«Hay que coger a Jesús como modelo y a Marx para el análisis de la realidad social»

«La ONU es ineficaz»

Chema Caballero, misionero de los niños-soldado de Sierra Leona

Los cuatro ricos de Haití y de Puerto Príncipe no se han destruido, se han destruido justo las zonas más pobres de la capital

Es muy convincente. Chema Caballero habla con un tono familiar y coloquial que resulta muy cercano. En sus palabras no se percibe ninguna impostura. Ha estado esta semana en Cáceres, invitado por Amnistía Internacional y por el Foro Social de Cáceres, para participar en dos charlas-coloquio. Licenciado en Derecho por la Autónoma de Madrid en 1984; licenciado en Estudios Eclesiásticos por la Universidad Pontificia de Salamanca (sede de Madrid) en 1995; ordenado sacerdote dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos en 1995, cursó también un Master en Ciencias Sociales en la Long Island University, de Nueva York, en 1998.

Nacido en Castuera, Badajoz, el 15 de septiembre de 1961, llegó a Sierra Leona en 1992, donde ha logrado rescatar de las garras de la guerrilla y rehabilitar a varios miles de «niños soldados» y «esclavas sexuales» con historias terribles. En posesión de premios como la Medalla de Extremadura 2005 o el Premio Internacional Alfonso Comín, desde 2004 compagina la dirección del programa de rehabilitación de niños soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona con un nuevo proyecto en la zona de Tonko Limba (una de las más subdesarrolladas del país africano) denominado ‘Educación como motor del desarrollo’.

Después de 17 años seguidos en África, estas Navidades se ha tomado por primera vez unas vacaciones que prolongará hasta después de Semana Santa. La prensa nacional habla de él como un héroe y un hombre bueno. Él vive con lo puesto. Ha sentido más de una vez el frío de un fusil apuntando a su sién . Y sigue pensando que en África «seguimos poniendo parches». Porque el problema está aquí, y la solución también. Lo entrevista Juan Domingo Fernández en Hoy.

-Nació en Castuera, ¿pero hasta que edad estuvo en el pueblo?

-Mis padres se fueron a trabajar a Madrid. Yo con seis años ya estaba viviendo en Madrid. Lo que pasa es que mi padre trabajaba en la Confederación Hidrográfica del Guadiana e íbamos y veníamos mucho. Más que en Castuera donde he vivido ha sido en el pantano del Zújar.

-¿Y cuáles son sus recuerdos más entrañables de la infancia?

-De Castuera, la casa de los abuelos, los amigos, los primos… Siempre que iba era fiesta, porque se trataba de momentos especiales. Para mí el pantano de Zújar es algo que me recuerda la niñez, tiempos felices.

-¿Viven sus padres?

-Sí, mi padre, mi madre y mi abuela materna, que va a cumplir 101 años dentro de poco. Somos cinco hermanos. Yo soy el mayor. Mis padres viven en Don Benito ahora y mis tres hermanas están casadas y viven también en Extremadura; una en Mérida, otra en Don Benito y otra en Villanueva de la Serena. El único que vive fuera es mi hermano.

-¿Su familia era muy religiosa?

-No era especialmente religiosa. Lo normal de la época.

-¿Qué hizo el primer día que decidió ser misionero?

-Bueno, yo estaba en la Universidad en Madrid, estaba estudiando Derecho y ya había trabajado con inmigrantes, en colaboración con Cruz Roja… Había una inquietud ahí. Me preguntaba cómo puedo seguir adelante y fue surgiendo la idea de la misión. Entonces, lo primero fue hablar con un amigo sacerdote para decirle: «Mira, tengo esta inquietud».

-¿Era un sacerdote javeriano?

-No, no, era un sacerdote extremeño, de Zafra, que vivía en Madrid en la parroquia nuestra y que tenía mucha relación con mi familia. Lo único que me dijo fue: «Termina la Universidad y después hablamos». Y así lo hice.

-Terminó Derecho, pero se hizo sacerdote ya en misiones ¿no?

-Después de Derecho me tomé un año sabático. Entré en los Javerianos y estudié los cinco años de Teología entre Madrid e Italia. Al acabar me fui a Sierra Leona dos años para ver cómo era el trabajo en misiones, si es lo que te gusta y realmente estás llamado. Fue cuando volví a España a ordenarme.

-¿Y al llegar a Sierra Leona se produjo el efecto ese que dicen que África te cambia los esquemas?

-Mira, la primera vez que llegué a Sierra Leona iba solo, era de noche, acababa de llover, hacía poco tiempo que habían dado un golpe de Estado, se abrió la puerta del avión y lo que vi fue una fila de soldados con fusiles. Le pregunté a la azafata: ¿Pero esto es Sierra Leona? Y ella me dijo: «De prisa, de prisa, que tenemos que despegar». (Risas). Era el único que se bajaba allí.

-¿Y dónde había cogido el avión?

-Venía desde Holanda. Y luego seguía no sé para dónde.

-¿La mayoría de África vive en la Edad Media?

-No, no se puede decir eso. Si tuviera que describirte África hoy día, la imagen que utilizaría es la que vi poco antes de venirme en una aldea de la selva de Tonko Limba, donde vivo ahora, una zona muy aislada, y una mujer con su ‘lapa’, su falda por la cintura, el pecho al aire, moliendo en el mortero el arroz y un móvil colgado en el cuello. Se da este contraste entre la tradición (por no decir lo más primitivo, que es un término que no me parece justo) y las técnicas que están llegando: las televisiones satélites, los teléfonos, ese tipo de cosas.

-¿Ni siquiera desde el punto de vista de las creencias?

-No creo. Nosotros tendemos a ver África como algo estático y no es verdad. África está en evolución. Se mezcla todo.

-¿Usted cree que la pobreza siempre es culpa de los hombres, de la historia?

-Yo creo que sí. La actuación de los hombres es decisiva en la pobreza. África es un continente rico, mucho más rico que países europeos y sin embargo las gentes son pobres. ¿Y por qué? Pues hay que tener en cuenta toda la historia de esclavitud, de colonia y de opresión que estamos imponiendo ahora. No podemos negar el papel de los dirigentes y de las clases dirigentes que oprimen y se alían con el poder, pero principalmente es eso.

-¿La riqueza es incompatible con la felicidad?

-Es como decía Groucho Marx: «Si el dinero no te hace feliz, por lo menos ayuda». (Risas). Yo creo que hay que luchar por un mínimo y una dignidad. Que todos tengan las mismas oportunidades y lo mínimo para vivir dignamente.

-¿La guerra y la voracidad de los países ricos son los terremotos que siguen asolando África?

-Creo que sí. Las guerras están causadas por los intereses occidentales. Y hoy día, las grandes catástrofes de África, que son las guerras, están provocadas por nuestro egoísmo, por el egoísmo de occidente.

-¿Le pesa la responsabilidad de ser una especie de símbolo de la acción misionera occidental?

-Eso depende de como lo vivas. Yo creo que mi posición es más de estar con la gente, vivir con ellos y trabajar con ellos. Desde esa perspectiva no creo que sea un símbolo, más bien me veo como una parte de ellos.

-¿No le pesa entonces excesivamente?

-Hombre, no puedes negar la historia, el papel jugado por las misiones y todos los ideales de cultura y civilización. La historia es esa y no se puede negar, pero después la actitud personal y cómo intentas tú vivirlo hoy día es muy distinta.

-¿Por qué es crítico con algunas oenegés y con ciertas actuaciones de la ONU?

-Pues por lo que he visto en Sierra Leona. He visto que la ONU es ineficaz, he visto cómo la ONU gasta mucho dinero y no ha conseguido nada; cómo muchas oenegés se han convertido en multinacionales de la solidaridad, con sueldos y estilos de vida vergonzosos. Entonces, soy crítico con eso. No con personas concretas que están haciendo mucho bien ni con muchas oenegés que están haciendo mucho bien; estoy en contra de los abusos y de la desvirtuación de lo que debería ser una oenegé. Y también las oenegés se han convertido en agentes y en transmisores de políticas occidentales. No se trabaja desde la gente, sino que transmitimos lo que nosotros pensamos que es bueno para aquello.

-Cuando le plantean la cuestión «¿qué hacer?», de ¿quién está más próxima su respuesta, de Jesucristo o de Lenin?

-(Risas). Yo creo que Jesús es siempre el que me guía. Pero a Lenin tampoco hay que dejarlo, aunque mejor que Lenin, Karl Marx, que es más teórico y su método nos puede ayudar mucho más. Yo creo que hay que coger a Jesús como modelo y a Marx para el análisis de la realidad social.

-Ha creado una nueva ONG: Desarrollo y Educación en Sierra Leona. ¿Qué se propone?

-Más que yo la han creado mis hermanas. Es una forma de familia que apoya estas cuestiones. El objetivo principal es dar a conocer la realidad y las injusticias que se están cometiendo con Sierra Leona y otros países del Tercer Mundo, y sensibilizar a la sociedad extremeña y a la española. Si puede canalizar proyectos, pues también, pero sobre todo sensibilizar.

-Diamantes, petróleo, coltán, armas… ¿Sin los intereses comerciales volvería la paz a África?

-Yo creo que sí. O por lo menos le daría una oportunidad a la paz. Una vez que occidente respetase a África y la tratase de igual a igual, posiblemente las cosas serían muy distintas.

-¿Qué artistas, músicos o escritores extremeños le interesan?

-Uff…

-Quizá está más desconectado…

-Sí, estoy más desconectado. Si quieres músicos, la única que conozco es Bebe, [risas] y no me desagradan mucho sus canciones.

-¿Cree que hubiera sido más útil para su trabajo si en vez de sacerdote fuera médico o profesor?

-No, hubiera sido distinto. Pero soy lo que soy porque también soy sacerdote en este momento.

-Ante la situación que se está viviendo en Haití, ¿qué es lo que más le escandaliza?

-Me escandaliza el dolor de las personas y la miseria en que viven; me escandaliza que siempre son los pueblos los que más sufren. Los cuatro ricos de Haití y de Puerto Príncipe no se han destruido, se han destruido justo las zonas más pobres de la capital. Me duele mucho que la ayuda internacional, a pesar de que el mundo y mucha gente se ha volcado con Haití, no esté llegando a quienes más la necesitan, y en cambio los ricos de Haití no tienen problemas en recibir ayudas. Y me duele también que los medios de comunicación, dentro de una semana, cuando se olviden de Haití como se han olvidado de tantas guerras y desastres naturales, cerremos los ojos y no sigamos pensando que hay que reconstruir el país.

-¿La violencia no es consustancial con la condición humana?

-Si miras la historia parece que sí, que es parte integrante del ser humano. Yo creo que no, que es la necesidad, el egoísmo y el deseo de poder de los seres humanos los que generan la violencia.

-¿Pero la situación de los niños soldados en Sierra Leona sin ese componente violento se hubiera dado?

-No, no. Los niños soldados en Sierra Leona o en cualquier otra parte del mundo son utilizados para convertirlos en máquinas de matar, para manipularlos y que sean ellos las primeras líneas de batalla. Para eso se necesita mucha violencia, tanto física como psicológica.

-Pero también encontró esa violencia en Nueva York, en el Bronx.

-Sí, también era una situación límite, con gente viviendo en situaciones muy extremas. A mí me chocó mucho más la violencia o la situación del South Bronx, porque a veinte minutos de metro de la Quinta Avenida, de las tiendas más caras de todo el mundo, los chicos del South Bronx estaban viendo que no podían conseguir todas esas cosas, y eso crea mucha más violencia.

-¿Y catástrofes como las de Haití o las de África hacen que se tambalee su fe?

-En la fe personal, la situación vivida en Sierra Leona, la guerra, la violencia, las injusticias, han hecho que me plantee muchas cosas, y rebelarme contra Dios y decirle eres un hijo puta, eres un cabrón, dónde estabas cuando estaban violando a esta niña, dónde estabas cuando secuestraron a ese niño o dónde estabas cuando la tierra tembló en Haití. Es una rebelión contra él si es el Dios bueno, el Dios omnipotente. ¿Y ante todo eso qué cabe? Pues posiblemente nada más que el silencio. La experiencia personal de Dios es más grande que eso, te revuelve y te da la vuelta. Y te dice: «También te he hecho a ti para cambiar la situación». Y eso también es un impulso.

-¿Y un consuelo?

-No, no puedes decir que es consuelo. Porque Dios es un cabrón y te está siempre pinchando y empujando y posiblemente es un revulsivo para que tú luches contra ese tipo de injusticias. O así lo vivo yo. Como digo en mi blog, me pregunto muchas cosas pero no tengo respuestas. No se puede dar respuesta a esto. Hay que seguir buscando, seguir preguntando.

-Económicamente, la situación es un poco contradictoria, porque no se puede ayudar permanentemente a África pero tampoco se la puede dejar a su libre albedrío.

-Llevamos años y años ayudando a África. Todos los años se le dan billones de dólares en concepto de cooperación al desarrollo. Pero en la actualidad, la renta per cápita en África es menor que la de 1970. ¿Para qué sirve todo este dinero? Posiblemente no es de ayuda al desarrollo. Porque no nos interesa que África se desarrolle, pues para nosotros es el lugar de donde sacamos materias primas, y cuanto más baratas podamos sacarlas, mejor para nosotros. ¿Por qué en los mercados de África te encuentras cebollas francesas, pollos congelados daneses, huevos holandeses, vino español, y tantos productos europeos a precios mucho más económicos que los que se producen en el país? ¿Y aquí cuántos productos africanos encuentras en los mercados? Nuestra agricultura, nuestra industria, tiene ayudas a la exportación, tiene subvenciones de la Comunidad Europea que esos países no tienen. Entonces, nunca lo que ellos produzcan podrá competir en igualdad de condiciones con los productos europeos. Nosotros venderemos siempre a precios más baratos. No tiene sentido. Nunca habrá un desarrollo porque la propia industria que pudiera surgir la estamos matando.

-Cuando regresa a Extremadura ¿qué comida es la que más desea?

-(Risas). Yo siempre digo que lo que más me gusta cuando llego a casa es un queso de Castuera, un queso de La Serena, que es lo que realmente me hace sentir en casa.

-¿Qué regalo de los que le han hecho le ha agradado más?

-[Risas]. Quizás uno de los que más me ha gustado es cuando estaba en el centro de los niños soldados y venían todas las oenegés con sus móviles y aparatos para comunicarse. Yo no tenía ninguno y los niños me hicieron uno de corcho [nuevas risas] para que pudiese comunicarme en caso de peligro…

-De las muchas historias vividas con los niños soldados, las hay muy conmovedoras ¿no?

-Últimamente hay una que me llega mucho, la de Eefe, una chica que fue esclava sexual, utilizada por los rebeldes durante años, que fruto de las violaciones tuvo una hija. Yo me la encontré vendiendo naranjas para pagarse su escuela, porque había dicho que después de lo que había pasado no quería tener ningún hombre cerca de ella que la dominase. A esta chica la ayudé a estudiar, terminó el equivalente a COU, hizo las pruebas de acceso a la universidad, volvió a donde estoy yo ahora, Tonko Limba, y fue admitida para entrar en Enfermería y cuando iba a empezar el curso murió víctima del sida. Luchó mucho. Y refleja muy bien lo que ha sido la mujer en África, una mujer que ha sido usada, abusada, que lucha para salir adelante y cuando parece que tiene las puertas abiertas, muere.

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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