"Aquí la gente es más humanitaria, por ello la igualdad está más cercana. Pero allí en España ya no importan los valores, todo gira alrededor del consumo, del dinero"
«Una gran sorpresa que premia a toda una vida dedicada a ayudar a los más desfavorecidos». Así considera Francisco Lerma Martínez, nacido en la pedanía murciana de El Palmar hace 66 años, el cargo de obispo de Gurué en Mozambique, que le fue otorgado por la Santa Sede el pasado miércoles. «Ser obispo es un gran honor, pero ello no perjudicará a ninguno de mis proyectos: para mí los mozambiqueños es lo más importante». Así lo afirma Lerma que desde hace treinta y ocho años es misionero en Mozambique. Lo entrevista María D. Clemente en La Verdad.
-¿Por qué decide hacerse misionero?
-Siempre fue un reto para mí. Pero todo empezó cuando estudiaba Filosofía en el seminario de San Fulgencio, en Murcia. Fue en esta etapa cuando conocí, a través de un folleto, la congregación del Instituto Misionero de la Consolata.
-¿Qué ocurrió después?
-Siendo miembro de la Misión de la Consolata, me fui a Roma a estudiar Teología y allí empecé a formarme también como misionero. Hasta que en 1971 me enviaron aquí, a Mozambique, mi único destino.
-De todos estos años como misionero, ¿con qué se queda?
-Aunque parezca contradictorio, con la unión, ilusión y esperanza de todos los mozambiqueños. La vivencia de dos guerras, la de la Independencia y la Contrarrevolucionaria, ha hecho posible que, desde hace dieciséis años, los mozambiqueños luchen cada día por la paz y la libertad.
-¿Ha temido alguna vez por su vida?
-Sí, muchas veces. He visto morir a muchos de mis compañeros, pero nunca he pensado en renunciar a esta misión.
-¿Cuál es su objetivo como obispo?
-El mismo que he tenido siempre, luchar por el desarrollo y el derecho de los mozambiqueños. Aquí, la gente sigue muriendo de malaria, de tuberculosis y de sida.
-¿Cuál es la solución para acabar con la pobreza en Mozambique?
-La unión e igualdad de la sociedad. En Mozambique hay un gran mosaico de culturas y religiones: la mayoría de la población es de religión tradicional africana, pero también hay gente cristiana e islámica y ahora están surgiendo las iglesias pentecostales. Aunque tenemos muy buenas relaciones con las demás religiones, debemos hacer sentir a los ciudadanos que todos son iguales, independientemente de sus creencias.
– Eso es un gran reto, ¿no?
-Sí, pero peor veo la situación en España, así como en el resto de Europa. Aquí la gente es más humanitaria, por ello la igualdad está más cercana. Pero allí en España ya no importan los valores, todo gira alrededor del consumo, del dinero.
– Hablando de España, ¿cuándo va a volver?
-Creo que pronto. A finales de mayo tengo que ir al Vaticano a hacer el juramento y si puedo me pasaré por Murcia. Aunque teóricamente no me toca porque estuve allí en enero y sólo suelo ir una vez cada tres años.
-Si no lo hubiesen nombrado obispo, ¿volvería a España para quedarse?
-No, después de cuarenta años aquí, la misión es mi vida y los mozambiqueños mi familia.