Asurmendi no quiso finalizar la ceremonia sin mencionar a quienes se hallan atrapados en una mala situación económica y pedir por esa parte de la sociedad que «más sufre los problemas de la crisis»
Era una misión complicada pero algunos no desistieron hasta superarla. Entrar ayer en la basílica de Armentia supuso armarse de paciencia para lograr hacerse un hueco entre las decenas de fieles que llegaron al templo con igual fervor para asistir a la misa en honor a San Prudencio. Los bancos se ocuparon en torno las diez de la mañana y el resto de posiciones privilegiadas, como la parte delantera de los pasillos o las frescas paredes de piedra, apenas tardaron media hora más en colgar el cartel de ‘completo’. Lo cuenta María Rego en El Correo.
Eso sí, los asientos más cercanos al altar permanecieron vacíos hasta pasadas las once. Fue entonces cuando representantes del Gobierno vasco, de la Diputación alavesa y del Ayuntamiento de Vitoria, entre otras autoridades, accedieron al templo tras participar en la tradicional procesión. No había espacio para un alma más.
La comitiva acababa de recorrer, junto a la imagen del patrón, los alrededores de la basílica al ritmo de ‘la marcha de Corporación’ entre el bullicio de los ‘peregrinos’ y de los puestos de dulces repartidos por la zona. En el interior del templo se hizo el silencio con su entrada y dio comienzo la misa, presidida por el obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi y concelebrada, entre otros sacerdotes, por el párroco de Armentia, Carlos Fernández.
Sus palabras fueron seguidas por el máximo responsable de la institución foral, el diputado general, Xabier Agirre, y el del Consistorio vitoriano, el alcalde Patxi Lazcoz. Pero hubo una ausencia, la del lehendakari, Patxi López, que no pudo acudir por cuestiones de agenda -se encontraba en la inauguración de un nuevo pabellón en el hospital vizcaíno de Basurto-, según explicaron desde el Ejecutivo autónomo. Su gabinete, sin embargo, estuvo representado por dos consejeras alavesas Pilar Unzalu, de Medio Ambiente, y Blanca Urgell, de Cultura.
Aurresku
Quienes tampoco faltaron a la cita fueron el presidente de las Juntas Generales de Álava, Juan Antonio Zárate, el delegado del Gobierno, Mikel Cabieces, la subdelegada de esta institución, Gloria Sánchez, el responsable de la Junta Administrativa de Armentia, Félix Foronda, el secretario general del PSE en el territorio, Txarli Prieto, o miembros de la asociación de amigos de San Prudencio y de otras agrupaciones religiosas.
Junto a ellos se hallaba un nutrido grupo de diputados como Covadonga Solaguren, encargada de Política Social y Asuntos Sociales, Estefanía Beltrán de Heredia, de Agricultura, o Mikel Mintegi, de Medio Ambiente, hasta Lorena López de Lacalle, de Cultura, o Iñaki Nafarrate, sustituto de Alfredo de Miguel al frente del área de Administración Local, y de concejales, desde Juan Carlos Alonso, de Urbanismo, o Isabel Martínez, de Educación, hasta José Manuel Bully, de Seguridad Ciudadana, o Alba Cañadas, de Medio Ambiente. Todos ellos intentaron sobrellevar el calor como mejor pudieron, al igual que la portavoz municipal del PNV, Malentxo Arruabarrena, o los populares Fernando Aránguiz y Leticia Comerón.
Los asistentes se agolparon en la entrada a la basílica cuando poco después de las doce del mediodía finalizó la multitudinaria misa, que duró algo más de una hora, para no perder detalle del aurresku. La participación del diputado general, aquejado de ciertos problemas de espalda, en este homenaje al patrón fue duda casi hasta el último momento, aunque finalmente pudo recordar sus años de dantzari en los grupos Txirinbil y Latzale frente a la mirada de numerosos curiosos y de su esposa, Mari Paz Garagalza.
Algunos se habían acercado simplemente a ver la actuación pero otros ‘luchaban’ entre la marea de gente por encontrar un pequeño recoveco por donde acceder a la iglesia. No habían conseguido entrar a la ceremonia y no querían que se les escapara por segunda vez en una misma jornada la oportunidad de contemplar al santo en su día grande.
El banco reservado para las autoridades recibió la «bendición» del obispo de la Diócesis de Vitoria, Miguel Asurmendi, pero también un aviso. «Jesús pide sentido en el ejercicio de la autoridad. Gobernar es servir, un ejercicio sin imposiciones ni abusos ni actuaciones dominantes», recalcó el prelado, encargado ayer de oficiar la misa en honor a San Prudencio en una abarrotada basílica de Armentia. Y puso al patrón como ejemplo de ese saber hacer. Su «buena gestión», señaló durante la homilía, le permitió ganarse el sobrenombre de ‘apóstol de la paz’.
Asurmendi quiso lanzar un mensaje más a los gobernantes, cuyos máximos representantes en Álava y Vitoria se encontraban entre los asistentes al multitudinario oficio religioso. A todos ellos les advirtió de «los problemas» que genera cualquier «administrador de los bienes públicos que no es fiel a los servicios que debe prestar», unas palabras que algunos relacionaron con los últimos acontecimientos ocurridos dentro de la Diputación.
Pero el obispo tampoco pasó por alto otras problemáticas en su discurso. El «añorado don de la paz» tuvo un papel protagonista en su reflexión, en la que insistió en la necesidad de «rezar y trabajar» para alcanzarla. Y de nuevo implicó a los representantes políticos en esta tarea. Así, solicitó a «los gobernantes, las fuerzas de seguridad y las autoridades» que trabajen en «la búsqueda de la paz en el marco de los derechos humanos de todas las personas».
Y de los altos cargos, al resto de los ciudadanos. Asurmendi no quiso finalizar la ceremonia sin mencionar a quienes se hallan atrapados en una mala situación económica y pedir por esa parte de la sociedad que «más sufre los problemas de la crisis».