Viven aislados del mundo, privados de libertad y olvidados por casi todos
Más información
Los obispos de Ciudad Rodrigo, Salamanca y Zamora llamaron a «abrir los ojos» a la «situación de los encarcelados» y la realidad penitenciaria a la que la sociedad «vuelve el rostro». Los tres prelados se expresan así en una carta pastoral conjunta titulada ‘Estuve en la cárcel y vinisteis a verme‘, palabras de Jesús tomadas del Evangelio según San Mateo, un largo texto en el que reflexionan sobre la atención pastoral que la Iglesia católica está realizando en el centro de Topas.
La carta se publica después de que el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, visitara el centro penitenciario, junto con los prelados de Ciudad Rodrigo, Atilano Rodríguez, y de Salamanca, Carlos López, informaron fuentes del Obispado zamorano.
En su visita a la cárcel, los obispos de las Diócesis a las que corresponde su atención pastoral experimentaron «un profundo desgarro en el corazón al pensar en los miles de personas que, en la prisión de Topas o en otros centros penitenciarios, viven aislados del mundo, privados de libertad y olvidados por casi todos».
En este contexto, recordaron que España es el país de la Unión Europea con la mayor tasa de reclusos, 157 por cada 100.000 habitantes, lo que supone dificultades en las prisiones. Los obispos reconocen que «la sociedad tiene derecho a protegerse contra quienes atentan contra la seguridad de sus miembros o contra sus legítimos bienes» y también se preguntan por las condiciones que han llevado a los reclusos a donde están.
Por eso, afirman que «la delincuencia suele ser la salida no buscada ni deseada, pero que aparecerá desgraciadamente, mientras no se pongan los medios necesarios y adecuados por parte de las instituciones y de la misma sociedad para erradicar las causas que la producen, tanto de orden espiritual y moral, como de orden social».
Asimismo, valoran la importante labor de la Administración del Estado y de los funcionarios de prisiones al decir que «hay que alabar los esfuerzos realizados durante los últimos años con el fin de impulsar la programación de actividades educativas y formativas dentro de la prisión como el camino más adecuado para la reinserción de los reclusos», así como «reconocer los planteamientos alternativos a la prisión».
Aunque, viendo la realidad, constatan en la carta pastoral que muchas veces se logra sólo el castigo y no la reinserción, y proponen el camino «la reeducación y reinserción social requieren una transformación de la mente y del corazón de cada interno en el centro penitenciario, para que llegue a actuar de acuerdo con una escala de valores».
Esto requiere del apoyo de toda la sociedad, que al pretender su reinserción «debería acompañarlo en todo el proceso con profundo cariño, para acogerlo nuevamente al salir de la prisión y no abandonarlo a su suerte», indicaron.