Palencia cuenta con la colaboración de religiosos extranjeros

Sotanas importadas

Las necesidades del clero son paliadas con religiosas, seglares y la formación de unidades parroquiales

Además de una redistribución racional de los sacerdotes, el vicario general propone un nuevo planteamiento de la tarea pastoral abierto a la creatividad y a la innovación

Se ha dicho que la fe mueve montañas, que lo puede todo, y que es el antiséptico del alma. Aún así, la falta de vocaciones y ordenaciones sacerdotales provoca la consecuente falta de párrocos, cada vez es más acusada en la Diócesis de Palencia, una situación que también se atribuye a la disminución en el número de hijos que tienen las parejas actuales, al envejecimiento de la población y a la desaparición de la educación religiosa. Y es que donde no se cultiva la fe, no nace la vocación, según afirma el vicario general de la diócesis, Antonio Gómez Cantero, según cuenta El Norte de Castilla.

El principal problema se presenta en el medio rural, donde se mantienen las mismas parroquias que hace años pese a que la población ha bajado notablemente, lo que obliga a los 175 sacerdotes que se mantienen en activo a ocuparse de las 450 parroquias con las que cuenta la diócesis palentina, llegándose a atender en el caso de la unidad pastoral de Cervera a 24 parroquias entre tres sacerdotes.

«Es una tarea que comienza a crear dificultades. Tenemos unos templos maravillosos y llenos de riqueza, fruto de la fe de un pueblo durante siglos. Pero mantener esas iglesias, que comienzan a deteriorarse por el paso de los años, requiere de la ayuda de todos, de los fieles y también de las instituciones, para que un patrimonio tan importante siga en pie y no se pierda», según explica el vicario general. «Hasta el día de hoy hemos enido la suerte de ser muchos sacerdotes en nuestra diócesis.

Hasta hace unos años, casi todos los pueblos tenían su sacerdote, muchas otras personas marcharon, excepto nosotros. Aún hoy, en cantidad de pueblos muy pequeños, hay un sacerdote manteniendo la presencia viva de la misión de la Iglesia», señala.

Para paliar la escasez de curas, la diócesis ha creado en el norte de la provincia unidades parroquiales con centros de culto que aglutinan a varios pueblos de la provincia y donde los fieles se desplazan para asistir a misa. Además, cuenta con el apoyo de cerca de 60 sacerdotes jubilados, de religiosas y seglares que hacen la celebración de la palabra en ausencia del sacerdote, y de religiosos que colaboran con la diócesis en el mantenimiento de las parroquias, dos de ellos extranjeros que prestan su ayuda de forma puntual o como párrocos de algunas iglesias.

Estos religiosos extranjeros dependen de la obediencia a sus superiores, y no están en Palencia únicamente para suplir a los sacerdotes, sino que a la vez cumplen otras tareas en la congregación a la que pertenecen, como la enseñanza o la acogida en casas de retiro para la oración, según matiza Antonio Gómez Cantero, para quien la solución a la escasez vocacional no es importar curas. «Todos los sacerdotes son bienvenidos, pero son más necesarios en su lugar de origen», apostilla.

Los religiosos que se dedican al servicio pastoral atienden 23 parroquias, dos de ellas en la ciudad: El Carmen y María Reina Inmaculada, y también atienden iglesias abiertas al culto que no son parroquias, como San Francisco y San Pablo.

El número de sacerdotes que se jubilan anualmente es mayor que el de nuevas ordenaciones, ya que el movimiento de jubilación va parejo al aumento de ancianos en la sociedad, y las cifras que se esperan para los próximos diez años no son muy esperanzadoras, ya que se prevén más de sesenta jubilaciones, frente a una ordenación sacerdotal al año.

Distribución del clero

Ante esta situación, el Consejo Presbiteral lleva años estudiando el problema y propone una nueva distribución del clero ante el empeño por llegar de una manera u otra a quienes lo necesiten.

Además de una redistribución racional de los sacerdotes, el vicario general propone un nuevo planteamiento de la tarea pastoral abierto a la creatividad y a la innovación, el cuidado de los sacerdotes, la formación e implicación de los seglares, la adecuada distribución de los servicios religiosos en las iglesias de la capital y la implicación de todos en transmitir la fe.

El número de seminaristas en el Seminario Mayor es de siete, una cifra que no puede hacer frente a las necesidades actuales, pero que no es nada desdeñable, según el rector del seminario, Raúl Muelas, ya que el porcentaje de seminaristas en relación a la población es mucho menor en otras diócesis.

«Nunca es un número suficiente y sería ideal tener más, pero cada una de las vocaciones es un regalo fundamental», según destaca el rector, quien considera difícil la solución. «Hay que fomentar y cuidar la vida religiosa en nuestra diócesis y se necesitaría un mayor entusiasmo por parte de los sacerdotes en el anuncio del Evangelio para que los jóvenes conozcan a Cristo y opten por seguir la vida sacerdotal. Si el señor no lo remedia con vocaciones, la solución es la reorganización de la actividad pastoral», según incide Muelas, para quien la falta de vocaciones está relacionada con un mayor estado de bienestar.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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