Tampoco puede eludir el nuevo prelado la necesidad de conferir a la mujer un mayor protagonismo en la Iglesia
La llegada de Ricardo Blázquez al frente de la diócesis vallisoletana tiene lugar en medio de un panorama de luces y sombras para la Iglesia católica. Luces de clara raíz religiosa, como las que se desprenden de la beatificación, el próximo día 18 -es decir, 24 horas después de su toma de posesión-, del jesuita Bernardo de Hoyos; y sombras a propósito del escándalo por pederastia que salpica a la institución en varios países. Dos situaciones ante las que Blázquez ofrece una postura más que sensata, acorde con su bien conocido talante conciliador.
Sobre lo segundo ya tuvo oportunidad de pronunciarse con contundencia al condenar radicalmente la pederastia y reconocer que «a veces los responsables de la Iglesia no hemos actuado debidamente». Y no cabe duda de que la beatificación del padre Hoyos entronca de lleno con su honda y arraigada espiritualidad. La diócesis está, pues, de enhorabuena con la llegada del prelado abulense para regir su sede, más aún ante los nuevos desafíos de la sociedad actual.
Entre los más evidentes se encuentra la situación, espiritual y material, de la inmensa mayoría de los pueblos de la provincia, muchos de ellos abocados a un inevitable proceso de despoblación y agudo envejecimiento. No cabe duda de que urge una planificación adecuada para atender espiritualmente a los 225 municipios de la provincia vallisoletana.
Tampoco puede eludir el nuevo prelado la necesidad de conferir a la mujer un mayor protagonismo en la Iglesia, un demanda hondamente sentida entre la inmensa mayoría de fieles y sobre la que Blázquez también se ha pronunciado de forma favorable. Y, de manera especial, habrá de acometer el progresivo declive de vocaciones religiosas, un problema que también atañe al futuro inmediato de la institución.
En definitiva, la Iglesia católica en Valladolid, como la española en general, precisa de nuevas fórmulas de intervención y presencia que le permitan llevar a cabo un mayor acercamiento a esta sociedad globalizada donde el avance del laicismo constituye un hecho. Un desafío de envergadura que Ricardo Blázquez, a tenor de su trayectoria, parece estar sobradamente capacitado para afrontar.
(Editorial de El Norte de Castilla)