Expresó a Benedicto XVI, "especialmente hoy, la unión de todo el presbiterio diocesano"
El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, hizo una defensa del ministerio sacerdotal «ante la agresión grave a la Iglesia que estamos viviendo por motivos en los que, ciertamente, el pecado entra en nuestra historia» y auguró que «nada lo destruirá» porque «ha sido diseñado por Jesucristo». Además, exhortó a los sacerdotes de la diócesis a que no se dejen «vencer por el mal» ya que a éste «le ha vencido Jesucristo y lo seguirá venciendo».
Según informó el Arzobispado en un comunicado, Osoro se pronunció así durante la homilía en la misa crismal que presidió hoy en la Catedral, concelebrada con más de 400 sacerdotes. En ella, expresó a Benedicto XVI, «especialmente hoy, la unión de todo el presbiterio diocesano» y mostró su convicción de que «nada, ni siquiera las opiniones de los hombres, por muy organizadas y orquestadas que estén, destruirá el ministerio sacerdotal que, con tanto amor, ha diseñado el mismo Jesucristo».
En la misa, urgió a los sacerdotes «precisamente en estos momentos en los que se está cuestionando a través de los grandes medios de poder humano el ministerio sacerdotal«, a hacer un «esfuerzo rápido y testimonial» para promover las vocaciones sacerdotales, «sin esperar mejores tiempos».
De esta forma, alentó a los sacerdotes a «orientar sin miedos, ni complejos de ningún tipo, a muchachos y jóvenes abiertos y dispuestos a comprometerse en el ministerio sacerdotal».
Durante la que fue su primera misa crismal como titular de la archidiócesis, Osoro inició su homilía en valenciano, confesó no tener «ninguna vergüenza si os digo que estoy emocionado» y añadió que desde que llegó a esta «querida» Archidiócesis, se ha interesado por los sacerdotes, sus problemas, sus situaciones, sus opiniones y sus trabajos.
Más adelante, aseguró a los sacerdotes valencianos que les quiere «de verdad» y que su voluntad es «vivir una plena comunión» con ellos, al tiempo que les garantizó que se «gastará y desgastará para que sea así». Asimismo, les pidió que sepan «perdonar» sus «límites» y que sean «comprensivos» porque –reconoció– «no puedo hacer nada sin vosotros, sois mi alegría y mi apoyo en el anuncio del Evangelio».
BALANCE DE SU PRIMER AÑO
El arzobispo también hizo balance de su primer año y destacó como «primer fruto» la «vitalidad de la vida sacerdotal» en la archidiócesis. En concreto, resaltó que ha constatado «personalmente» la «lealtad absoluta hacia las directrices de la Iglesia, el celo infatigable que ponéis en todos vuestros trabajos, la creatividad pastoral que tenéis y el compromiso en vuestros trabajos por el Evangelio», así como «la preocupación por tantas situaciones de malestar graves en la fe que la rápida evolución de los tiempos ha producido en tantos lugares y en tantos aspectos de nuestra vida».
Por otra parte, advirtió sobre el «desierto espiritual» que «está afligiendo a la humanidad y mina a la Iglesia que vive en esta humanidad» y aseguró que también «nos está afectando a los sacerdotes». Para salir de esta situación, consideró «indispensable volver siempre de nuevo a la raíz de nuestro sacerdocio, que es sólo una: Jesucristo Nuestro Señor».
Al respecto, apuntó que los sacerdotes no han sido «enviados a anunciarnos a nosotros mismos o nuestras opiniones personales, sino el misterio de Cristo y en él la medida del verdadero humanismo». Por ello, la «misión no consiste en decir muchas palabras, sino en hacernos eco y ser portavoces de una sola Palabra que es el Verbo de Dios hecho carne por nuestra salvación». (RD/Ep)
