Los fundamentalismos no son buenos para nada y, si no lo son los religiosos, tampoco lo son los laicistas
(Jesús Bastante).-«Me da gran tristeza observar en algunos dirigentes de la Iglesia a la que pertenezco que hubiera más cercanía con cristianos de una determinada ideología. Algunos jerarcas nos preferirían ateos a heterodoxos. Yo, que soy autónomo en mi partido, tampoco estoy excesivamente preocupado por el dogma. Me preocupa más la fe que el dogma». Palabra de José Bono, presidente del Congreso.
Bono hizo estas declaraciones durante la presentación de «Asuntos Religiosos» (PPC), un interesante informe escrito por Jordi López Camps. Un documento que intenta seguir tendiendo puentes entre Iglesia y sociedad, entre creencias y no creencias, entre valores religiosos y convivencia. Un libro cuyo prólogo ha sido escrito por el presidente del Congreso, y que «ha gustado a muchos obispos», según reveló el propio autor.
«Yo llegué a la política por la religión, y a lo mejor tengo que pedir perdón a alguien por ello», arrancó Bono, quien recordó su pasado como estudiante y su compromiso político, ligado a su fe. «Lo que más nos estructuraba era la religión». «Desde el sentimiento religioso llegué al socialismo», confesó el presidente del Congreso.
«Cuando afirmo mi fe, a veces sorprende, como si fuera una extravagancia«, se lamentó Bono. «Si no se pudiera ser cristiano y socialista, como dijo un ilustre prelado, habría que cerrar la mitad de las iglesias y la mitad de agrupaciones del partido». Sí criticó lo «llamativo» de que algunos se arroguen la exclusiva de la catolicidad.
Español, socialista, cristiano… «y autónomo. Yo nunca pido permiso para decir lo que digo», añadió. «Algunos no comprenden que se pueda ser cristiano y socialista, autónomo, leal y disciplinado…».
El presidente del Congreso alabó «Asuntos Religiosos», porque propone «un laicismo a la altura de los tiempos«, tal y como lo defendieron Ortega… y Benedicto XVI. Bono defendió la «insoslayable voluntad pública» del sentimiento religioso, que «han movido muchas voluntades a lo largo de la historia. Hoy no se podrían entender plantemientos solidarios, profundos y entregados, si no fuera por planteamientos en muchos casos religiosos«.
Sin embargo, Bono reconoció que la historia de España no siempre ha entendido bien esa presencia pública de la Iglesia… ni siquiera la propia Iglesia. «De algún modo, no hemos avanzado en todos los ámbitos en ese sano laicismo que establece hasta el Papa Ratzinger».
En su prólogo, Bono señala que la obra de López Camps «no dogmatiza», sino que es capaz de razonar, analizar y llevar a cabo «propuestas sugestivas para integrar la diversidad del hecho religioso, que es una realidad innegable en las sociedades contemporáneas, en el marco de una política democrática y abierta».
Frente a una neutralidad pasiva, el presidente del Congreso defendió «una neutralidad activa capaz de traducir políticamente lo positivo de los valores religiosos para el beneficio de la totalidad de los ciudadanos, sean creyentes o no». En este punto, Bono criticó la «pretensión de algunos de borrar toda huella de lo religioso en la vida pública o, más concretamente, de lo católico en la historia de España», subrayando que «los fundamentalismos no son buenos para nada y, si no lo son los religiosos, tampoco lo son los laicistas».
Por su parte, el autor, Jordi López Camps, se definió como «cristiano católico, que reza en catalán«, y agradeció a José Montilla y al abad de Montserrat la posibilidad de escribir este libro. «Un libro que pretende ser una evocación al encuentro entre creyentes y laicistas».
«La religión se estructura en el ámbito público, no en el privado», subrayó López Camps, quien incidió en que el hecho religiosa ocupa un lugar «propio e importante» en la sociedad. Laicidad, laicismo y secularización debe ser utilizados con «mayor rigor intelectual», para no buscar oposiciones entre laicidad y religión. López Camps llamó a una laicidad positiva, que garantice la igualdad de creencias y religiones, y justificó la necesidad de «ofrecer al Gobierno un marco conceptual de referencia y una política pública que sirva de cauce para su progreso, además del simple amparo del ejercicio de un derecho constitucional».
«Es necesaria una política pública sobre el hecho religioso», concluyó el autor de «Asuntos Religiosos».
«¿Cuál es el espacio de las religiones en una sociedad secularizada y un Estado no confesional?», se preguntó el director general de Relaciones con las Confesiones, José María Contreras. En un momento en que las espadas están en alto respecto a la reforma de la Ley de Libertad Religiosa, Contreras reivindicó la actualidad del libro. «Las creencias no se quedan en casa, sino que irrumpen en la plaza pública. En nuestra sociedad debemos enfocar el hecho religioso desde la perspectiva de establecer el hecho religioso como un elemento que sirva al interés general y la cohesión social, buscando que podamos todos convivir en una misma sociedad», añadió.
«Nos estamos jugando la cohesión social», incidió Contreras, quien puso especial énfasis en los lugares de culto, los símbolos religiosos y los ministros de culto. También en la responsabilidad de las distintas administraciones (Estado, Autonomías y Ayuntamientos), para erradicar la idea de que «religión y laicidad son elementos antagónicos». En este sentido, Contreras alabó «Asuntos Religiosos», pues tiende puentes entre religiosos y laicistas, «para crear una sociedad en la que todos convivamos agusto». Finalmente, el responsable estatal pidió a las autoridades políticas que el tema religioso no fuera elemento de enfrentamiento o de conflicto, sino que «nos sirva para profundizar en la libertad de los ciudadanos, como elemento de convivencia».
Por su parte, el vicepresidente del Congreso, Jorge Fernández Díaz, señaló que el de López Camps «es un libro que está bien escrito, y hecho desde la rectitud de intenciones y la buena voluntad». Dirigiéndose a Bono, el diputado popular señaló que «si él fuera presidente del Gobierno, nos entenderíamos con mucha facilidad«. Negó que existiera un conflicto religioso en España, pero sí que «tenemos que trabajar para prevenir brotes de racismo, xenofobia o fanatismos religiosos». «Con buena voluntad por parte de todos, se puede y se debe encauzar cualquier cosa», añadió, refiriéndose al tema del burka o el velo islámico. «Yo, que creo que el derecho a la libertad religiosa es fundamental, creo que el velo forma parte de ese derecho. Y estoy a favor del uso del velo, no del burka«.
López Díaz negó, en la práctica, la existencia del pluralismo religioso teniendo en cuenta los datos, donde sólo un 2% se declaran creyentes de religiones distintas a la católica. «Hay una percepción actual de que este Gobierno está siendo sumamente agresivo con la confesión mayoritaria en España. Yo participo de esa opinión», apuntó el diputado popular, quien criticó la nueva Ley de Libertad Religiosa, que servirá para «avanzar en un proyecto de laicismo».
«No hay demanda social ni política. ¿Quién quiere la reforma de la Libertad Religiosa? La quiere el Gobierno», denunció Jorge López Díaz. «La Ley de Libertad Religiosa va a crear problemas de convivencia en España«, añadió. El diputado popular concluyó esperando que este debate contribuya a avanzar en las relaciones fe-razón, religión y sociedad. «No sólo es posible compartir fe y razón, ciencia y religión, sino que es absolutamente indisociable».