Historias de conversión y hasta de alguna supuesta curación milagrosa es lo que más relataban los devotos
«Los curas tienen sus parroquias y no pueden venir pero poco a poco van creyendo». Con estas palabras el padre Matías celebraba ayer la decisión del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, de permitir a los sacerdotes y religiosos asistir a las procesiones y rezo del Rosario en Prado Nuevo en El Escorial, un centro de devoción mariana surgido en la década de los 80, tras la aparición de la Virgen a Luz Amparo Cuevas, una mujer sencilla que hoy tiene 77 años. Lo cuenta Laura Daniele en Abc.
Pese a que aún no hay un informe oficial del Arzobispado que confirme la autenticidad de las apariciones y los mensajes de la Virgen, esto no impide que miles de fieles, muchos de ellos religiosos y sacerdotes, participen todos los primeros sábados de mes en la celebración de la Eucaristía.
Ayer, bajo una persistente aguanieve y una temperatura de apenas cuatro grados, medio millar de personas acudieron a la misa concelebrada al aire libre por más de una decena de presbíteros -la mayoría miembros de la comunidad vocacional fundada por Amparo Cuevas- y el resto procedentes de Francia, Portugal y alguno hasta de Ucrania.
«Vengo siempre»
«Cuando estaba prohibido no podía venir porque tenía que atender mi parroquia, pero ahora me he jubilado de mi parroquia; de sacerdote, no, y vengo siempre que puedo. Tengo mucha devoción», afirmaba este cura diocesano, que a pesar de sus 81 años no dejaba de ser reclamado por los fieles para confesarlos.
Historias de conversión y hasta de alguna supuesta curación milagrosa es lo que más relataban los devotos congregados ayer en Prado Nuevo para rezar a la Virgen de los Dolores. «Yo no era de misa diaria y ahora lo soy. Mi vida ha cambiado radicalmente», contó Manolo, quien junto a su mujer, Pilar, llevan 16 años asistiendo a Prado Nuevo.
Manolo explicó que cuando se enteró de las apariciones sintió la necesidad de visitar el lugar. «Vengo con fe y aquí no se engaña a nadie». A su mujer costó más convencerla, pero ahora afirma: «Mientras viva y pueda voy a seguir viniendo siempre».