Habrá que seguir trabajando con medios democráticos y éticamente correctos para lograr los derechos que tenemos como pueblo
«Teniendo presente que el Estatuto de Cataluña fue aprobado en referéndum por los ciudadanos como expresión de su voluntad de autogobierno después de que el texto hubiera sido pactado entre el Parlamento de Cataluña y las Cortes Generales, hay que decir que la sentencia no respeta todos los derechos que el Magisterio de la Iglesia reconoce para los pueblos que son una nación«. Quien así habla es el abad de Montserrat, Josep María Soler, en unas declaraciones a la agencia Flama.
«No podemos cambiar la sentencia«, reconoce el abad, «ni que haya sido dada según una aplicación restrictiva de las leyes de el Estado Español. Pero, desde la convicción de que el Magisterio avala otras posibilidades, habrá que seguir trabajando con medios democráticos y éticamente correctos para lograr los derechos que tenemos como pueblo», subraya.
En todo caso, y «si queremos ser realistas, debemos reconocer que también en nuestro país hay cristianos, y más concretamente católicos, que ya están de acuerdo con la sentencia y que incluso quizá lo habrían deseado más restrictiva aún». A estos «hay que respetarlos y entre todos tenemos que aprender que la fe cristiana se puede vivir con intensidad a pesar de tener concepciones diferentes de cómo se debería organizar la ciudad temporal».
En sus declaraciones a Flama, Soler insiste en que esta visión de un sector de los católicos catalanes «no quita nada de la fuerza que tiene la aceptación en referéndum que se hizo del Estatuto como expresión de la voluntad democrática de alcanzar unas cotas altas de autogobierno».
Como tampoco «excluye otras posibilidades de hacer realidad los derechos nacionales, que son contempladas también por el Magisterio eclesial», finalizó Soler.
Ante la actual situación, el Abad de Montserrat recuerda que la Iglesia catalana ha de ser fiel al pueblo catalán, no desde la distancia o la prudencia, sino asumiendo un protagonismo moral de defensa de las aspiraciones de los catalanes. Al respecto afirma que hay que «acompañar al pueblo de Cataluña en estos momentos difíciles tanto a nivel ético, como económico, social y político. Además, debe contribuir, en lo posible, a hacer entender serenamente a los demás cristianos de fuera de nuestro País el porqué de las aspiraciones del pueblo catalán. Y, también, ayudar a resolver los problemas que plantea la sentencia en diversos ámbitos de una manera firme pero respetuosa y dialogante, con todos los medios que la democracia pone al alcance. La Iglesia no puede permanecer al margen de lo que vive Catalunya, y ha de poner en práctica su la doctrina social, que deriva siempre del amor fraterno».