, porque no nos encaja. Hemos sido hechos de otra manera, no para hacer el mal, sino para hacer lo que más le guste a Dios».
«¡Criterio!«, fue el grito esperanzado del cardenal para los seguidores de Jesús. ¿Y cómo se sabe qué es lo que gusta a Dios? «Preguntándoselo, desde lo más íntimo de tu intimidad. Ahí donde el bien se comprende, pero no el mal. Porque el mal no es nuestro camino».