Es más digna la memoria de aquellos que murieron por sus ideas que aquellos que mataron por las suyas
Fosas a medio abrir en los campos de España. Pero muchos fueron los muertos de la Guerra Civil. De ambos bandos. Nadie lo duda. El periodista Jesús Bastante Liébana (Madrid, 1976), experto en temas religiosos, ha escrito ‘Mártires por su fe. Hablan los hijos de los católicos asesinados durante la Guerra Civil‘ (se presenta hoy, las 19.00 horas, en el Instituto Teológico de Murcia). En plena ‘borrasca Garzón’ se asoman los otros asesinados, pero «como ejemplo, no como confrontación sino de reconciliación». Lo entrevista Gontzalt Díez en La Verdad.
«Son testimonios de gentes que murieron perdonando y cuyo ejemplo fundamenta la convivencia de este país», explica Bastante. «Todos ellos murieron por su fe sin ningún otro tipo de condicionante. No son símbolos del bando ganador. En eso he sido muy escrupuloso. Pongo voz a los hijos, los hermanos y los familiares de esas personas que fueron asesinadas. Ellos también perdonan y ya lo hicieron en la posguerra. Hay quien pudo vengarse y renunció a ello. Hay quien creció jugando con los asesinos de su tío…, es un libro de historias humanas», argumenta.
– Eso que antes se llamaba ‘historias ejemplares’.
-Sí, porque las historias ejemplares existen. Su ejemplo sirvió para trabajar la reconciliación desde el principio. Sin ellos no hubiese sido posible la Transición.
– Cada capítulo tiene un prólogo y los prologistas van desde Eduardo Zaplana (PP) a José Andrés Torres Mora (PSOE), ambos ponentes de la ley de Memoria Histórica. ¿Complicado?
– No. Torres Mora prologa la historia de su tío abuelo, Juan Duarte, que fue martirizado y beatificado en 2007. Zaplana prologa la historia de dos mártires de Elda, padres de dos de los fundadores de Alianza Popular en Alicante. Leyendo ambos textos te das cuenta de que hay coincidencias básicas: se debe honrar la memoria de todos porque honrar la memoria de unos no significa deshonrar la de otros, el ejemplo de quienes murieron por su fe se puede salvaguardar desde cualquier posición política, y que es más digna la memoria de aquellos que murieron por sus ideas que aquellos que mataron por las suyas.
-Hay quien dice que las beatificaciones son una respuesta ‘política’ a la Ley de Memoria Histórica. ¿Qué le parece?
– Yo no estoy muy de acuerdo con las beatificaciones masivas porque parece que se desnaturalizar un poco ese acto teológico. Pero no se puede pensar que los ejemplos de esos muertos son una respuesta política. Además, la mayoría de los procesos se comenzaron a incoar en los años 40 y 50. Utilizar a los mártires es un error que no hace bien ni a la fe ni a la política.
– ¿Hay que acabar de enterrar a los muertos?
– Es normal que cualquiera que tenga un familiar enterrado en una cuneta quiera saber qué pasó y quiera enterrarlo dignamente. Pero eso no puede servir para volver a revisar la historia. Ya hicimos un pacto de convivencia en el 78 que es necesario mantener.
– Oscuros tiempos para la Iglesia. Benedicto XVI cumple cinco años de mandato en su peor momento por el escándalo de la pederastia. ¿Se está gestionando bien este asunto?
– Se está empezando a gestionar bien. Al principio hubo muchas dudas, pero no es sensato pensar que todo el clero está implicado. Fue generalizada la política de encubrimiento y silencio y sólo ahora, cuando se han conocido algunos de los horrores cometidos, se están dando pasos firmes. Benedicto XIV es el primer papa que habla de abusos y eso es muy importante.
– El Papa llora con ocho de las víctimas de abusos sexuales en Malta, ¿es suficiente?
– Les prometió que el asunto no va a quedar impune. La Santa Sede ya está trabajando en un documento explícito con las normas a seguir. Ahora, según el Derecho Canónico, el delito de pedofilia prescribe diez años después de que la víctima cumpla 18 años; eso es algo que el Papa quiere cambiar. Benedicto XVI será recordado como el Papa que afrontó verdaderamente estos escándalos; algo que seguramente comenzaremos a ver con la condena a los Legionarios de Cristo.
– Las palabras del cardenal colombiano Darío Castrillón en Murcia, en la que felicitaba a un obispo francés por no haber denunciado a un sacerdote por abusos a menores ante la administración civil, han levantado gran polvareda…
– Comete tres graves errores: haber escrito la carta, acusar velada, o no tan veladamente, a Juan Pablo II, y decir que el obispo hizo bien porque se trataba de secreto de confesión y contar luego esa carta en público. No ha actuado bien y creo que tiene mucho que esconder. Están apareciendo, con el caso de Marcial Maciel, muchas informaciones de sobornos a la curia y Castrillón estaba allí dentro. Se ha equivocado; la pena es que hablara en un foro de cardenales y obispos y saliera ovacionado, aunque espero que todos no aplaudieran.