De manos de monseñor Setién recibí la ordenación sacerdotal, y eso será para mí siempre motivo de inmensa gratitud
José Ignacio Munilla (San Sebastián, 1961) rompe a primera vista con el estereotipo que uno pueda tener de un obispo. Y no sólo por su juventud. Llega solo al volante de un utilitario, con su txapela puesta y su inseparable ordenador portátil. Se muestra dicharachero y bromista. Pero su camisa negra con alzacuellos y la cruz de plata regalo de su antecesor, Juan María Uriarte, le identifican. Su llegada al Obispado donostiarra ha causado una gran polémica pero él se muestra totalmente conciliador. Lo entrevista Jorge Sainz en Diario Vasco.
– Se han puesto muchas expectativas sobre usted y ha habido mucha polémica. ¿Va a suponer esto una presión? ¿Cómo afronta su mandato?
– Con un punto de humor. Estos días he comentado con los más allegados que «nunca una hormiga había levantado tanta polvareda». Gracias a Dios, el efecto mediático pasará en breve, volverá la normalidad y podré centrarme en el trabajo. Lo que esperan los fieles de la Iglesia de Gipuzkoa no es que me convierta en un producto mediático, sino que sea un pastor que trabaje con ellos.
– ¿Qué le ha aconsejado Uriarte?
– Tengo que agradecerle la transición tan ordenada que hemos realizado, con muchas horas de encuentro y de diálogo. Sus consejos han sido pocos, pero sabios: paciencia en los procesos, valoración de las realidades existentes, encuentros personales.
– ¿Dónde se encuadra la salida del equipo de vicarios que estaba con Uriarte?
– Se encuadra en el procedimiento canónico habitual de la Iglesia, según el cual cesan automáticamente en sus cargos, en el mismo momento en que el Papa acepta la jubilación del obispo. Por lo tanto, algunas noticias que se han difundido, y que hablaban de ‘plante colectivo’, no responden a la realidad.
– ¿Va a venir alguien de fuera de la diócesis al nuevo equipo? ¿Ha hablado con alguien?
– No tengo prisa para completar el equipo, y el sentido común me dice que conviene hacerlo al mismo tiempo que vamos tomando el pulso a la situación. Va a ser gente de la diócesis, pero todavía no he hablado con nadie. Estoy buscando un laico como secretario general de la diócesis.
– ¿Va a reunirse con los párrocos guipuzcoanos que se han expresado contra su llegada?
– La forma en la que se han sucedido los acontecimientos hace muy necesario el encuentro y la expresión de nuestras dudas y certezas en plena confianza. El diálogo y el factor humano es y será siempre fundamental.
– Se le ha enmarcado fuera de la órbita doctrinal del Concilio Vaticano II, en un ala más conservadora próxima a la línea de Ratzinger o Rouco. ¿Es esto cierto?
– ¿Acaso el mismo Papa está fuera de la órbita del Concilio Vaticano II? ¡Sería absurdo pensar tal cosa! Como él mismo ha afirmado, existen dos claves encontradas para interpretar el Vaticano II: la clave de ruptura y la clave de reforma. La interpretación católica es la segunda: el Concilio no supuso una ruptura con la tradición de la Iglesia, sino una reforma que le permitió volver a la pureza de sus orígenes, como forma de responder a las necesidades del hombre de hoy.
– ¿Piensa seguir la línea de Uriarte o cree que se pueden cambiar cosas, y qué cosas?
– Cuando un obispo se incorpora a una diócesis es como si se subiese a un tren en marcha. La vida no comienza con él. Por el contrario, el ministerio episcopal está llamado a acoger todo lo positivo, purificar las deficiencias, y aportar de esta forma su granito de arena en la construcción del Reino. Con respecto a las concreciones que se me piden, yo no vengo con planes hechos.
– ¿La polémica por su designación es por temas políticos o doctrinales?
– Dependiendo de a quién se escuche, bien puede parecer una cosa o la otra. Yo me voy a atrever a abrir una tercera interpretación, apoyándome en la carta que el Papa escribió a los obispos de todo el mundo, el 10 de marzo de 2009, con motivo de la polémica que se suscitó por el levantamiento de la excomunión a los obispos lefebvristas. Es posible que el problema principal no sea ni el político ni el doctrinal, sino la desafección entre nosotros. El Papa insiste en aquella carta en que cuando no se ama suficiente, es imposible conocer con objetividad y todo termina por distorsionarse.
– Su primera homilía fue muy conciliadora. ¿Cree que ayudará a que los críticos colaboren con usted?
– Sabemos que los problemas de fondo no pueden solucionarse con una homilía. Pero agradezco de una forma especial a aquellos supuestamente ‘críticos’ que fueron a la toma de posesión en la catedral.
– ¿Qué opina de las duras críticas del PNV y el nacionalismo?
– Que no las entiendo; pero no quiero devolver con la misma moneda, y pienso que debo callar. Voy a decir, con el debido sigilo, que un conocido dirigente nacionalista me ha escrito dándome la bienvenida, y añadiendo que ‘las ideologías caben en la punta de una servilleta, y el resto son relaciones personales’.
– ¿Ha venido impuesto por la Conferencia Episcopal para que la Iglesia guipuzcoana sea ‘menos nacionalista’ como denunciaban víctimas y partidos constitucionalistas?
– El nombramiento de un obispo no lo hace la Conferencia Episcopal, sino el Papa, a través de las Nunciaturas y de su Curia. No se trata de una imposición, porque él tiene la potestad plena para ello, después de hacerse aconsejar. Y con respecto a los motivos que le hayan movido. los desconozco, porque yo he estado fuera de ese proceso, aunque doy por seguro que no serán políticos.
– Uriarte lamentaba la politización de esta diócesis, ¿Qué va a hacer para evitarlo?
– Aportar nuestra propia lectura de la realidad, desde otra perspectiva muy diferente a la partidista.
– ¿Cuál va a ser su postura ante las víctimas del terrorismo y la violencia de ETA?
– La que cabe esperar de un pastor de la Iglesia Católica. Nuestro compromiso por la paz y en apoyo de las víctimas ha de ser inequívoco. No podría ser de otro modo.
– ¿Y ante los presos de ETA?
– Ellos también son hijos de Dios, y les ofrecemos la asistencia propia de una pastoral penitenciaria; al mismo tiempo que pedimos su arrepentimiento y conversión.
– ¿Mediaría usted ante ETA como hizo Uriarte?
– La acción ordinaria de la Iglesia en favor de la paz es la más importante: predicación de la conversión y de los valores evangélicos, tales como el perdón, la humildad, la tolerancia, la mansedumbre. Hipotéticamente, podría darse también una circunstancia extraordinaria en la que un obispo pueda ser solicitado para ejercer una mediación ante un grupo terrorista. Se ha dado en diversos lugares, aunque es obvio que se trata de algo extraordinario.
– ¿Cómo ve la situación política vasca?
– En estos tres años y medio en que he estado ausente, ha habido bastantes cambios. Necesito más tiempo para conocer la situación; y, por otra parte, tampoco me parece que me toque a mí hacer valoraciones sobre la vida política.
– El sábado hubo una ovación de ocho minutos para usted y muchos fieles arropándole.
– Sentí dos cosas: alegría porque se visualizase la comunión de la Iglesia, acompañada de la necesidad de remitir aquellos aplausos a la gloria de Dios, como decía San Ignacio.
– También hubo una concentración de homosexuales en su contra. Se ha hablado mucho sobre su postura ante la homosexualidad. ¿Realmente qué opina?
– Yo no tengo una opinión particular al respecto. Me remito a la moral católica expresada en el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 2357 a 2359). Creo firmemente que la verdad moral que expresa la fe católica es auténticamente beneficiosa para las personas homosexuales, a pesar de que algunos piensen lo contrario. El mensaje cristiano que predica la castidad es liberador, no represor.
– Otro tema candente en España es el del aborto, ¿Qué opinión le merece la reforma de la ley impulsada por el Gobierno socialista y apoyada por el PNV?
– El hecho de que se haya desprotegido totalmente la vida de los más inocentes, hasta el punto de dar un marco legal que reconozca el ‘derecho’ a su destrucción, me parece lo más grave que ha podido acontecer en nuestra generación. Para que tal cosa llegue a ser socialmente aceptada, ha sido necesario no sólo un eclipse de la fe, sino también de la razón.
– ¿Es tan de derechas como ha dicho el socialista José Bono?
– La concepción del mensaje cristiano es dificilmente enmarcable en las categorías políticas. Es un intento absurdo de encasillar la verdad cristiana en unos parámetros que nos son ajenos. Defender la vida es prepolítico.
– ¿Cuáles son los problemas a los que se enfrenta la Diócesis?
– El mayor reto es la secularización galopante de nuestra cultura, de la que se desprende la dificultad de transmitir la fe a las nuevas generaciones.
– ¿Cómo valoraría a su antecesor, Juan María Uriarte?
– Como un padre que Dios ha puesto en mi camino, en unos momentos muy importantes para mí.
– ¿Y al anterior obispo Setién, uno de los más polémicos?
– De sus manos recibí la ordenación sacerdotal, y eso será para mí siempre motivo de inmensa gratitud.