"La Iglesia tiene que marcar prioridades y lo primero es dar pan a quien no tiene que comer. Y cada vez hay más gente llamando a las puertas de Cáritas"
Lo de «vivir como un cura» se acabó. «Hasta en eso tenemos que ser ejemplares», se defiende del aforismo José Ramón Garcés, ecónomo diocesano, el hombre fuerte de las finanzas de la Iglesia asturiana. Y, para predicar con el ejemplo, la Diócesis de Oviedo ha decidido congelar el sueldo de sus curas durante este ejercicio.Todavía más: «Es que ni siquiera se les ha actualizado el IPC, con lo que apenas llegan a mileuristas». Lo cuenta Azahara Villacorta en El Comercio.
En sintonía con las últimas medidas impulsadas por el Gobierno de Zapatero, la congelación salarial es una de las medidas que la Diócesis asturiana ha adoptado para cuadrar sus cuentas este 2010. «No hemos actualizado la nómina de los curas por solidaridad. Es un gesto importante cuando tanta gente lo está pasando mal», alega el ecónomo.
Así que, en lugar de funcionarios y pensionistas, en este caso los afectados serán los 350 sacerdotes en activo y jubilados -a los que se complementa la pensión de 600 euros- de la región, que, además, deben aportar un porcentaje mensual de su salario a la Iglesia Diocesana.
Con esos 900 euros de media en el bolsillo, «los curas deben lavar y planchar su ropa, hacerse su comida y encargarse de su casa como haría cualquier solterón. Ni andar como pordioseros ni vivir por encima de sus posibilidades, porque a la gente le produce un desgarrón verlos así», advierte José Ramón Garcés, que, sin embargo, deja claro que «las cuentas de la Diócesis están muy saneadas desde hace tiempo. Gracias a Dios».
La idea de apretarse el cinturón en tiempos de escasez no es nueva. Ya el arzobispo emérito, Gabino Díaz Merchán, dispuso en 1983 una medida similar para paliar los efectos de la reconversión industrial en la región. Y, hace algunos meses, el obispo asturiano Atilano Rodríguez, titular de Ciudad Rodrigo, pidió a los sacerdotes de su Diócesis que entregasen el 10% de su sueldo a amortiguar los efectos de la recesión echándoles una mano a los desempleados.
A la propuesta se sumó el obispo de Segovia, Ángel Rubio, que también invitó a su clero a donar ese mismo porcentaje a un fondo de ayuda a desempleados, a través de Caritas, y que fue secundado luego por el prelado de La Rioja.
En el mismo sentido, pero con la feligresía como objetivo, el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos, instó a todos los católicos a donar una parte de su sueldo y se dirigió en especial a los empresarios, a los que solicitó que recortaran sus ganancias en favor del mantenimiento de los puestos de trabajo.
La Iglesia asturiana no será tan generosa, pero ha acordado destinar una partida extraordinaria (el 1% de todos sus fondos) a Cáritas, además de un 0,5% «a la evangelización en el Tercer Mundo».
Y eso, alega, porque «la Iglesia tiene que marcar prioridades y lo primero es dar pan a quien no tiene que comer. Y cada vez hay más gente llamando a las puertas de Cáritas con necesidades muy primarias que hay que cubrir».
También por eso ha sufrido un severo recorte el presupuesto destinado a las inversiones, que se ha contraído haya quedarse en poco más de dos millones de euros que impedirán al Arzobispado emprender obra nueva. Cuando, en ejercicios anteriores, rondaba los cuatro.
«Ayudar a Roma»
En cuanto al presupuesto ordinario de la Diócesis para este 2010 asciende a 11.331.400 euros, una cifra que puede parecer elevada, pero que no lo es tanto. De hecho, es ligeramente inferior (un 0,81%) al presupuesto correspondiente a 2009: 11.424.400 euros. Y, de esa cifra, 74 de cada cien euros se los llevarán los gastos de personal, que, pese a la congelación salarial, ascenderán a 8.397.000 euros.
Tras este capítulo, la partida más importante irá destinada a los gastos de funcionamiento y a las actividades pastorales de la Diócesis: un 15,51% del total, que se traduce en 1.797.000 euros. Y, en tercer lugar, se sitúa el capítulo de «aportaciones a la comunidad eclesial», entre las que se encuentra «una partida para ayudar a Roma».
Mientras, en la columna del haber, las cuentas eclesiásticas cuentan con un baza fundamental: el cepillo. Porque, como reconoce el ecónomo, «la Iglesia vive de las limosnas que recibe de la gente».
Las cuentas de este año lo corroboran: la mayor parte de los ingresos de la Iglesia asturiana procederá de «las aportaciones de la comunidad eclesial», especialmente las declaraciones de la renta en las que los contribuyentes marcan la cruz en favor de la Iglesia. De ellas saldrán más de la mitad de los ingresos de la Diócesis este año (un 51,46%): 5.831.400 euros.
Y esas van al alza: en la declaración de la renta de 2008, el 31,43% de los contribuyentes asturianos marcaron esa casilla, lo que representa un crecimiento del 0,06% respecto a 2007, aunque el porcentaje está tres puntos por debajo de la media nacional, del 34,37%.
Les siguen en importancia las aportaciones directas de los fieles. Casi siempre, a través de colectas como la que el próximo domingo recaudará fondos en todas las parroquias de la región con motivo del Día de la Iglesia Diocesana. Supondrán este año un 37,46% de los ingresos. O lo que es lo mismo: 4.245.000 euros. Aunque, como precisa el ecónomo diocesano, «el 20% de esa cantidad va para el Fondo Común Diocesano», que, a su vez, la redistribuye entre las distintas Diócesis españolas.
Completan la caja de la Iglesia los ingresos procedentes de los servicios prestados y aquellos derivados del patrimonio de la Diócesis como ventas o alquileres. Son el 11,08% del total: 1.255.000 euros.
El pasado año, el balance se cerró con un superávit de 200.000 euros. Y, para evitar que este año se invierta la tendencia y haya pérdidas, hoy se reúne el Consejo de Asuntos Económicos de la Diócesis, una veintena de personas -del arzobispo a los vicarios pasando por economistas, juristas y expertos en fiscalidad laicos- que definirán las próximas líneas maestras de las finanzas de la Iglesia asturiana.