El crucifijo ha sido y es signo de protección, de consuelo, y de fortaleza en el dolor
(Jesús Bastante).- Contundente, y con claridad. El Nuncio Apostólico de Su Santidad en España, Renzo Fratini, puso la nota más crítica en la primera sesión de la Asamblea Plenaria del Episcopado, con un discurso netamente centrado en la realidad española y en el que destacó, por encima de todas, una frase rotunda: «La Iglesia, Cuerpo de Cristo, está perseguida hoy«.
A diferencia de Monteiro de Castro, quien normalmente se limitaba a saludar a los obispos asistentes y hacer algunas indicaciones de índole jurídica o espiritual, Fratini lanzó una carga de profundidad para la que se espera respuesta -pública o privada- desde el Gobierno. «La Iglesia está perseguida hoy», anunció el legado papal, quien echó mano a las palabras de Cristo en el Evangelio de Juan para subrayar que «si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán». «Pero nosotros -prosiguió- renovamos nuestra fe y esperanza en aquellas palabras: ‘No temáis, yo he vencido al mundo'».
En referencia al quinto aniversario del Pontificado de Benedicto XVI, Fratini quiso agradecer «las hondas manifestaciones de comunión, solidaridad, y apoyo» al Papa recibidas en los últimos días en la sede de la Nunciatura. Cartas de obispos, sacerdotes, laicos y monasterios «asegurando sus oraciones por la persona del Sucesor de Pedro, agradeciendo la labor que desempeña al servicio de la Iglesia confirmándola en la fe y consolidando sus vínculos de caridad en la verdad».
El Nuncio también tuvo palabras sobre la actualidad educativa, de la que destacó cómo, «en una sociedad, cada vez más secularizada, urge la formación y educación cristiana en la familia y en la escuela». «Se habla hoy en la Iglesia de una emergencia educativa«, añadió Fratini, quien recalcó que «los padres tienen el insustituible papel y el derecho a orientar a sus hijos en sus convicciones acerca de la religión y la moral». En este punto, reclamó un «pacto de Estado» en materia educativa, cuyo acuerdo redundará «en beneficio de todos».
Finalmente, Renzo Fratini quiso defender la presencia del crucifijo en la vida pública española, a todos los niveles. Al término de su discurso, el Nuncio incidió su deseo de que «en la sociedad española en general, perviva el afecto por este signo del Amor sin límites de un Dios que se ofrece por el hombre hasta el sacrificio propio».
«El crucifijo ha sido y es signo de protección, de consuelo, y de fortaleza en el dolor. Se ha convertido en signo de las profundas raíces de la propia cultura en España, llegando a encontrarse, no sólo sobre las esbeltas torres de las iglesias, sino presidiendo las plazas y los cruces de muchos caminos. Muchos de ellos son obras de arte con la sublime serenidad de un Velázquez, la dulzura de un Murillo, o el dramatismo de un
Goya«, concluyó.